Cuando hubo el intento de golpe el 4F, yo cubría Miraflores para Economía Hoy. Fui el segundo periodista en llegar después de Luis Alfredo Gómez "El Zorro". En los análisis posteriores, Chávez y los Comacates (comandantes, mayores, capitanes y tenientes) me parecieron unos talibanes. Un emplaste de ideas y de pensamientos que no se correspondían con lo que era el país. Fui un testigo de la historia, tanto de esos acontecimientos como de los posteriores, del 27N, de las persecuciones, de los allanamientos, de los rpg que decomisó la antigua Disip y que se guardaron en una hacienda de un adeco en Guatopo; hasta de su salida de la cárcel y posterior campaña electoral. Como siempre fui abstencionista y Hugo no me convencía, aunque ya lo conocía personalmente, no voté por él en las elecciones de 1998.
Reporteé la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, y escribí las Crónicas Parlamentarias, las únicas que se escribieron sobre la ANC. Siempre tuve conciencia de ser un testigo de la historia, y, además, de estar todos los días al lado de los hombres y mujeres que estaban cambiando la historia. Ya era amigo de algunos, o nos habíamos topado en las actividades militantes en nuestras respectivas organizaciones años atrás. Por ello había cierta confianza y recibí de hecho mucha información, misma que jamás he publicado y jamás publicaré. "Creo que hoy decido si me voy o me quedo en el chavismo", me dijo un altísimo jefe del proceso y constituyente del momento. Había serios enfrentamientos con Chávez. Todavía el siempre traidor Luis Miquilena, no se había desenmascarado y ostentaba su poder como presidente de la ANC. Recuerdo que uno de esos días se apareció un grupo de ciudadanos con un documento respaldado por miles de firmas, por el cual pedían la introducción de la pena de muerte en la nueva Carta Magna. Le pedí a Nicolás que me declarara sobre el particular y me dijo "no podemos estar de acuerdo porque eso no resuelve los problemas de la delincuencia y te aseguro que Chávez va a rechazar esa propuesta". Así fue. Chávez lo declaró varias veces, incluso en su programa que hacía en Radio Nacional, allá en Chapellín.
Pero desde el principio, Chávez recibió traiciones de diferentes sitios. Era parte del mar de confusiones tanto de quienes lo apoyaban como de quienes estaban a la expectativa de hacia dónde se encaminaba el Nieto de Maisanta. Allí en la propia ANC me encontré diputados que expresaban cosas claramente identificadas con el fascismo, o gente que hablaba de la socialdemocracia como una especie de redefinición de AD. De hecho, el primer jefe de la fracción parlamentaria del MVR en el último congreso, era un dirigente adeco de Barinas puesto por Chávez. También estaban los revolucionarios en la ensalada que siempre han sido: marxistas, maoístas, leninistas, pro vietnamitas, pro fidelistas; y, además, cantantes, actores, escritores y pare de contar. No era fácil debatir en ese despelote. Y mucho menos definir una línea política, mucho menos cuando el mayor confundido era el propio Chávez.
Pero Chávez era un empecinado en aprender, razón por la cual tenía un comportamiento de esponja. Por semanas anduvo con un librito que se llamaba El Oráculo del Guerrero. Y a donde iba, leía una frase escrita en el texto, hasta que descubrió que su autor –Lucas Estrella- era un instructor de karate y creo que declarado gay, que le importaba un carajo la política.
Luego comenzó a hablar de cosas más serias y en una de sus intervenciones dijo que podríamos ir a la Tercera Vía de Tony Blair. Eran esas ambivalencias, las que no me acercaban a Chávez, aunque tampoco me alejaban. No sólo aplaudía su originalidad, sino su honestidad con la gente y ese amor por el pueblo que siempre expresó. Por eso no perdono la pérdida de Mercal. Es la estructura de distribución de alimentos más avanzada del mundo. Ningún país la tiene. Tal como la concibió Hugo y tal como explico que se iría desarrollando, garantizaba la alimentación permanente del país e incluso de otros países. La corrupción acabó con todo.
Recuerdo que una vez habló de un nuevo concepto, creado por él: capitalismo con rostro humano. Esa vez llamé a un amigo y le dije "me parece que Chávez está bebiendo. De dónde coño saca ese tipo semejante barbaridad". Yo, de formación marxista, escucho semejante estupidez, y me produjo una arrechera profunda. "Coño pana, menos mal que no voté por ese güevón. Se está volviendo loco". Mi amigo sólo atinó a responderme, "pero ese es el loco de nosotros, Rafael. Está aprendiendo, dale tiempo".
Y el loco fue aprendiendo, con una velocidad que pasma. Gente que estaba pegada a él me cuenta que era un lector voraz. Aprendió muy rápido y entendió que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases, Marx dixit. Una vez lo escuché decir que estaba leyendo a Lenin, el libro sobre el Estado y me di cuenta que había aterrizado. Comenzaba a entender la contradicción principal. Me imagino que sus conversaciones con grandes hombres, sobre todo con Fidel, le dieron ese toque de magia que supo combinar. Pocos años antes de morir, le escuché una magistral intervención sobre las tres raíces. Allí entendí que estaba comenzando a reflexionar, lo que en algún momento lo llevaría a elaborar teoría. Aprendió a combinar toda esa teoría con la cotidianidad. Por eso se comunicaba tan llanamente con el pueblo. Tenía un agudo sentido de la oportunidad y un olfato extraordinario de la estrategia.
Chávez no es un mito, o como dice Alí "ni mucho menos un santo para prenderle una vela". Es proverbial su soberbia y sus arrebatos de arrechera, momentos en que maltrataba a todos por igual, siempre contra sus colaboradores, nunca contra un empleado o alguien de abajo. "Una vez, caminando con él por los alrededores de Miraflores a las tres de la mañana, nos encontramos con un soldado que estaba de guardia. Chávez se paró a hablar con él, que resultó ser de Barinas. Hasta se tomaron una foto. Al muchacho hasta se le salieron las lágrimas", me contó entonces un coronel amigo.
Del Chávez que conocí durante la primera campaña de 1998, al Chávez del 2013, había años luz de distancia. Creo que desde el 2008, tenía claro lo que estaba haciendo y hacia dónde llevaba al país. Si algo debemos aplaudir es su enorme capacidad para entender la historia y el momento. Por eso las misiones, por eso Mercal, por eso Pdval, por eso las zonas estratégicas, por eso la Alba, por eso Mercosur.
Sabía que no estaba equivocado y sabía que llevaba el camino correcto. Por eso lo mataron y por eso aún lo lloramos.
Caminito de hormigas…
El alcalde de Valencia, Alejandro Marvez, recibió un documento debidamente soportado sobre la corrupción en la Policía de Valencia, que incluye a los altos mandos. Allí se encuentran irregularidades como el caso de policías detenidos en Falcón atracando personas, que fueron detenidos y están reincorporados en sus cargos como si nada.