Emigración económica y riqueza social

La verdad es que expolian los recursos de África y obligan a los africanos a irse del continente. Luego dicen que Europa está siendo invadida, cuando ellos son los invasores.

-Aminata Traoré

La propaganda en contra de la inmigración cada vez cobra más fuerza. Paralelamente a un discurso sensacionalista sobre las dificultades de las personas forzadas a emigrar 1, se nos advierte continuamente sobre el exceso de población, o sobre los peligros de la entrada de grupos extranjeros.

El problema real no es el aumento demográfico, sino la contradicción existente entre las relaciones sociales de apropiación y el desarrollo de las fuerzas productivas, en cuyo núcleo radican las formas de propiedad. Es decir, la inmensa producción de mercancías y las innovaciones continuas en los medios de producción entran en contradicción directa con el reparto de la “riqueza”, o sea, con la apropiación social del capital.

Esto se debe a las formas concentradas (capitalistas) de propiedad, que impiden el aumento del consumo por parte de la mayoría de las fuerzas sociales y que provocan una necesidad de recapitalización continua. Unos pocos producen y se enriquecen desmesuradamente al mismo tiempo que no pueden colocar sus mercancías porque esos mismos pocos concentran y en muchos casos atesoran el dinero 2. Argumento tales como el perjuicio que provocan al estado del bienestar la llegada de inmigrantes, que los inmigrantes son terroristas o que nos quitan el empleo simplemente reflejan los intereses de la patronal con respecto a la compra de la fuerza de trabajo.

Interesante es entonces observar el epígrafe que Marx dedica a la migración Irlandesa en El Capital:

Así pues, se desarrolla aquí, a gran escala, el proceso más hermoso que la economía ortodoxa podía desear para demostrar su dogma de que la miseria proviene de la superpoblación absoluta y de que el equilibrio se restablece mediante la despoblación. Se trata de un experimento mucho más importante que el de aquella peste del siglo XIV tan ensalzada por los malthusianos. […] En 1846 el hambre azotó en Irlanda a más de un millón de personas, pero todas eran unos pobres diablos. No afectó a lo más mínimo a la riqueza del país. […] la emigración constituye una de las ramas más productivas de su negocio de exportación. Es, por último, un proceso sistemático que no se limita a abrir un boquete en la masa del pueblo, sino que extrae de ella todos los años más hombres que los que reponen las generaciones nuevas, de manera que el nivel absoluto de la población desciende de año en año […] El primer acto de la revolución agraria […] fue barrer de chozas los campos de trabajo. […] Los hombres tienen ahora que buscar trabajo con los arrendatarios de los alrededores y sólo lo obtienen por días, es decir, en la forma más precaria.

Vemos como ni los procesos ni los argumentos son nuevos para el capitalismo. Pero más claro se ve al atender a la lucha de clases:

Y el hecho es que a medida que disminuye el número de la población irlandesa, los registros de rentas irlandeses crecen, que la despoblación “beneficia” al terrateniente, o sea, también al suelo, es decir, también al pueblo, que no es más que un accesorio del suelo […] Para ser enteramente feliz, Irlanda deberá sacrificar todavía, por lo menos, un tercio de millón de trabajadores. Y no crea que este lord poético [Lord Buffin, que exigía un aumento de la emigración en al menos un tercio de millón] es un médico de la escuela de sangrado, quien, siempre que sus enfermos no mejoraban, ordenaba una sangría y otra hasta que el paciente perdía, junto con la sangre, la enfermedad que lo aquejaba […] El irlandés desplazado por la oveja y el buey, reaparece al otro lado como feniano. Y frente a la vieja reina de los mares se alza cada vez más amenazadora la joven república gigantesca.

Para que exista un “sobrante” de población, esta población debe interrumpir los intereses de la burguesía. ¡Pero la burguesía del siglo XXI no iba a ser menos! Nosotros tenemos también a nuestros Lord Buffins, a un querido Ted Turner, fundador de la CNN, que exclamaba: “una población mundial total de 250 a 300 millones de personas, algo así como un descenso del 95% de los niveles actuales, sería ideal”.

Aparece aquí -de una forma burra y cateta- los intereses de la burguesía con respecto al sobrante de población: pagar a menos a los que quedan para que trabajen más. Pero si la emigración crearía una contradicción fatal en el siglo XIX, en la actualidad las contradicciones son aún más grandes.

Lenin advertía que “un rasgo del imperialismo relacionado con los fenómenos de que hablamos es la disminución de la emigración desde los países imperialistas y el aumento de la inmigración a los mismos procedentes de los países atrasados, donde los salarios son más bajos”. Vemos como este proceso es inherente a la forma final del capitalismo, y se sigue reproduciendo hoy día.

Aunque en los países atrasados se sigue produciendo la emigración de ciudad al campo (donde el visto análisis de Marx se vuelve fundamental), en los grandes procesos migratorios actuales y gracias al neocolonialismo las poblaciones de las naciones empobrecidas buscan emigrar, como explica Lenin, hacia las metrópolis. Es decir, la gente de los países dependientes tratan ilegalmente de perseguir las riquezas de sus países, que legalmente “huyen” de –por ejemplo y sobre todo– África y “entran” en occidente. El capital tiene libertad de movimiento, las personas no.

Esta fundamental doble contradicción, donde “sobra” gente en los países imperialistas y en los dependientes, se debe a la enorme debilidad estructural del capitalismo. El sobrante de mano de obra se convierte en un problema mundial, y los problemas generales del capitalismo no hacen más que “globalizarse”. Si en las migraciones de la ciudad al campo Marx avisaba que “la miseria del campo empuja de nuevo hacia otra crisis” y que en el campo la despoblación no tiene consecuencias “tan desastrosas como en un país de producción capitalista desarrollada”, tenemos que atender a la gran magnitud de la movilidad humana bajo el capitalismo financiero.

Marx afirmaba que “la experiencia muestra en general al capitalista es una continua superpoblación, es decir, superpoblación en relación con la momentánea necesidad de valorización del capital, aunque forme su corriente en generaciones humanas raquíticas, de corta vida, que se sustituyeron rápidamente, cosechadas, por así decirlo, antes de madurar”. O sea, si el sobrante de personas es beneficioso en los períodos de crecimiento, pues permite bajar los salarios al contar con grandes cantidades del ejército de reserva (de gran número de trabajadores empobrecidos o con bajo salario a los que les interesa salir de la miseria para entrar en la explotación vendiendo “libremente” su trabajo), con las crisis pasa todo lo contrario: si se mueren por deshacerse de las mercancías sobrantes, de los activos tóxicos, también se mueren por deshacerse, como explicaba Marx arriba, de los obreros que les sobran, de esas dichosas mercancías que no paran de quejarse.

Si continúa la tendencia del envejecimiento poblacional y los países capitalistas occidentales siguen rechazando la entrada de población inmigrante –al menos con la crisis–, se seguirá aumentando la explotación de los obreros para incrementar las ganancias así como la creciente despoblación. En definitiva, otra enorme contradicción: países viejos que rechazan inmigrantes jóvenes. Que se dejara entrar a inmigrantes sin papeles ni derechos para tener acceso a mano de obra barata marginal sólo provocó el aumento de la sobreproducción sin ella consiguiente transformación de las relaciones sociales de apropiación, no aumentando lo suficiente el consumo y generándose más “burbuja”.

Lo que revela la ideología xenófoba y racista es, en el fondo, la proclama secreta de los intereses divergentes de los capitalistas y los trabajadores. Sobra mercancía, pero no se puede redistribuir la riqueza y permitir el aumento de la población que solventaría el desplome del consumo. Hay que recordar que el único trabajo del accionista es cobrar; con lo cual el burgués ni siquiera participa en el proceso productivo que parasita. La solución sólo es la migración, la explotación y la preparación de crisis mayores. Aumentar beneficios gracias a la absorción o expulsión de las fuerzas vitales de las masas empobrecidas, movilizando a las personas hacia un país u otro, o hacia las profundidades del Mediterráneo.

NOTAS

1 Se hace una falsa distinción entre refugiados y “migrantes económicos”, a los que mueve simplemente el querer mejorar de vida según conveniencia personal. ¿Es que el hambre no mata? De igual modo, se exagera el impacto cuantitativo y cualitativo de la masa de migrantes falsificando u ocultando la información.

2 Evidentemente, no todos los desplazamientos humanos se deben a las variaciones del salario nominal o al mercado de trabajo. Según ACNUR, más de 30 millones de refugiados en 2012 se vieron obligados a desplazarse debido a los desastres naturales (cifra nada fuera de lo normal). También hay que tener en cuenta el nomadismo, la agricultura itinerante, los movimientos de trabajadores altamente cualificados, etc. Sin embargo, el impacto negativo de esta movilidad se debe en buena parte a una economía colonial y dependiente, así como a la lucha de clases. Las intervenciones militares también son fundamentales, como vemos estos días, donde se utiliza a los refugiados sirios como excusa para la remilitarización de la zona.

 



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Teodoro Santana Nelson


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