El PSUV

El PSUV es una de las metas del Presiente que viene gestándose desde que comenzó a trabajar para la toma del poder. Los frentes, los bloques, las alianzas, la plataforma y la metódica desde abajo, han sido antecedentes que se han intentando en los últimos 10 años. Ahora, dadas las condiciones objetivas en el escenario político, la decisión de estructurar el partido único apunta a su materialización. Es  el momento justo, pues. Ya es hora de sacudir la composición orgánica y la concepción clientelar del partido de hoy, puesto que opera en una dirección diferente por la que va el Proceso y por la que transita Hugo Chávez.

 

 

Estimo que el primer paso a dar, para su constitución, es revisar el papel actual del partido a fin de acoplarlo a la dinámica exponencial del Proceso Revolucionario. Su rol de intermediación entre el Estado y las comunidades bajo la metodología del clientelismo corresponde a una etapa ya superada.

 

El clientelismo, práctica contrarrevolucionaria, es sinónimo de puntofijismo, demagogia, democracia representativa, pragmatismo, es decir, la postura política de la conveniencia y manipulación que se le hace al colectivo para alcanzar objetivos particulares.

Vamos a entender por clientelismo como el intercambio de beneficios entre un elemento de poder y otro ser menesteroso, privado de ese poder, mediante el cual el poderoso entrega protección y satisfacción de necesidades materiales y el menesteroso le corresponde con su conciencia.

 

 

La mayoría de los partidos y movimientos políticos vigentes son clientelares. Aunque sostengan su apego a un nuevo orden social basado en la Constitución Bolivariana, apoyen al Proceso, se identifiquen con el chavismo, a pesar de todo lo que declaren sus dirigentes, su práctica no es revolucionaria. No han podido deslastrarse de la cultura que hemos heredado de la IV República. Valga decir: (i) sigue la cúpula siendo el ente que decide todo; (ii) se apropia de las instancias populares y se le arrebata al colectivo organizado la potestad de la participación para definir su propio destino; (iii) se organiza a la militancia para asumir el poder desde la concepción burocrática; (iv) ausencia de humildad en las inter-relaciones personales, auspiciando consciente o inconscientemente la rivalidad entre todos; (v) carencia de voluntad para sumarse a la acción solidaria de abrirle los espacios al poder popular.

 

La coyuntura actual tiene que estimular a todos las organizaciones políticas a asumir el nuevo rol que manifiesta el Presidente. La intermediación clientelar no puede ser el fin del partido. Mucho menos ahora cuando esa gestión la van a cumplir los Consejos Comunales. El surgimiento de los Voceros incide de manera determinante en derrumbar la estructura cupular como entidad rectora de las decisiones que le competen al colectivo. La vocería también va a dejar de lado la rivalidad; pues, ya no será el individuo quien tomará las decisiones. Éstas, serán procesadas en colectivo bajo la metodología asamblearia. Por eso es que los rasgos predominantes en esta fase del Proceso, los Partidos tienen que comenzara ajustarse a lo que será su futuro inmediato.

 

El papel del partido sigue siendo vital. Principalmente el de instrumento electoral. Es significativo señalar que en el nuevo paradigma establecido en 1997  --decisión del MBR-200 de ir a las elecciones en el 98--   la revolución se busca, se alcanza y se consolida por la vía electoral. Camino para crear el poder popular. Y ese camino lo construye el partido político. Por lo tanto, esa será la ser la razón de ser del partido único: ir a las elecciones para tomar el poder y transferirlo a la comunidad organizada.

 

 

La lucha del partido político, bajo la orientación e transferirle el poder al pueblo, tiene que orientarse a:

(i) darle sustentabilidad a la formación ideológica y a la enseñanza cultural de la concepción revolucionaria como cambio de estructura;

(ii) profundizar las diferencias entre reforma y revolución a fin de que se asuman las fases del Proceso para consolidar el bien común del colectivo; (iii) capacitar a las comunidades para el ejercicio del poder popular y, muy particularmente, la ejecución del mandato constitucional y de la ley creadora de los Consejos Comunales;

(iv) generar la carrera del militante político con base en la formación teórica, su ejercitación práctica y su sometimiento a las decisiones asamblearias;

(v) contribuir con el poder del Estado en la preparación del pueblo para la defensa integral de la Nación;

(vi) estimular el convencimiento que la revolución no es pragmatismo sino espiritualidad, lo que determina una concepción del mundo y de la vida totalmente diferente a la reformista;

(vii) colocarse a la orden del gobierno nacional para ampliar la base política en las comunidades con el objeto de desarrollar las siete líneas estratégicas que definen el programa de Hugo Chávez.

 

Debemos internalizar la humildad y prepararnos para entrar en la nueva fase del partido como elemento constructor del poder popular. Lo exige la evolución del Proceso y lo manda el Presidente.  

El PSUV en tres fases

 

Transición por etapas. Fases, podemos llamarlas. Transición porque vamos a ir de las estructuras partidistas reformistas a la composición orgánica revolucionaria sustentada en el método asambleario. Tal como lo tiene que hacer ahora el Consejo Comunal en lo que respecta a la participación de la comunidad en las políticas públicas y la decisión en su propio destino.

 

Además, transición porque todavía hay quienes no asimilan la vía revolucionaria. Algunos la han confundido –por ausencia de claridad ideológica--  con las posiciones reformistas de la cultura de la democracia representativa. Por esa razón, se debe ir al PSUV por fases. No todos aceptan la propuesta del Presidente. A muchos les ha caído como un baño de agua fría. No obstante, estimo que esa es una meta a alcanzar en el corto plazo, en un lapso no mayor de los 12 meses.

 

Considero que se deben cumplir tres fases para vencer todas las resistencias. La primera, a la que denomino como la metódica desde abajo, es la sinceración democrática de todas los partidos y unidades políticas de participación colectiva. Es la fase de implantar la consulta a la militancia, por medio de las asambleas a fin de decidir asuntos trascendentales, tales como: (i) elección de autoridades a todos los niveles; (ii) apoyo al gobierno en la construcción del poder popular; (iii) atención a las comunidades para reforzar a los organismos públicos que combaten la pobreza. Esta fase puede abarcar el primer semestre del año 2007.

 

La segunda fase, una vez que se haya puesto en práctica la metódica desde abajo y sean legitimadas las autoridades por la vía de las asambleas de base, comienza la etapa de la Plataforma Unitaria. Todas las organizaciones políticas se acuerdan con base en los siguientes objetivos comunes: (i) asumir un programa único para sumarse al proceso de transformación del país, de acuerdo a las siete (7) líneas estratégicas definidas por el Presidente Chávez; (ii) homogeneizar el pensamiento político ideológico que soporta la acción emancipadora del pueblo, a través del enriquecimiento de la tesis del Socialismo del Siglo XXI; (iii) estimular el sentimiento colectivo para elevar la espiritualidad revolucionaria que sustenta un modelo de sociedad basado en el bien común del colectivo; (iv) acoplarse a un  plan rector para la incorporación de toda la militancia revolucionaria a la defensa integral de la Nación; (v) incrementar las acciones de demostración, por convencimiento y lucha, del antiimperialismo mundial.

 

La Plataforma Unitaria es ya en sí el prototipo de organización de lo que podría ser el Partido Único. La Plataforma tendrá una dirección colectiva integrada por los voceros (portadores de la encomienda decidida en la asamblea de base) de todas las organizaciones políticas, cuya función será la de coordinar las acciones colectivas que se derivan de los objetivos comunes. Es necesario resaltar que los voceros no toman decisiones de manera autónoma. Los voceros llevan la voz de lo que decida su respectiva asamblea general. Es, en términos reales, un lleva y trae de lo que acuerde el colectivo en la asamblea. La fase de la Plataforma Unitaria podría durar un semestre también. Así tendríamos que para fines del año 2007 se perfila el rol a cumplir por el PSUV. Sus dos experiencias previas la colocan en la antesala de su primer reto, lo que nos llevaría a iniciar la tercera fase.

 

A partir de enero del 2008 se le daría inicio a la fase que vamos a llamar de la Unidad Revolucionaria (UR), la cual comprende la transformación de Plataforma en PSUV. Etapa decisiva para que los voceros de la Plataforma Unitaria, previa consulta a sus respectiva asambleas de base, lleguen al acuerdo de presentar la estructura orgánica (objetivos, composición, responsabilidades, tareas y sentido unificado de pertenencia) de acción común, colectiva, solidaria y homogénea. Su primera tarea de consolidación política y de meta colectiva es la presentación del plan electoral 2008 para las elecciones de Gobernadores, Alcaldes y Concejales a mediados de ese año. 

Racionalidad del Partido Único

 

Para interpretar el significado del PSUV en el marco de la revolución bolivariana hay que definir el espacio político en el cual se desarrollará. Eso implica precisar tres variables que determinan el proceso revolucionario: (i) elecciones, (ii) cambio en las relaciones de poder y (iii) sistema político-social basado en la democracia revolucionaria.

 

En primer lugar, hay que ubicarnos en el escenario de la lucha por alcanzar la revolución. Ésta, a partir de 1997, se libra por la vía electoral. El nuevo paradigma del siglo XXI establece que la revolución se inicia, se desarrolla y se consolida a través de los actos electorales de carácter revolucionario. Las elecciones son el instrumento para tomar el poder y transferirlo a las comunidades organizadas. Léase bien, tomarlo para cederlo, entregarlo, darlo al pueblo.  Acción política diametralmente opuesta a las elecciones cuando son empleadas para mantener el poder cupular de los cogollos.

 

El acto electoral de carácter revolucionario incide en la concepción ideológica del poder. En la reforma, o modelo político de la democracia representativa, las elecciones son un instrumento para perpetuar en el poder a las clases dominantes. Mientras que en la revolución las elecciones son la vía para emancipar al colectivo nacional. Al transferir el poder, o toma de decisiones, a la comunidad organizada se está generando un cambio en las relaciones de poder. La dirección de la sociedad deja de ser un privilegio de las cúpulas y empieza entonces un proceso de adecuación de las comunidades organizadas a ejercer el mando sobre sus respectivos colectivos.

 

Por otro lado, la comunidad organizada al tomar decisiones sobre los asuntos de su competencia, que es lo mismo que definir su propio destino de manera autónoma, entra en la dimensión del ejercicio de la democracia directa (democracia revolucionaria). Empleando el método asambleario, la comunidad no va a requerir de la intermediación de ningún otro ente ajeno a sus propias estructuras. La existencia de la ley de Consejos Comunales es lo más aproximado para explicar el cambio en las relaciones de poder.

 

El Consejo Comunal, integrado por voceros electos en la asamblea comunitaria, es ahora la instancia que decide sobre las políticas públicas y los planes de desarrollo para su prosperidad individual y colectiva. Por lo tanto, el propio aparato burocrático del Estado no se involucra en el proceso decisorio. La autonomía radica en el Consejo Comunal el cual es concebido, creado y electo por la asamblea de ciudadanos de la comunidad. En todo caso, el Estado debe cooperar y capacitar a la comunidad para que pueda ejercer, de manera satisfactoria, los roles que establece la ley. Pero no se debe involucrar en el proceso de toma de decisiones.

 

Cuando nos referimos al Estado, estamos hablando de los gobiernos locales y regionales, así como de las instancias descentralizadas del gobierno nacional. Pero también, se incluyen a los partidos políticos, los cuales ahora no van a ser intermediarios ante el propio Estado. En la gestión de la reforma, los partidos políticos eran el brazo ejecutor –bajo el método del clientelismo- de las comunidades. Su rol era carnetizar a todo aquel que se beneficiara de su acción y, por lo tanto, pasar a convertirse en un número que sumara votos al momento de la elección. Compraban conciencia a costa de la menesterosidad.

 

Ahora ese rol no debe existir más. El partido político ya no va a comportarse como activador del clientelismo. El partido político será instrumento electoral para tomar el poder, transferirlo al pueblo y capacitar a la comunidad para que lo ejerza. Ese será el rol del partido por el que debe trabajar quienes se agrupan alrededor del chavismo. El PSUV surgirá ateniéndose a las variables que determinan el Proceso Revolucionario. Esa es su racionalidad.

 

La interpretación de lo que significa cambio de estructura, objetivo central de la revolución, es la explicación del por qué el PSUV dentro del Proceso Revolucionario venezolano no será igual a las experiencias históricas habidas hasta ahora. La descripción hecha nos permite elaborar un marco teórico nuevo que justifique un concepto inédito de su accionar en el sistema político venezolano. De tal manera, que las alusiones a ejercicios de partidos únicos que han existido anteriormente y que existen en la actualidad, críticas negativas y hasta positivas; así como, sugerencias que induzcan a imitar a otras relaciones similares, no pueden ajustarse a una verdad materializada en hechos concretos, ya que lo que se va a crear no tiene parámetros referenciales iguales.



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William Izarra

Oficial de las FANB, retirado como Comandante (Teniente Coronel) de la Aviación Militar. Siendo oficial activo logró realizar estudios en todos los niveles académicos del saber universitario obteniendo su título como Licenciado en Educación (UCV); Maestría en Planificación (Harvard University) y Doctorado en Ciencias del Desarrollo (Cendes, UCV). Ha sido miembro del MBR-200, MVR, PSUV, Director Nacional de Ideología del Comando Maisanta, Colectivo Democracia Directa y creador del Centro de Formación Ideológica (CFI). Ha ocupado algunos cargos dentro del Gobierno Bolivariano Revolucionario bajo el mandato de Hugo Chávez Frías, siendo unos de los más relevantes el de Vice-Ministro de Relaciones Exteriores para Asia, Oceanía y Medio Oriente. Ha escrito una serie de folletos y libros para la compresión de los valores y principios socialistas.

 izarra1947@gmail.com      @williameizarra

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