La renovación y la política del país

“Es frecuente entre los presidentes de la Venezuela de siempre su capacidad para negar la realidad. Al igual que los maridos engañados, son los últimos en enterarse de los graves problemas nacionales y de los movimientos subversivos que intentan derrocarlos”.

Y a despecho de los intereses del pueblo, las roscas, mafias, bandas o sociedades de mutuo auxilio, desde los primeros tiempos de la Colonia hasta nuestros días, velan casi exclusivamente por los intereses del grupo. Los intereses de la rosca nada tienen que ver con afinidades ideológicas, intelectuales o de cualquier otro orden. Las roscas, antes que células de un solo organismo vivo, son moléculas autónomas que nada tienen que ver con la totalidad.

Debemos ser conscientes de que estamos aún en la primera etapa de la transformación. Lo fundamental y lo más complejo de nuestra labor está por hacer. Es necesario avanzar con firmeza y sin titubeos, apreciar de manera sensata lo cumplido, corregir sin temor los errores, buscar y hallar nuevos métodos para solucionar los problemas, aproximándose cada día más a las metas planteadas.

Tal análisis en imprescindible para no repetir errores, para materializar las decisiones, con las que vinculamos el futuro del pueblo y los destinos del socialismo, cuando el propio PSVU, todavía no se comprende del todo la situación en que se ha visto el país. A esa incomprensión, por lo visto, se debe el que algunos compañeros pongan en tela de juicio las medidas adoptadas por el Gobierno en el marco de renovación. Se ha debilitado bastante el control sobre quienes gobiernan esta propiedad y sobre los métodos que utilizan para ello. Con frecuencia se ve roída por el departamentalismo y el localismo, es una “propiedad de nadie”, gratuita, sin dueño, y con frecuencia la utilizan para extraer ingresos ilegales.

Los prejuicios respecto al papel de las relaciones monetario-mercantiles y a la ley del valor, su frecuente contraposición al socialismo como si se tratase de algo ajeno a él, generan criterios económicos arbitrarios, conducen a la subvaloración de la autogestión financiera, al igualitarismo respecto a los salarios, a principios subjetivos en la política de formación de precios. Todo ello motivó distorsiones en la circulación monetaria y a que se desatendieran los problemas de regulación de la oferta y la demanda.

En esencia, apareció una serie de factores que debilitaban los instrumentos económicos de poder, formándose un singular mecanismo que bloquean el desarrollo socioeconómico y las transformaciones progresistas que permiten revelar y aprovechar las ventajas del socialismo. Las causas de ese bloqueo están en las deficiencias en el funcionamiento de las instituciones de la democracia socialista, en los anquilosados planteamientos políticos y teóricos, que a menudo están divorciados de la realidad, así como en el conservador mecanismo de gestión.

En general, se mire por donde se mire este asunto importante, la conclusión es una sola: ha madurado la necesidad de efectuar los cambios y democratizar el proceso de formación de cuadros dirigentes del gobierno, aplicando en todas partes los principios de electividad. Como vemos, esto permite halar de una situación cualitativamente nueva, de que la participación del pueblo trabajador en la gestión de la producción ha cobrado un carácter nuevo, de principio, y que se eleva sustancialmente el papel y la responsabilidad del pueblo por los resultados de su labor.

Pero al igual que todos los institutos políticos, económicos y sociales, el sistema electoral no puede encontrarse anquilosado, no puede quedarse al margen de la reestructuración, de los nuevos procesos que se desarrollan, al margen del pueblo.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!

 



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Manuel Taibo


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