La situación socioeconómica y de otras índoles en Venezuela empeora cada día (noviembre de 2020), y no obstante la actual pandemia por coronavirus ha enmascarado en buena medida la crisis estructural, producto de factores externos e internos, que ha azotado a millones de ciudadanos en la nación caribeña desde hace algunos años. La ha enmascarado en el sentido no sólo de servir al Gobierno como factor explicativo de la semiparalización económica para nada reciente, sino en cuanto a que ha sido utilizada como justificación parcial de la ejecución de políticas que no han hecho más que dejar en evidencia y acentuar un panorama que es bien oscuro prácticamente desde que Maduro asumió el máximo poder político. Panorama que hoy día se caracteriza, entre otros aspectos, por la alarmante pobreza y miseria, la quiebra de la economía pública-estatal, la poca inversión social, la escasez de gasolina, la grave deficiencia en la prestación de los servicios básicos, el estado de indefensión en que vivimos los venezolanos comunes y la decadencia general.
En tal contexto el Gobierno "revolucionario" ideó la ridícula estrategia conocida como 7X7, que consiste en declarar una semana de cuarentena radical, otra de flexibilidad, y así sucesivamente, como si el famoso coronavirus estuviera presente unas semanas y otras no. Estrategia que, según la administración "socialista", ayudaría a recuperar económicamente al país mientras se cuida la salud de los ciudadanos; "entre producción y cuarentena no hay contradicción", es el slogan de las autoridades nacionales. En realidad la cuarentena por la pandemia en Venezuela, al igual que en el resto del planeta, hace largo rato ya no es tan rigurosa, pero la aplicación de medidas draconianas ha sido útil al poder y sigue generando un enorme perjuicio a la mayoría de la humanidad: destrucción progresiva de la pequeña y mediana economía y de los aparatos productivos estatales, aumento brutal del desempleo e incremento notable de la pobreza y la miseria.
Lo cierto de todo, en el caso de Venezuela, es que la famosa cuarentena por la pandemia de COVID-19, además de servir de ‘tapadera’ de la crisis socioeconómica, ha sido utilizada por la élite política, entre otras cosas, como excusa para la aplicación progresiva de medidas neoliberales, para seguir entregando al país en bandeja de plata a los intereses transnacionales, para el control y la vigilancia social y para endurecer la represión policial-militar en favor del Statu Quo. Al Gobierno venezolano, como al resto de las administraciones del mundo, lo que menos importa es la salud y el bienestar general de las personas comunes, particularmente de los asalariados, desempleados y pequeños empresarios.