Dialéctica de la transformación socialista

Trascendental contribución de Hugo Chávez al debate sobre el desarrollo de Cuba y Venezuela (II)

La visita de Hugo Chávez a Cuba que está teniendo lugar en estos momentos en ocasión del 40 Aniversario del asesinato del Ché en Bolivia, ha servido de tribuna para una trascendental contribución del Presidente venezolano al debate sobre la transformación socioeconómica que exige el desarrollo de Cuba.

El marco de la comparecencia del Presidente Hugo Chávez ha sido el encuentro efectuado en la Habana (15.10.07) con los máximos representantes del Estado, el Gobierno y el Partido cubanos para la firma de acuerdos de cooperación económica entre ambos países. Una comparecencia que puede calificarse de histórica y que ha sido televisada en directo por la emisora pública venezolana VTV.

El presidente Hugo Chávez ha instado a las autoridades cubanas y en esencia a la sociedad, a asumir las urgencias de la transformación de la economía cubana. Su llamado ha expuesto la necesidad impostergable de lograr tres objetivos en el corto plazo:

  • la auto suficiencia alimentaria, a través del intensivo desarrollo de la agroindustria;
  • el aseguramiento de la capacidad energética del país;
  • el desarrollo avanzado de las telecomunicaciones.

Estos tres procesos básicos, enfatizó Hugo Chávez, deben ser acometidos con total premura y decidido empeño, puesto que lo que está en juego es la soberanía no sólo de Cuba, sino de ambas naciones. Los resultados son para hoy, “a marcha forzada”, puntualizó.

Ahora bien, es imprescindible discutir las implicaciones estructurales de estas tres reconocidas y urgentes vertientes para Cuba:

Ø La auto suficiencia alimentaria : ha de concebirse dentro de una línea de acción inversionista y de reorganización de las fuerzas productivas tal, que integre el concepto de economía agroindustrial.

Donde ha destacarse la producción de valores agregados para el mercado interno con potencialidades reales de exportación. El consumo interno se presenta como el filtro de la calidad exportadora. Ello no se dará sin abrir los espacios de competitividad llamados a propiciar una eficiencia y una calidad definidas por el mercado nacional y no por algún planificador central o ente administrativo intermedio.

Un acelerado proceso de transformación de las relaciones de producción en la agricultura tiene que generar otro salto cualitativo en el entorno industrial afín: la producción de la industria metal-mecánica ha de responder a las necesidades de aprovisionamiento y mantenimiento de correspondientes parques de maquinarias agrícolas ligeras y semi pesadas.

La política crediticia para las inversiones y la comercialización debe ser asegurada por el sistema bancario central y por la formación de cooperativas financieras entre PYMEs.

Ø El aseguramiento de la capacidad energética : esta vertiente está ante el reto de asumir una matriz energética mixta. Si el aseguramiento de los suministros de petróleo se garantiza gracias a los acuerdos de largo alcance con la República Bolivariana de Venezuela, la sostenibilidad estratégica de la capacidad energética depende de la combinación de fuentes alternativas.

Aquí el principal campo de acción para una estrecha colaboración tecnológica entre ambos países está en el aprovechamiento de la energía solar. Esta línea de desarrollo en el mediano plazo ha de apuntar hacia el desarrollo del hidrógeno con base en dicha fuente de la energía. La combinación del bioetanol (cuya producción ya los dos países han convenido a partir de la caña de azúcar), el gas natural y las fuentes de hidrógeno puntuales, ha de consolidar una matriz energética de indudable sostenibilidad. El transporte automotor de cargas y pasajeros (éste último, público y privado), el uso doméstico de la energía en urbanizaciones modernas y en importantes sectores industriales (como el del turismo) y científicos tendrán asegurada una proyección de desarrollo a muy largo plazo.

Ø El desarrollo de las telecomunicaciones : la construcción y puesta en explotación del cable submarino de fibra óptica entre Cuba y Venezuela ya a partir del próximo año (2008) - proyecto que, valga decir, ha inquietado muy visiblemente al mundo de las transnacionales monopolistas en el sector - constituye un salto revolucionador de las potencialidades para ambas economías y muy especialmente para Cuba.

La transferencia ilimitada de información a altas velocidades por el potente ancho de banda proyectado, el bajo costo y la alta calidad de transmisión se alzan como el único fundamento infraestructural capaz de hacer posible la idea y la decidida marcha en ambos países hacia la sociedad y la economía del conocimiento.

La importancia estratégica de este acontecimiento tecnológico trasciende el ámbito de lo técnico y adquiere una dimensión política determinante para la pujante proyección de las concepciones de desarrollo socialista en ambas realidades y en su entorno regional.

Sin embargo, este medular empeño de la colaboración tecnológica no daría resultados sostenibles fuera del desarrollo intensivo de la educación escolar y universitaria en las ciencias informáticas. El polo cubano que ya hoy se desarrolla ha de recibir especial atención y sostenidas inversiones en recursos de capital y profesionales. Venezuela ha de sembrar ya idéntico polo y los proyectos de cooperación científico-tecnológica deben asumir el concepto de integración en cadenas de valores entre ambas economías.

Especial consideración amerita el desarrollo de la nanotecnología, para lo cual se deberán concentrar ingentes recursos y esfuerzo científico. El desarrollo de la física en Cuba - de modesta pero reconocida trayectoria también internacionalmente – ha de ser recuperado y relanzado. Una gran cantidad de profesionales residentes y no-residentes (éstos últimos dispersos por el mundo y con reconocidos logros profesionales en dichos ámbitos) puede reverdecer y potenciar el avance científico y tecnológico de Cuba y entre ambos países. La línea de desarrollo asumida por Venezuela en el campo de la tecnología cósmica puede aprovecharse como filar de importantes polos científicos de participación multinacional en la región. El nivel científico debe soportarse en una política que no escatime la incorporación de profesionales especializados de todas las latitudes. Ideales condiciones infraestructurales para la investigación aplicada y la docencia, combinadas con remuneraciones del más alto nivel han de privilegiar los esfuerzos de dichos profesionales – privilegiar en el sentido del reconocimiento de su alto valor social. No hay otro camino hacia la economía del conocimiento, un concepto cuya comprensión e intensiva materialización definirá la soberanía y la influencia de las naciones en el porvenir de la humanidad.

Imbuido de la importancia vital que para Venezuela y Cuba tiene ahora una estrategia de cooperación sistémica conjunta, cual único posible trampolín hacia la reafirmación de la viabilidad del empeño socialista, el Presidente venezolano exhortó a las autoridades cubanas a emprender las transformaciones que sean necesarias en las relaciones de producción - el sistema de propiedad que define al modo de producción - y a modelar una estrategia de federación de ambas Repúblicas. Tales planteamientos poseen un significado que trasciende la perspectiva de una simple integración económica y proponen un escenario de integración regional de nueva cualidad. Pero además, sitúan la idea del socialismo en una importante perspectiva de creatividad.

Emerge con claridad que desde Caracas se conciencia que el socialismo venezolano no será posible o muy difícil sin la integración estratégica socialista con Cuba. Para Cuba es necesario comprender que la viabilidad de su proyecto socialista se define hoy dentro de la misma perspectiva. La autopista de la integración socialista es de doble sentido.

La objetividad histórica de este escenario viene a confirmar con aún más trasparencia que no existe otra alternativa para la renovación del proyecto socialista cubano que la transformación sistémica de la modelación de desarrollo socioeconómico. Tal como he señalado en disímiles trabajos, la cooperación económica y política con Venezuela ha de ser asumida como trayectoria estratégica para los cambios estructurales que han de sentar las bases de un salto cualitativo y sostenible hacia el desarrollo. Toda proyección táctica ha de abandonar cualquier visión coyunturalista del momento revolucionario actual y ser supeditada a las exigencias de los cambios conceptuales en lo económico, lo social y lo político.

Ésa ha sido la consideración esencial que he expuesto en varios ensayos. Y ése el debate medular, el debate decisivo al que debe ser convocada la sociedad cubana.

La recuperación y expansión de la economía cubana puede lograrse solamente mediante un intensivo desarrollo de sus fuerzas productivas. Ese desarrollo sólo se dará con la liberación de todo el potencial emprendedor de la sociedad. La condición sin la cual ello no se logrará es la transformación radical del modo de producción actual y de las relaciones socioeconómicas de producción. No abundaré aquí a este respecto, puesto que en muchos otros trabajos publicados vuelvo de manera recurrente sobre este problema clave. Aprovecho esta ocasión para puntualizar las ideas que han sido revalidadas por el Presidente venezolano.

La viabilidad del proyecto socialista cubano no tiene posibilidad alguna de materializarse fuera de una fuerte integración geoeconómica. La integración económica con Venezuela adquiere carácter político estratégico. Venezuela y Cuba están llamadas a convertirse en el motor de la integración subregional que se define en el ámbito del ALBA, su núcleo duro. Un núcleo único posible de catalizar el proceso de integración horizontal de sus diversas realidades socioeconómicas y políticas.

Idea que sólo puede tener éxito en la medida que Cuba asuma la transformación cualitativa de su modelación socioeconómica. Esta transformación ha de desbrozar el camino de la convergencia sistémica entre los proyectos de economías de Cuba y Venezuela y, con ello, entre Cuba y el resto de las economías del ámbito caribeño, centro y suramericano.

No hay lugar aquí para pensamiento reduccionista alguno. Si los proyectos de economías de Cuba y Venezuela están determinados por la voluntad política de la transformación socialista de las relaciones de producción, tal como lo están, la convergencia sistémica será exitosa solamente si el propósito de transformación de la realidad es la emancipación socio-humana del individuo. El grado de libertad (justo en el sentido matemático y sociológico de la acepción) con el que ambas sociedades creen condiciones para que la riqueza de sus naciones no se dé mediante la explotación del trabajo entre sus conciudadanos estará determinado por sus realidades sociopolíticas y culturales específicas.

Situados ante el umbral de un proceso de integración socioeconómica sui generis en América Latina, ambos países parten de momentos históricos distintos de transformación de sus realidades políticas. La dinámica de la integración entre ambos países, por lo tanto, estará dada por la capacidad de retroalimentación de los respectivos procesos de transformación interna.

En efecto, la dinámica de la integración no será resultado de azares. Un conjunto de factores la estarán inexorablemente condicionando. En este sentido, la proyección política estratégica de la integración socioeconómica entre Cuba y Venezuela exige tres planteamientos clave en el corto y mediano plazo:

  • Primero : el entendimiento sobre la libre circulación, asentamiento y derecho de trabajo y estudio de los ciudadanos en ambas Repúblicas.

Existe una razón esencial. Los flujos de capitales productivos entre ambas economías, factor de soporte de la integración económica, tendrán toda la legitimidad política si los ciudadanos pueden decidir sobre cómo mejor aprovecharlos. Por consiguiente, el espacio económico de aplicación de las fuerzas productivas tiene que trascender la concepción política de estado-nación que la reduce al espacio geográfico de la nacionalidad.

No existen procesos sociales integradores sostenibles fuera de la integración de las sociedades en primer término. Para los ciudadanos de ambos países estarán abiertas las posibilidades de trabajar y lograr espacios de realización profesional y sociocultural en los escenarios diferenciados que brindan las dinámicas particulares internas de transformación socioeconómica y política. El enriquecimiento común de las experiencias ciudadanas se convertirá en factor de desarrollo y elemento disociador de todo nacionalismo en el proceso integrador.

  • Segundo : el entendimiento sobre el establecimiento en un mediano plazo (3 a 5 años) de la convertibilidad plena entre sí de las monedas de ambos países.

La integración económica adquiere viabilidad sobre la base de la integración orgánica de los sistemas productivos. El factor de coherencia sistémica de los procesos de integración de las economías se puede dar solamente mediante la complementación de los esfuerzos de los actores económicos. La integración socioeconómica será consecuencia y no causa de esta proyección. A las empresas les está dado organizar - según las expectativas de eficiencia económica - la cooperación industrial y tecnológica directa. La convertibilidad plena entre sí de ambas monedas en el mediano plazo establece la pauta para el establecimiento a más largo plazo de una moneda común. Este proceso exigirá de los bancos centrales de ambos países el establecimiento de políticas monetarias coordinadas.

La integración de procesos productivos estará pautada por los proyectos comunes gubernamentales de desarrollo socioeconómico. Los cuales deberán ser apoyados por líneas de financiamiento especialmente diseñadas.

  • Tercero : la integración de las economías de ambos países no podrá soslayar la necesidad del establecer políticas comerciales de común denominador, tendiente a crear una subzona de aranceles comunes, perfectamente extensible al territorio del ALBA.

Todo proceso integrador de las economías en la región exige de Cuba una transformación cualitativa de su modo de producción. Para Cuba el imperativo de la transformación está dado por la necesidad ineludible de propiciar las condiciones adecuadas para el desarrollo revolucionador de las fuerzas productivas.

La esencia de los cambios conceptuales del modo producción cubano actual se circunscribe (no se reduce) a dos problemas fundamentales:

  1. La transformación del sistema de propiedad estatal sobre los medios de producción. Donde el concepto de democracia económica asociado a la no-propiedad y al imperativo de soberanía ciudadana podrá definir la naturaleza y la organicidad del nuevo sistema.
  2. La organización del sistema de relaciones de producción bajo la consideración del funcionamiento pleno del mercado. Donde lo pleno no implica ningún concepto relacionado con las ideas neoliberales del laisse fair.

La sociedad cubana debe incorporar al debate promovido por el discurso del Presidente en funciones, Raúl Castro, pronunciado el pasado 26 de julio del corriente, el análisis, las propuestas y la exhortación del Presidente de Venezuela. El debate cubano sobre la renovación del socialismo en Cuba y la reorientación de la trayectoria hacia el desarrollo socioeconómico es un debate esencialmente sobre nuevos conceptos de organización social, económica y política. Ahí están las esencias que, asumidas, harán posible el aprovechamiento eficiente del actual momentum de inflexión revolucionaria en Cuba, Venezuela y el resto de la región.



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Roberto Cobas Avivar

Economista, activista político y social

 rcavivar@gmail.com

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