La pandemia que azota en la actualidad al mundo entero, además de los efectos sanitarios negativos, ha generado terribles consecuencias sociales y económicas. Por un lado ha sido la excusa perfecta para que las élites y los Gobiernos subordinados a éstas, desarticulen de forma casi perfecta a la sociedad en gran parte del mundo; mediante la cuarentena colectiva o aislamiento social han logrado un control casi total, justificado mediáticamente por el aparente grave peligro que representaría una propagación mayor de la infección por el COVID-19, presentado ante la opinión pública como una seria amenaza para el homo sapiens, y como tal ha sido enfrentada con todos los recursos, herramientas y estrategias disponibles. De forma abierta el Statu Quo ha confinado obligatoriamente a un alto porcentaje de la humanidad en sus hogares, para lo que evidentemente hubo de apelar al toque de queda completo o parcial, a la violación de derechos y libertades y a la suspensión de numerosas garantías constitucionales, tales como el derecho a manifestar pacíficamente y a no ser detenido arbitrariamente. Incluso el Gobierno de Filipinas llegó al extremo de ordenar el asesinato de quienes no cumplan la cuarentena en ese país asiático.
No quedan dudas que las élites y los Gobiernos están allanando el camino para ir acostumbrando a los pueblos a un confinamiento global "voluntario", y así lograr poco a poco la desmovilización y deshumanización social completa, y controlar la rebeldía manifestada hasta ahora en contra de las políticas impopulares cortesía de los Estados burgueses, y en general contra el capitalismo global y sus nefastas consecuencias. El poder no deja nada al azar, y situaciones como la crisis sanitaria actual, enfrentada prácticamente como si de una guerra se tratara, es bien aprovechada para seguir golpeando a los pueblos, e impedir que se levanten en contra del orden prevaleciente. Gracias a la coacción estatal y al terror que genera en las masas la posibilidad de que la pandemia de turno mate a muchísima gente en el orbe, en parte por la ignorancia y por la manipulación de la información, ha sido relativamente fácil lograr el aislamiento social, violar derechos y suspender garantías constitucionales. Y de no haber una reacción popular enérgica a escala global, posiblemente la casi totalidad de la humanidad va ir quedando reducida a vivir numerosas horas encerrada en casa, "comunicándose" unos con otros exclusivamente vía electrónica por correos, mensajes y otras formas on-line (como redes sociales). En este contexto estaríamos asistiendo al surgimiento de una especie de sociedad virtual-cibernética dentro de un Nuevo Orden Mundial a los pies de la corporocracia planetaria, menos humana y más fácilmente controlable. De hecho en nuestros días es bien sabido que el internet es estrictamente vigilado día tras día por las agencias de inteligencia y de seguridad de las potencias y del resto de las naciones.
Por otra parte los efectos económicos de esta crisis sanitaria no son menos dramáticos que los sociales. Si bien el capitalismo como tal está siendo perjudicado por la paralización de buena parte de las actividades económicas, no pasará mucho tiempo antes de su recuperación, considerando, por ejemplo, el apoyo estatal por medio de los rescates a la gran empresa privada en todo el planeta. Pero quienes sí están viéndose seriamente afectados por la pandemia son los medianos y pequeños empresarios y millones de empleados del sector público y del sector privado. Estimaciones iniciales, quizá conservadoras, consideran que habrá al final de la crisis sanitaria más de 25 millones de desempleados, lo que evidentemente se traduce en el crecimiento notable de la pobreza y de la miseria. Obviamente las peores consecuencias serán padecidas por las naciones "subdesarrolladas", las que por desgracia estarán aún más a merced del Statu Quo capitalista, en especial de la banca internacional, que toma ventaja de todo tipo de catástrofes y crisis para seguir acumulando dinero. Un panorama desolador el que se avecina en la Tierra, y ante la lógica reacción de los pueblos contra la tiranía de las élites y los Gobiernos, la respuesta de la gran burguesía se está dando anticipadamente, mediante el aislamiento, la desmovilización y la desarticulación social.