La igualdad y la justicia social en el neoliberalismo

Los defensores del liberalismo económico afirman con contundencia que este, su sistema, es un sistema basado en la igualdad y la justicia. Alegan que todos partimos desde la mismas bases y así todos podemos disfrutar de las mismas oportunidades. Y repiten, una y otra vez, que además de que todos gozamos de las mismas posibilidades los más aptos o capacitados lograrán ascender hasta arriba o situarse al menos en una buena posición y los que no son tan aptos o sencillamente carecen de talento se quedarán abajo, en el lugar que les corresponde por su naturaleza. Por tanto igualdad y justicia sería, según estos apologetas, las señas de identidad del sistema económico que defienden: igualdad en tanto que todo el mundo goza de las mismas oportunidades y justicia ya que la gente talentosa necesariamente y debido a su capacidad estarán en un lugar de responsabilidad o toma de decisiones. Así es que podríamos aplicar aquí la frase de Leibniz que decía que nos encontramos en el mejor de los mundos posibles. Pero este discurso es absolutamente falaz, y los mismos que lo predican lo saben, ya que parte de premisas falsas con lo cual la conclusión (que estamos en el mejor de los mundos posibles) es del todo equivocada.

En primer lugar y en cuanto al pilar de la supuesta igualdad, es falso que los ciudadanos de un país y los distintos países del mundo partan de las mismas condiciones ya que unos, ya de inicio, estarán situados por encima del resto debido a su capacidad económica. Y es que sin capacidad económica no hay acceso a oportunidades y sin el igual acceso a oportunidades no hay igualdad. Y esto que es una obviedad parece que algunos no lo entienden -o mejor dicho, no lo quieren entender debido a sus posiciones de privilegio-: ¿Acaso puede un humilde campesino competir con las multinacionales? ¿Puede un joven de un barrio popular tener las mismas oportunidades que otra persona de clase alta? Las respuestas son bastante obvias sí, porque está bien claro que en esta “partida” no todos poseemos las mismas cartas ya que mientras que unos tienen unas pocas otros en cambio poseen casi toda la baraja.

Pero el segundo punto desde el que parten los neoliberales se antoja también del todo falso, y este punto es el de la supuesta justicia social. Y es que como hemos comentado, los neoliberales quieren hacer creer que cada uno ocupa el lugar natural que le corresponde dependiendo de su capacidad o valía. Y es falso porque queda claro que los recursos económicos que uno posea son determinantes para la posición social que uno ocupará, pero además habrá muchos otros factores que sentencian que no se puede afirmar en absoluto que cada uno está ocupando el lugar que le corresponde según su valía siendo uno de ellos la falacia de la identificación entre la capacidad humana y la capacidad para el ascenso social ya que en muchas ocasiones una no tiene nada que ver con la otra y en otras tantas son más bien lo contrario. Porque si de capacidad humana estamos hablando nos estaremos refiriendo necesariamente a aquel talento, creatividad o genialidad puesta al servicio de la comunidad y no en exclusiva al servicio de uno mismo -como así ocurre-, talento que claro está deberá verse acompañado de la intención de ir construyendo algo mejor para todos.

Este sería el tipo de talento que debería estar en puestos de decisión, pero con lo que nos encontramos es que las personas con estas sensibilidades sociales y capacidades a menudo quedan rezagadas de la ley de la selva que es este capitalismo salvaje. Estas personas verdaderamente talentosas a menudo no podrán abrir camino (debido a su falta de recursos pero más, debido también a que este talento honesto y veraz no interesa a las élites) y en cambio los que sí lo lograrán son en innumerables ocasiones los que estén en buena situación económica y los que estén dispuestos a usar herramientas como la mentira, la traición, la trampa o el egoísmo más patológico.

No hay que confundir por tanto el talento humano (aquel talento individual que es puesto al servicio de la comunidad) con el talento para ascender -o el talento para trepar-, y es por todo ello que no podemos hablar de justicia social en el sentido de que cada uno ocupa su lugar según su valía sino más bien de injusticia, la injusticia de lo que deberían estar arriba (personas que buscan  construir un modelo social distinto que favorezca a todos y no solo a unos pocos) están abajo y en cambio los que deberían estar abajo (personas egoístas que solo buscan su propio interés particular sin importarles nadie más y cuyo único “talento” es poseer dinero o su capacidad para trepar) están arriba.

Se desmontan fácilmente los argumentos falaces de quienes defienden el modelo económico actual ya que ni hay igualdad ni justicia ni la puede haber. Pero lo que no queda desmontado -ni tan siquiera tocado- es la firme decisión de aquellos que estamos dispuestos a ofrecer nuestro humilde talento al servicio de la construcción de una alternativa mejor; lo que nunca quedará cuestionado es nuestra fuerte voluntad de encaminarnos hacia un organización social más justa en la que verdaderamente haya igualdad. Y hacia allá vamos.

*Asesor Filosófico


vaberenguer@gmail.com



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