Día a día los voceros del Gobierno nacional advierten que hay una permanente guerra económica por parte de la derecha venezolana, responsable de fenómenos como la escasez y el altísimo costo de la vida. Y tienen razón, en Venezuela sí hay una guerra económica; la misma que el capitalismo ha generado en el mundo entero desde hace siglos, y que ha hundido en la pobreza y miseria a millones y millones. Pero en la guerra actual contra la mayoría de los venezolanos, uno de sus protagonistas es nada más y nada menos que el mismo Nicolás Maduro, máxima autoridad de un Gobierno que de izquierdista no tiene ni el discurso.
Un Gobierno que es protagonista de la guerra económica por:
Liberar brutalmente los precios de distintos rubros en un periodo menor a los tres años. Los mal llamados precios justos no son más que una vil burla al ciudadano común. Obviamente son costos ajustados al beneficio del sector empresarial y no a las necesidades de los consumidores y usuarios.
Devaluar el bolívar fuerte, cada vez más débil. Tanto que se ha enfatizado en convertir a Venezuela en una nación soberana en todos los aspectos, incluyendo el monetario, para seguir dependiendo en casi su totalidad del dólar. Por cierto, la masiva fuga de capitales, tan frecuente durante la etapa puntofijista, continúa siendo un terrible mal que priva al país de abundantes divisas.
No castigar a tantas lacras de diversos colores políticos, estafadores y ladrones de fondos públicos que hubieran servido para paliar la difícil situación socioeconómica venezolana, en un contexto caracterizado por el notable descenso de las reservas internacionales y del PIB.
No impulsar la producción agropecuaria e industrial, específicamente mediante las empresas de producción social, útiles como contrapeso del gran sector privado, y para revertir la escasez, los altos precios de las mercancías y el elevado desempleo. En este sentido el Gobierno “revolucionario” no ha hecho más que establecer alianzas con el gran capital local y foráneo, beneficiando por supuesto a un puñado de individuos cuyo único interés ha sido la obtención de enormes ganancias. Las importaciones, los negocios con empresarios particulares y el endeudamiento externo están a la orden del día, mientras que el venezolano común ha soportado largas filas para obtener algunos productos, y ha sido robado cotidianamente gracias a los precios dizque justos.
En fin, el Gobierno populista y demagogo de Maduro es protagonista de la guerra económica contra el pueblo venezolano, simplemente por ser procapitalista, y haber tomado en los últimos meses, en conjunción evidente con la MUD (de opositores tienen nada) y el sector empresarial, ciertas medidas que tienen poco que envidiar al programa neoliberal aplicado en otras partes del planeta, y que en el pasado de Venezuela fue ejecutado por gobiernos nefastos como los de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera. El capitalismo es intrínsecamente delincuencial, y todo aquel que sea capitalista o apoye a ese sistema económico es un delincuente, o al menos un cómplice de todo el desastre social y ecológico ocasionado en todo el mundo por tan perversa concepción de vida.