Teología de la Liberación y Congreso de la Patria

A lo largo de la historia, los cristianos han sentido la necesidad de reflexionar su fe y su modo de vivir la fe. Cuando esa reflexión se hace de manera sistemática y científica se llama teología. Hoy los hombres y mujeres de Dios siguen reflexionando. Aplicando los nuevos instrumentos del pensar humano. Han nacido nuevas teologías pero ninguna ha merecido la atención de los medios de comunicación. Este "honor" parece que ha quedado reservado para la Teología de la Liberación. Todos la hemos oído nombrar.

Comienza una nueva etapa de la liberación del hombre en nuestra América y la Venezuela Bolivariana. Están por empezar las deliberaciones del Congreso de la Patria. Solo deseo aportar estas humildes meditaciones llenas de amor por la humanidad. Claro que con sólo estas pocas palabras no pretendo decir todo lo que habría que decir sobre tan importante materia. Pero podemos y de hecho lo estamos haciendo.

No es lo que suelen decir los medios: no es una teología contra la jerarquía. No es una teología para que los sacerdotes se metan a políticos. No es una teología que trate un tema específico. La Teología de la Liberación es un nuevo método teológico, una nueva manera de hacer teología, de pensar y hablar sobre Dios y sobre las cosas de Dios. La Teología de la Liberación es una nueva forma de vivir la fe cristiana. Es una nueva espiritualidad. Un modo nuevo de seguir a Jesús en circunstancias nuevas.

Los cristianos y la Iglesia, siempre han hecho o han debido hacer una opción preferencial por los pobres. Hay pobres que son pobres porque no pueden valerse por sí mismos, como los huérfanos, los enfermos, los ancianos…la compasión para con ellos tiene que ser la asistencia. Por ello los mejores hijos de la Iglesia de Jesús se han preocupado por hospitales, ancianatos, orfelinatos, comedores entre otras obras. Pero en nuestra época hay otra clase de pobres: son los que el "progreso" ha ido marginando de los bienes y servicios que la sociedad produce; estos pobres, son marginados, no sólo necesitados, como los anteriores; a estos pobres hay que amarlos de otra manera. Lo que nos dice el refrán chino: si a una persona que tiene hambre le doy un pescado, le quito el hambre un día, pero si le enseño a pescar, le quito el hambre de muchos días…

Lo que se ha podido comprobar en nuestros días y en nuestros países es que ni siquiera esto es suficiente. Porque las grandes mayorías no son pobres porque no se pueden valer sino porque son explotados; entonces amar a estos pobres es empeñarse en "que se quiten las barreras de explotación contra las que se estrellan los mejores esfuerzos por promoverlos" (Juan Pablo II, Oaxaca, México). Hay que cambiar las estructuras, los mecanismos sociales, políticos y económicos que producen ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres.

En América Latina muchos cristianos, sintieron que se necesitaba algo mas; que "hoy en América Latina no se puede amar de verdad al hermano y por tanto a Dios, sin comprometerse a nivel personal y a nivel de estructuras" (Puebla n.327). Comenzaron a seguir a Jesús con esa nueva forma de caridad. Comenzaron a vivir esa nueva espiritualidad. Y en ese transitar se plantearon algunas preguntas: ¿Cómo decirle al oprimido, de verdad, que Dios es Padre? ¿Cuál es la buena Noticia que Jesús tiene para los oprimidos? ¿Cómo debe edificarse la iglesia para cumplir la misión salvadora que Cristo le ha encomendado? (Puebla n.74). Como el camino lo transitaban con los mismos pobres, descubrieron el potencial evangelizador de los pobres y con ellos buscaron las respuestas. Estas respuestas que se van encontrando, sistematizadas y expuestas a nivel de ciencia, es lo que se conoce como Teología de la Liberación.

América Latina tiene casi la mitad de los católicos del mundo y sufre, como los demás pueblos del llamado tercer mundo, las consecuencias de la explotación. En nuestro continente el pueblo es un pueblo "creyente y oprimido". En ciertas regiones de América Latina, el acaparamiento de la gran mayoría de las riquezas por una oligarquía de propietarios sin conciencia social, la casi ausencia o la carencia del estado de derecho, que ultrajan los derechos fundamentales del hombre y la mujer, la corrupción de ciertos dirigentes en el poder, las practicas salvajes de cierto capital extranjero y nacional. Y la poderosa y casi irresistible aspiración de los pueblos a una liberación, provocaron antes y con mas fuerza que en otros lugares, el compromiso de los cristianos con esa liberación porque sintieron que "la Iglesia tiene el deber de anunciar la liberación, de ayudar a que nazca, de dar testimonio de la misma, de hacer que sea total" (Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, n.30). La mayoría de nuestros hermanos sigue viviendo en situación de pobreza. Cada vez más cristianos trabajan por la liberación de los demás y estos, para serlo de verdad, necesitarán "una autentica teología de la Liberación, la que está enraizada en la palabra de Dios debidamente interpretada" (Instrucción Vaticana, IV. 1).

Entre todas las teologías, la de Liberación es la única que llena espacios en los medios de comunicación. ¿Porque será? ¿Será que esos medios constantes propagadores de la violencia y tantas otras cosas contrarias a la fe cristiana, de repente se han convertido y se han hecho defensores de la fe? ¿O será que responden a otros intereses?

La Teología de la Liberación es importante, de verdad trascendente para muchos cristianos que piensan como María, que el pobre no debe resignarse con esa condición. En el Magníficat nos dice que Dios llena de bienes a los hambrientos y despide a los ricos con las manos vacías. Es algo serio.

Sobre todo no conviene olvidar que muchos la atacan desde intereses que no son precisamente cristianos, sino políticos. El documento del Comité de Santa Fe, base de la política hacia Latinoamérica del ex presidente Ronald Reagan dice expresamente que "la política exterior de los EEUU, debe comenzar a enfrentar (y no meramente a reaccionar con posterioridad) a La Teología de la Liberación tal como es utilizada en América Latina (Parte II, proposición 3)… Los gringos desde hace años trabajan y manipulan a nuestros pueblos. Creo que les molesta el Papa Francisco, por latinoamericano y por su forma revolucionaria de ir a lo profundo de las cosas. Siempre con la visión de Jesús. No es de extrañar que ahora se hayan hecho más frecuentes los ataques y las deformaciones de la Teología de la Liberación en los medios de comunicación: esta sería una de las maneras de "enfrentar". Lo malo es que muchos que no la conocen más que por esas noticias interesadas se transforman en actores contra ella.

La "Instrucción Vaticana sobre la Teología de la Liberación" aprobada por Juan Pablo II, es quizás el más importante documento sobre el tema. Nos dice que "tomada en sí misma, la expresión "Teología de la Liberación" es un enunciado valido: designa entonces una reflexión teológica centrada sobre el tema bíblico de la liberación y de la libertad y sobre la urgencia de sus incidencias practicas". (II,4). La aspiración de los pueblos a la liberación y los movimientos que le acompañan en esa tarea histórica del hombre y la mujer para construir la civilización del amor y la esperanza, no deben ser por lo visto una preocupación para la jerarquía de la Iglesia. Sin embargo son un motivo para hacer más viva que nunca la palabra de Dios.

Mientras existan condiciones que necesitan de una liberación, muchos cristianos van a vivir su fe como "cristianos liberadores" que necesitan reflexionar y expresar su fe en profundidad y este pensamiento se irá haciendo Teología de la Liberación. Yo estoy seguro que en el Congreso de la Patria, hay cristianos que viven su fe y conocen a Jesús. Sabrán dar su aporte en este momento importante para el futuro de nuestra América Latina y Caribeña.

Si la Teología de la Liberación y la espiritualidad que la inspira sabe proporcionar un ejemplo de vida y amor apegado a las enseñanzas de Jesús, con un desprendimiento a los bienes materiales y de libertad frente a los poderes del mundo, entonces estamos ante el nacimiento de una nueva era, un cambio de época para los pueblos de nuestra América que hacen posible la revolución del amor, de la fe, de la esperanza, del humanismo. Estamos aprendiendo a convivir entre nuestras naciones, es decir, a vivir con los demás, unidos en nuestras creencias y librando las batallas por nuestra independencia definitiva. Ya veo los frutos de nuestros hermanos. Yo creo en el amor. Sigamos unidos llevando la Buena Nueva.

@jj_aguiar

japatriota7@gmail.com



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José Aguiar

Militante de la revolución

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