Binóculo Nº 469

Comenzó la privatización

En los años 70, Estados Unidos desplegó una política que tenía dos vertientes: Una, dirigida a destrozar todo el andamiaje educativo que operaba en América Latina, y todo aquello que sonara a independencia, es decir, a la capacidad creativa y desarrollo que tuviera los estudiantes en las escuelas. Una de las mayores expresiones de esa política, fue la eliminación de las escuelas técnicas, que convierte a Rafael Caldera, sin duda en el peor presidente que haya tenido la nación. Fue la más arrastrada y la más grave de las políticas que se desarrollaron en el país. No fue solo en Venezuela, por cierto, sino en todo el continente. Nadie se dio cuenta de que era una política que emanaba del Big Brother.

Dos, también fue una política aplicada, aquella de hacer muy incompetente al aparato burocrático del Estado, aliñado con la corrupción. Siempre he dicho que la corrupción es oficial en Venezuela con Carlos Andrés Pérez, cuando compró a la mayoría de la dirigencia de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) para controlar a su partido Acción Democrática (AD). Pero mucho antes hubo corrupción, como por ejemplo todos los bienes de la familia Gómez, que, a la muerte del dictador, los adecos se la quitaron y se la cogieron ellos.

Hacer ineficiente al Estado, era una necesidad porque respondía a la estrategia de hacer que el Estado vendiera sus activos, que siempre son los más importantes de cualquier nación, a las empresas privadas. Eso se sustentó con una de las campañas publicitarias más pérfidas y más agresivas de las que yo haya tenido conciencia. La campaña estaba dirigida a hacer que el ciudadano odiara al Estado y se convenciera de que la salida era la empresa privada.

No entendía el ciudadano un hecho fundamental, como es que, si una empresa privada tomaba posesión de un bien del Estado, como por ejemplo un servicio público, ese servicio público ya no costaría lo mismo y además la aplicación de su ejecución sería inmediata.

A ello se sumó la ineptitud, que creció como la espuma y la falta de control: hospitales que tenían 10 choferes, pero no había ambulancia, estaciones de policía sin patrullas, profesionales chimbos porque nadie verificaba su origen, pago de alquiler de edificaciones para llenar los bolsillos de sus propietarios a cambio de comisiones, robo de materiales y equipos en las distintas dependencias del país. Miles de hechos, que a la larga terminaron haciendo al Estado ineficiente y corrupto. Eso no ocurrió solo en Venezuela, sino en el mundo entero, vendiendo la falsa premisa de que la empresa privada sí era eficiente. Y, por cierto, nada más alejado de la realidad.

Y, además, la privatización que se hizo fue de los activos que en realidad eran una mina de oro, como el caso de los servicios públicos, que terminó siendo una espada de Damocles para el propio Estado, porque, además, dejó en manos privadas el control de las telecomunicaciones, la electricidad, las autopistas, el agua y una larga cadena de etcéteras. Esa agresiva y peligrosa política no ha hecho otra cosa que profundizar más los problemas del pueblo, de los más necesitados. Permitir que el agua sea propiedad de una empresa y que ésta no le permita beneficiarse de ella sin un pago, es simplemente un crimen. Hoy en día, los servicios públicos importan entre el 30% y el 40% del salario de los trabajadores latinoamericanos. Y hasta un servicio público como internet, que es considerado un derecho humano, cuesta una fortuna para cualquier ciudadano común y corriente.

Haciendo un balance, la privatización, es unas cosas más pérfidas de las dinámicas sociales que ha vivido el mundo en el siglo pasado y en éste, que lo comienza a vivir más profundamente. Sobretodo porque no ha resuelto ninguno de los problemas, por los que se aplicó: la corrupción y la ineficiencia, es un fenómeno global y no exclusivo del Estado. No existe cosa más corrupta e ineficiente que la banca.

El gobierno acaba de anunciar la privatización del 10% de las empresas del Estado. Hoy día una de las características más resaltantes del Estado venezolano es la incompetencia y la corrupción. Ninguna de las empresas que existían, ni las que expropió Chávez, funcionan o sirven para algo. Todas eran productivas, mientras eran privadas, se volvieron parasitarias en manos del Estado. Algunos nombres son de antología: Venvidrio, Invepal, Leche Los Andes, las empresas petroleras.

Yo, en lo personal, no creo en el Estado empresario. El Estado tiene demasiadas responsabilidades como para también ser empresario. Pero soy un absoluto convencido de que el tema estratégico no es negociable. Es decir, todo lo concerniente a servicios públicos: agua, luz, telefonía, internet, aguas dulces y saladas, vialidad, etc. Nada de eso puede ser privatizado porque sería un daño directo al pueblo, a los venezolanos. Incluso la industria petrolera, en su esencia, debe estar en manos del Estado.

Ahora, la privatización es otro estigma que no lo vean como bueno, cuando ha sido muy malo. Pareciera que no establecieran reglas del juego cuando se le vende a la empresa privada una empresa del Estado. Pero, además, me parece imposible que alguien compre solo el 10% de una empresa medio quebrada, para recuperarla, sin que vea retribuida su inversión, con una sustanciosa ganancia, y eso, como todos sabemos, tiene una estrecha relación con los precios. Y siento que el gobierno debería ser más abierto en este tema, no solo explicar con lujos de detalles qué va a hacer, sino consultarle al pueblo, y a eso que antes se llamaban las fuerzas vivas del país. Porque si bien todas las empresas del Estado son un asco, tendríamos que ver en qué tipo de asco se convertirían en manos privadas

Pero al mismo tiempo me estoy haciendo una pregunta: ¿si es cierto lo de la recuperación económica, porque tenemos que privatizar el 10% de las empresas del Estado, que en mi opinión es una trampa? Por qué no se diseña un plan maestro para privatizar a precios no de regalo, las empresas que no son estratégicas y cumplir un plan a diez años. Eso sí, consultando y haciendo planteamientos a los trabajadores, incluso respetando cualquier propuesta que sea beneficiosa para el país.

En mi opinión, la decisión de Nicolás, es inadecuada, porque si el objetivo es obtener recursos, entonces debería mostrarse el plan en el que serían invertidos esos recursos. Que, por supuesto no será El Plan de la Patria, porque ya sabemos que el chavismo no cree en eso.

Caminito de hormigas…

Oscar Schemel, a quien algunos definen como el encuestador del gobierno, y a mí me parece que no lo es, acaba de soltar números interesantes y muy preocupantes. 54% de los venezolanos son ni-ni. Supongo que para el 2024 Nicolás será el candidato presidencial. ¿A dónde llegará ese 54% para esa fecha?... En la plaza de Las Tres Madres, el abandono es total. Baño y dormitorio de indigentes. Es un pitazo para el alcalde Fuenmayor, que por cierto está haciendo un muy buen trabajo



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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