Tras la toma de La Bastilla, 14 de julio 1789, en la Francia revolucionaria de entonces; se conforma la Asamblea Nacional Constituyente como expresión del nuevo poder, para la redacción de una Constitución. Desde sus inicios, la manera simbólica en que se colocan los diputados electos por el pueblo envía señales de la conformación de la nueva sociedad emergente tras los hechos revolucionarios de aquel entonces. A la derecha del escenario parlamentario se colocan los Girondinos, quienes apostaban por una monarquía parlamentaria y derecho al sufragio no universal (eliminando ese derecho a las clases no propietarias, la mayoría), su apoyo radicaba en la nobleza, la incipiente burguesía y demás propietarios. A la izquierda de dicho escenario, se colocaron los Jacobinos, quienes en cambio eran partidarios de una República con sufragio universal sin exclusiones, y fueron quienes gozaron el apoyo de las clases populares, la mayoría de la población. En el centro, se colocaron los diputados indecisos o que no respondían a línea partidista alguna, a quienes se les llamó grupo La Marisma o el Llano. Desde entonces, las causas derechistas han sido identificadas con la clase de la burguesía o propietaria de los medios de producción privados. A la derecha, se le atribuyen las causas más conservadoras en toda sociedad pues, por lo general, se oponen a toda tentativa de satisfacer las necesidades de la mayoría de la población.
Como señala el historiador Federico Brito Figueroa, “…en la Venezuela contemporánea las clases y grupos sociales se formaron en el marco de la dependencia de los monopolios internacionales. Las clases más importantes, en orden de antigüedad, son: latifundistas y campesinado, pequeña burguesía y “clases medias” en general, y proletariado y burguesía. Como parte de la dominación colonial imperialista, estas clases asimilaron los valores del modo de vida norteamericano, y con la ayuda de los medios de comunicación, se convirtieron en los instrumentos humanos de la política del imperialismo norteamericano en Venezuela” (Historia Económica y Social de Venezuela, Federico Brito Figueroa. Universidad Central de Venezuela, Ediciones de la Biblioteca, Caracas, 1996). Se trata de una burguesía cuyo pecado original la ata en cuerpo y alma a los dictámenes del imperialismo de EEUU. Ya, en fecha tan temprana como lo fuera el gobierno nacionalista del General Isaías Medina Angarita, quien intentó apropiarse de mayores montos de la renta petrolera de entonces para inversión nacional, esa burguesía se alía con el imperialismo para procurar su derrocamiento, el cual logran el 18 de octubre de 1948 mediante un golpe de Estado con apoyo imperialista. Curiosamente, para tal logro la burguesía concreta el nacimiento de su organización gremial empresarial: Fedecámaras. Tal cual, lo expresa Feliciano Pacanins en su obra: “51 años al servicio de Venezuela”: “Por iniciativa de Don Luis Gonzalo Marturet muy eminente representante de los intereses públicos y privados (…) tan amenazados por las nuevas teorías y manejos de la cosa pública, que estaban y están utilizando los revolucionarios de nuestra época, fundamos la Federación de Cámaras de Comercio y Producción (…) Se nos ocurrió la necesidad de hacer una Federación que actuara contra el gobierno constituido”. Pacanins, uno de los empresarios fundadores de Fedecámaras, creada en 1943, revela el carácter golpista de esa organización empresarial. Tras el golpe contra el General Medina Angarita, emerge la alianza burguesía-Acción Democrática, dirigida entonces por Rómulo Betancourt. A partir de entonces, toma cuerpo el modelo rentista que ha prevalecido hasta el presente en el que Fedecámaras dicta la política económica de los gobiernos de la derecha, cuyas expresiones políticas fueron AD y Copei, y desde el Gobierno se habilitan fuentes de financiamiento, los llamados “créditos preferenciales”, los cuales nunca retornaban al erario público nacional sino que, sencillamente, se iban al exterior en términos de fuga de capitales, quedándose tan solo en el país una deuda que, gracias al gobierno de Jaime Lusinchi y su famosa “mejor refinanciación del mundo”, pasó a ser pública ergo pasó a ser pagada por todos los venezolanos y venezolanas.
El pensamiento económico de los partidos políticos de la derecha venezolana, se acopló funcionalmente con la burguesía a partir del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, quien entrega la dirección económica del país a los técnicos del Fondo Monetario Internacional en 1989. Podemos afirmar, que desde entonces la derecha venezolana se subordina en materia económica a las directrices imperialistas pues hubo gobiernos adecopeyanos que manteniendo cierta autonomía de las políticas imperialistas, propiciaron la protección del pueblo mediante subsidios. No obstante, el corte con tal disposición a la protección de nuestro pueblo, se termina a partir de tal fecha en que el pueblo venezolano se lanza a las calles, en rebelión contra las políticas de ajuste neoliberal dispuestas por el FMI, y que encontraron en Miguel Rodríguez y Ricardo Hausmann, sus adalides y planificadores. Con más de tres mil muertos a cuestas, el mayor genocidio que conoce nuestra historia republicana. Nuestro pueblo, concretó entonces, la primera revolución antineoliberal que se conozca en la historia moderna.
Estos antecedentes, son importantes refrescarlos para develar el pensamiento económico de una derecha que cada vez que se presenta a un proceso electoral presidencial, pretende ocultar su razón de ser en lo económico. Pero, nada mejor que explicar esa razón de ser con hechos concretos. Así, en materia petrolera, la privatización de PDVSA sigue siendo un objetivo fundamental. No solo de esa derecha, sino de quien guía sus pasos: el imperialismo de EEUU. El último intento, que se hiciera con esa finalidad fue lo que se conoció como la “Apertura Petrolera”, en tiempos del segundo gobierno de Rafael Caldera a finales de los 90. Con la “Apertura Petrolera”, las transnacionales volvieron a regalarse el petróleo. 1 por ciento, era el pago por regalía y sin pago de impuestos petroleros. Lorenzo Mendoza, fue un artífice de ese proceso de privatización de la industria petrolera nacional, y se hizo partícipe asociado con capital trasnacional por intermedio de la empresa Inelectra-Atlantic Richfield Company (ARCO)-Polar, recibiendo el campo petrolero “Kaki” que abarcaba 305 kilómetros. Esa aspiración de privatizar nuestro petróleo, se ve frustrada por el Comandante Hugo Chávez Frías, al poner en ejecución su política de Plena Soberanía Petrolera y contramarcha de la apertura petrolera para recuperar el control de la Faja Petrolífera del Orinoco y, con ello, de las mayores reservas de petróleo del planeta. La regalía, se incrementó al 33,33 por ciento. Se constituyeron empresas mixtas con mayoría accionaria de PDVSA, y se restablecieron impuestos petroleros al 50 por ciento. De allí, viene el odio de esa burguesía contra Chávez, y su expresión política presente: el chavismo.
Al momento de escribir estas líneas, leemos en Aporrea denuncias de trabajadores de empresas Polar y las gobernaciones obtenidas recientemente por AD, sobre despidos masivos. La prensa de la derecha, oculta esa realidad que viven esos trabajadores y trabajadoras que terminan acudiendo al MPPST en procura de justicia laboral. Despidos, negativa a discutir y aprobar contrataciones colectivas, son normas de conductas habituales en Lorenzo Mendoza. Incluso, amenazas a la vida de los dirigentes sindicales muy típico del paramilitarismo colombiano. Asimismo, acostumbrado a contar con funcionarios genuflexos en diversas inspectorías, Mendoza, prefiere pagar honorarios corrompidos que garantizar la estabilidad a sus trabajadores y trabajadoras. La sentencia 758 del TSJ de octubre 2017, garantiza la estabilidad laboral y reenganche a 10 mil trabajadores y trabajadoras de empresas Polar, despedidos en 2016, que aún Mendoza no cumple a cabalidad. He allí, la expresión de cuán alejado está Lorenzo Mendoza de los valores de protección social que encarna y prioriza la Revolución Bolivariana. Con despidos masivos, la negativa a discutir y aprobar contrataciones colectivas, la burguesía y sus partidos de derecha, expresan cuán cerca están del FMI, y cuán lejos están del pueblo venezolano. Por lo demás, al no contar con contratos colectivos que les dignifiquen, los sueldos y salarios de los trabajadores y trabajadoras de Polar-Mendoza se apegan a lo que decida el camarada Presidente Maduro sobre esa materia, sus incrementos trimestrales tanto del salario como del Cestaticket socialista. En conclusión, si no existiera la LOTTT, los trabajadores y trabajadoras de empresas Polar-Mendoza, fueran tercerizados, no gozarían de estabilidad laboral y la flexibilización laboral fuera lo reinante en esas empresas. La sola extrapolación al ámbito nacional nos dice mucho de lo que haría en materia laboral, esa derecha en funciones de gobierno. Tan solo, volteemos la mirada a la Argentina de Macri y el Brasil de Temer, y allí tendríamos el reflejo de lo que haría la derecha en un hipotético gobierno en Venezuela.
La privatización de todo lo que pueda ser privatizado, sería la norma de conducción de la derecha puesta en el gobierno. El propio Lorenzo Mendoza en respuesta a un llamado que hiciera el Presidente Maduro para desenmascararlo en las calles por su agresión permanente contra el pueblo y retándolo en un acto de conmemoración del 4 de febrero de 2016: “Si no puedes con tus empresas entrégaselas al pueblo (…) aquí te espero, traidor. Da la cara, oligarca, bandido, ladrón”. El Presidente obtuvo como respuesta, sin querer queriendo de parte del señor burgués, lo siguiente: “…las plantas que no producen son las que están a manos del Estado, póngalas a disposición del sector privado”. En cuya respuesta, Mendoza, no solo manifiesta su repulsión por todo lo público sino que expresa su intención manifiesta de privatizar todo lo público, pasarlo a manos privadas. Tal cual están haciendo Macri en Argentina y Temer en Brasil. Con ello, se evidencia la total sintonía de la derecha venezolana con las directrices imperialistas del FMI, en lo referente al desmontaje del Estado de Bienestar Bolivariano y su reducción a lo mínimo necesario. Un Estado desregulador, que dejará esas funciones en manos del Dios mercado. Propone esa derecha, la hegemonía suprema de la burguesía como clase dominante sin interferencia alguna, ni protectorado de Estado alguno. Devolvernos a los tiempos de Pérez II y sus políticas económicas neoliberales, ideadas por Miguel Rodríguez y Ricardo Hausmann bajo la tutela del FMI. Tal sería, la finalidad de la derecha. La entrega, no solo de la Soberanía económica, sino también política y social.
"El modelo estadounidense del neoliberalismo es un fracaso a no ser que uno se encuentre en el uno por ciento superior. Si uno se encuentra en el uno por ciento es un sistema genial, pero para el noventa por ciento inferior es un fracaso. Es más, incluso para la economía en su totalidad el crecimiento ha desacelerado en este último tercio de siglo. Entonces, la idea del neoliberalismo ha sido probada en Europa, en las Américas, en África y fue un fracaso en todos lados. No todos en América Latina parecen darse cuenta de esto, sin embargo". Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, Director de los asesores económicos del ex presidente Bill Clinton…