¿Quién ganó? Quién perdió?

  Empecemos por lo más evidente. Obviamente, los venezolanos y venezolanas de a pie hemos perdido con la insoportable inflación, las dificultades de consecución de las medicinas, la decadencia de los servicios públicos, la situación de la salud y la educación, la degradación de nuestra calidad de vida con el desgaste de las colas y la caza de los productos de primera necesidad.

 Ha perdido, no tanto los políticos profesionales, sino la democracia como sistema, porque la confianza en las dirigencias políticas, de ambos lados, se ha ido al diablo. Muy pocos creen, en el sentido de tener esperanzas o ilusiones, en el discurso político, en las consignas, en las fórmulas estereotipadas, en los insultos y amenazas. ¿Cómo se puede creer en esa basura discursiva? ¿En esa burla continuada, esa interminable explicación de los animalitos que figurarán en los nuevos billetes que ya estaban en los viejos, o en la narración larga, larguísima, de las batallas y los próceres, que regurgita un pelón que veo en la pantalla de TV, sonriendo, como muy divertido, que insiste en que los diseños del nuevo cono (dije, con n, no con eñe) son extraordinarios, que ganaron un premio de diseño gráfico, que, donde antes decía dos, ahora dirá 500, que se extiende y se extiende en una palabrería que en otras condiciones pudiera ser interesante, porque hasta de la UCV y su historia bolivariana habla, pero que hoy son sólo una burla, una mamadera de gallo, un maltrato a mí mismo, pobre mortal venezolano, mayor de edad, con 60 años recién cumplidos, y de este domicilio, agotado por haber hecho cola desde la madrugada,  el verdadero “golpe continuado” del que se habla por ahí, ya no importa quién?

  Otra obviedad es que la oposición ha perdido. Otra vez. Otro fracaso. Nada nuevo. Tal vez aquí se aplique ese pensamiento al que llegan con mucho trabajo y petición de reconocimiento, algunos jovencitos estudiantes universitarios, que afirman, frunciendo el ceño, que cada pueblo tiene los dirigentes que se merecen. Porque, claro, esas señoras y señores que atacan por comunista al Papa Francisco, o que se enfrascan en ponderar lo asesino que era Fidel, que Trump es un tipo chévere, aunque Hillary habría garantizado que al fin llegaran los marines y bombardearan esos barrios de donde vienen esos bachaqueros que se llevan todo de nuestros supermercados. Esa base de la oposición que cree que decirle a Maduro comunista, es endilgarle un gran insulto, sobre todo dicho por ellos, que no saben, que ni se imaginan, que lo único que hacen es quejarse, angustiarse, enloquecer o preparar al fin el viaje, si no de ellos mismos, de los hijos que ya no soportan esta vida sin futuro, en este país desgraciado.

  Sí, ya me imagino, los he visto: los que cantan consignas, que hablan de seguir venciendo, que se montan en los autobuses y aplauden el último paso de salsa del presidente, que en la cola del cajero inservible se quejan del nuevo ataque de la “guerra económica”, guerra que ha matado a casi todos los soldados y eso que siempre estuvo avisada, pero los generales…nada; que son patrióticos y antes muerto que crítico. Los mismos que como gran análisis descubren que hay programas de opinión que son de oposición y otros, “objetivos” como el de José Vicente, que entrevista equilibradamente a la gente del Partido-Gobierno-Militares. Los admiro, su lealtad, su “santa simplicidad”. Comprendo lo que debió haber sentido Bruno cuando lo llevaban a la hoguera y aquella señora fidelísima lo maldijo. Y comprendo el apoyo a Acosta Carles, con todo y su procacidad, su discurso abiertamente derechista, pero que repartió sillas de ruedas y casas y equipó CDI, repartiendo su CD con sus canciones ridículas.
 Porque, efectivamente, el gobierno, ese cogollo de políticos profesionales y familiares, generales, burócratas y jefes de partido, todo fundido, el conocido Partido-Gobierno-militares, ha ganado, sigue venciendo, sigue en el poder, lanzando flechas, insultando a “Dollar Today”, vaca necesaria, imprescindible, para achacarle las culpas de una política económica primero inexistente, y después completamente inútil, para algo que no sea seguir enriqueciendo a los contrabandistas, a los que reciben los dólares asignados y no importan sino que siguen especulando.

  De acuerdo, camaradas, el Partido-Gobierno-Militares ha ganado y sigue venciendo. El diálogo demostró la incompetencia de la oposición, siempre favoreciendo al gobierno, haciéndole el juego. Ganó el Partido-Gobierno-Militares, y siguen “disciplinando” la distribución, y la cosa cada vez más cara y escasa. Siguen los CLAPS venciendo, con la bolsa cada vez más pequeña, llena de productos de la Polar. Y seguimos venciendo al imperialismo y entregando el 12% el territorio a compañías mineras transnacionales que destruirán ecosistemas, agua, para sacar oro, coltán y demás en zonas especiales donde las trasnacionales podrán sacar con facilidades sus ganancias. Seguiremos venciendo dolarizando la industria turística. Seguiremos venciendo masacrando jovencitos encaminados a la vida malandra. La OPEP llegó a un acuerdo y el precio del petróleo crecerá hasta poder medio parapetear la cosa y seguir importando todo y pagando la deuda inmensa, eterna, que nunca acabará con los chinos, rusos, canadienses, americanos.

  Seguimos venciendo y nos lo merecemos los críticos, expresión de los desprendimientos del chavismo, de la dispersión malhumorada, de la entropía social y política de los que nos negamos a seguir jalando, pero que fuimos impotentes para construir una fuerza alternativa. Y tan brillantes que somos, los guerreros del teclado. ¡Salve!

  Con victorias así, quién necesita derrotas.



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Jesús Puerta


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