Simón Bolívar: referencia de identidad latinoamericana

A Simón Bolívar como hijo de un blanco criollo le pertenecía la herencia cultural de sus abuelos conquistadores. Pero además del legado cultural que constituía su identidad, le pertenecían todos los títulos y concesiones otorgadas por la Corona a sus antepasados. Recordemos que Bolívar nos menciona en la Carta de Jamaica, acerca de la relación de dependencia y referencia cultural entre La América del sur y La Península Española, “...una tierna solicitud por la cuna y la gloria de nuestros padres...”. Con ello, sugiere su potestad sobre los derechos que le pertenecían por herencia.

Bolívar además en dicha Carta cita aquello que define como “la imagen de nuestra situación”, esta es, ser un “pequeño género humano”, es decir, un “grupo civilizado” con un “mundo aparte” “nuevo en casi todas las artes” y “ciencias”, aunque viejo en los modos de proceder de la sociedad civil. Seguidamente, en este mismo párrafo, Bolívar usa nuevamente el término “nosotros”, y luego inicia una calificación de ese “nosotros” al modo siguiente: “no somos indios”, “ni europeos”. Se aclara así explicitamente que ese “nosotros” se refiere a los blancos criollos. Además, Bolívar continúa introduciendo definiciones más completas de ese “nosotros”: “una especie media entre los legítimos propietarios del país” y los “usurpadores españoles”, “americanos por nacimiento” y “nuestros derechos los de Europa”.

El principio antropológico de los blancos criollos

Respecto a dichas calificaciones es idóneo destacar que Bolívar se considera un americano del sur por nacimiento, confirmándonos que había asumido una identidad cultural propia diferenciándose de los “más autóctonos” del lugar, los indígenas, y de los menos “próximos” al territorio suramericano, los españoles peninsulares. Había hecho suyas unas circunstancias existenciales que le llevaban a concebirse como un ser auténtico en cuanto diferente y diferenciable, de sus anteriores modelos y referencias de ser un hombre de sociedad civilizada: los españoles de La Península. De allí que observa que su “caso”, sus circunstancias, su realidad histórica y existencial es un ejemplo de lo más “extraordinario y complicado”, que ha sido posible decantar por él, sólo a través de un proceso reflexivo concluyente de una noción determinada, por aquello que Arturo Andrés Roig en su obra “Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano” llama el “...a priori antropológico…”, noción que postula como punto de partida para elaborar una teoría y crítica del pensamiento latinoamericano, esto es, un necesario concepto de sujeto para afirmar el pensamiento acerca de sí mismo, que se usa para realizar una reflexión acerca del alcance y sentido de las pautas implícitas cuando nos comprendemos como “...ponernos para nosotros y valer sencillamente para nosotros...”.

Para Roig tal noción del a priori antropológico estaría expuesto ya en Hegel, específicamente en su “Introducción a la Historia de la Filosofía”, allí éste filósofo desarrollaría el problema acerca del inicio de la reflexión filosófica y su historia, al proponer como dicho inicio el momento cuando el sujeto se considera a sí mismo como valioso del todo. Dicho momento para Hegel se inicia históricamente en la cultura griega, tal planteamiento hegeliano Roig lo traduce como sujeto plural sobre la base de las categorías de “mundo” y “Pueblo”. En definitiva, para Roig el sujeto griego que consta con una conciencia para sí, es decir, de verse como valioso del todo, accede a una universalidad únicamente a través de dichas categorías, pues la pluralidad de otros para sí que constituye “el pueblo”, y otros numerosos pueblos que constituyen “el mundo”, se contrastan por similitud en el sujeto particular cual proyección de éste en las categorías de “mundo” y “pueblo”. Y puesto que en los griegos priva la primera proyección, es posible en Hegel enunciar el a priori que Roig resalta, ya que el pueblo griego es la concreción del inicio de la filosofía y no un mero dato histórico, pues además plantea las condiciones de cómo se efectúa el inicio de la cuestión: en un contexto espacial y temporal, en la realidad histórica de ese pueblo a partir de sus circunstancias. De modo que para este filósofo argentino acudiendo a esas condiciones nos haríamos con: “...las normas o pautas que señala son de modo claro y evidente la formulación del a priori antropológico...”.

Ahora bien, Roig no pretende negar la validez de la exigencia y necesidad de determinar las formas a priori de la razón kantiana: el Espacio y el tiempo; pero sí pretende sostener que su a priori antropológico redescubre las formas lógicas sobre las que se organiza el pensamiento: el mundo y el pueblo. Esto es así para Roig porque la necesaria valoración de “sí mísmo” (del sujeto), comprende un sistema de códigos de origen social e histórico, pautado por las condiciones espaciales, temporales y culturales específicas de “ese pueblo” y no otro, que se patentiza en el modo como se estructuran las bases de cualquier discurso a enunciar. Es decir, todo discurso obtiene su unidad y sentido de la autoafirmación del sujeto de discurso, quien de hecho posibilita su inicio.


Pasos para autoafirmarse latinoamericano

Desde dicha propuesta filosófica, para el estudio del pensamiento latinoamericano, es concluyente que para que Bolívar se autoafirmase como un igual ante el español, ha sido necesario clarificar qué se entiende por sujeto, para hacerse con, según palabras de Roig el “...alcance y sentido de las pautas implícitas en la exigencia fundante de ponernos para nosotros y valer sencillamente para nosotros...”. Asunto por demás relacionado con numerosas variables que comprenden la condición, especificidad y circunstancias mismas del sujeto; de las cuales Roig privilegia su especificidad de sujeto que se comunica con otro, un sujeto que se expone fuera de sí, a su exterior a través del lenguaje en un discurso. Entiéndase, que para todo sujeto, al final, su posibilidad de afirmación o negación está condicionada, más no determinada por el otro, cuando aquel le reconoce o no como un igual. Con lo cual, a juicio de nuestro filósofo latinoamericano, se requeriría derivar lógicamente leyes que constituyan un método para el estudio de dicho a priori, que se sostendrán en el supuesto de que el sujeto se reconoce valioso.

Las mismas leyes para el método en cuestión, guardan relación tanto con el sujeto que reflexiona como con el discurso del cual se vale para ello. Se entiende con Roig, que la separación entre el sujeto y su discurso es posible, este último deberá expresarse en unos pasos o normas reflexivas, que proporcionan una aproximación filosófica para comprender el proceso de autoafirmación expresado en el discurso de Bolívar que se esboza en La Carta de Jamaica. Nos explicaremos siguiendo el orden de las normas de Roig, y ante todo nos hallamos con un Bolívar que se concibe a sí mismo un sujeto valioso, es decir, se ha hecho con la “exigencia fundante”; entendiendose que sí ese “sujeto valioso”, se enmarca como valioso desde los presupuestos de “la civilización”, en oposición a “la barbarie”, estaría reconociendo a todos los hombres como sujetos, aún a pesar de que, por ejemplo, Bolívar haya considerado la necesidad de educar a los indígenas para que se “civilizasen”. En definitiva está aceptando que los indígenas son hombres como él, sólo que es partícipe de una gradación del hombre de cara a la civilización a través de la instrucción, algo que puede criticarse, a pesar de que también, Bolívar tilde a España de “bárbara” porque no le reconoce como un sujeto igual, con posibilidad de vivir emancipado. En definitiva está criticando la política española respecto a las colonias, pero no está convencido de que la Península, donde se educó en las Cortes, no sea civilizada, en definitiva sus calificativos a España pertenecen a un discurso político que estaría haciendo uso de una retórica de las pasiones.

Respecto a la segunda norma, Bolívar acude a que se le reconozca heredero de la cuna y la gloria de sus antepasados. Solicita le sean devueltos los reconocimientos de que gozaron sus abuelos. Con lo cual se hace con una instancia que determina el grado de legitimación de su afirmación.

La tercera norma requiere la formulación de un sistema de valores a partir de la historia del sujeto. Nosotros evidenciamos que Bolívar ha iniciado esta formulación cuando se considera parte de un “pequeño género humano” que le lleva a concluir que es americano por nacimiento y propietario de los derechos de sus abuelos otorgados por Europa como herencia legítima.

La última norma comprende elaborar un pensamiento filosófico transformador, cuestión que indiscutiblemente elabora. Lo cual no le exime de acudir a otras filosofías de su época para intentar formular esto. Nótese que en La Carta de Jamaica esa otra filosofía la llama “civilización”; que le inclina a pretender instaurar sociedades autónomas de la Península en la tierra donde ha nacido y vivido, tal propósito podría responder a una idea suya de transformar América: en cuyo caso se entendería liberar América de “la barbarie” a través de “la civilización”.

Así pues, en Bolívar se realiza una explicitación y trato de la problemática del destino de América y de su habitante como “americano” y “latinoamericano”. De ahí que siguiendo a Roig es menester concebir el desarrollo de este hombre en estrecha vinculación al concepto de historia mundial y a la filosofía de la historia que implica. E igualmente con las cuestiones de “unidad” y “diversidad” de América Latina. Pero para ello debe prescindirse del discurso imperialista y opresor, es decir, no es necesario tener historia sino saberse ente histórico. Una problemática que para Roig está ya presente en La Carta de Jamaica mucho antes de que Hegel dictara sus cursos acerca de la filosofía de la historia. De hecho, hemos explicitado que para Bolívar la unidad de nuestra América comprendía toda la problemática de nuestro destino histórico, su punto de partida y también su meta. Así concluimos, que Bolívar tenía una clara conciencia del margen de utopía que comprendía su proyecto.
Bolívar una fuente del Pensamiento latinoamericano.

gersonacosta@gmail.com


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