Acostumbrémonos a autocriticarnos

Mango en la cara o libertad de criticar

Si aun esta viva la tolerancia entre aliados, entonces criticar constructivamente nunca podrá ser comparado con tirar un mango en la cara.
En efecto, la revolución implica unidad y confianza entre aliados. Recordando siempre al poder que no tiene nada que darnos ni nosotros nada que pedirle como individuos pues nuestro anhelo de naturaleza colectiva es implantar una sociedad nueva basada en igualdad y justicia.

Advertimos que por cada crítica ruda o destemplada donde causamos molestias entre aliados socialistas, no menos de veinte veces hemos metido el pecho públicamente en defensa de la revolución, verbigracia durante la enfermedad y deceso del comandante Chávez.

Sumar y restar permitirá establecer un balance sobre la conducta de muchos camaradas, que pecan de rebeldes o contestatarios, pero que son gente totalmente honesta y eso vale demasiado.

Para poder servir a Venezuela no hace falta estar en un cargo público, pero si urge vigilar a quien lo ocupa. La crítica debe ejercitarse de modo que le facilite al pueblo abrir los ojos, urge orientar al ciudadano para que haga valer sus derechos, cumpla sus deberes, exija resultados a sus mandatarios, vigile la función pública y defienda sus conquistas.

Temo que callar favorece la consolidación de un pueblo manso, ovejas que depositarán su fe a pastores apóstoles impredecibles.

En su libro El papel del individuo en la historia (1898), Gueorgui Plejanov afirma:

"Un gran hombre lo es no porque sus particularidades individuales impriman una fisonomía individual a los grandes acontecimientos históricos, sino porque está dotado de particularidades que le convierten en el individuo más capaz de servir a las grandes necesidades sociales de su época".

Si se nos ataca por criticar, exigimos analizar un buen número de nuestras declaraciones, no una evaluación parcial o incompleta de una o dos donde protestamos. Esta es la era que nos tocó vivir, con una revolución amenazada por el imperialismo pero también por problemas internos como burocratismo y corrupción.

Miedo me da el aplauso fácil, terror me causa el silencio de los cómplices, esos llevan a las revoluciones al matadero mediante aparatosas derrotas electorales. Acostumbrémonos a autocriticarnos. La rectificación debe empezar por nosotros mismos.

Creo que si trabajamos sin descanso por la revolución sin esperar nada a cambio, tenemos derecho y moral para criticar respetuosamente las fallas burocráticas con fines de incentivar una rectificación oportuna.

 



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Jesús Silva R.

Doctor en Derecho Constitucional. Abogado penalista. Escritor marxista. Profesor de estudios políticos e internacionales en UCV. http://jesusmanuelsilva.blogspot.com

 jesussilva2001@gmail.com      @Jesus_Silva_R

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