Hegemonía y DD.HH en hipótesis para una filosofía antihegemónica del derecho y del estado, de José Manuel Delgado Ocando

En la tarea de avanzar en la deconstrucción y develamiento de las estructuras de poder hegemónico y de advertir el conjunto de relaciones de poder y dominio que operan sobre el ser social buscando impedir u obstaculizar el accionar de las fuerzas progresivas se impone la empresa de iniciar y ahondar en el estudio y análisis continuo, profundo y sistemático de nuestra realidad con el objeto ya no solo de interpretarla sino además de transformarla decididamente en pro de la construcción y advenimiento de la nueva comunidad.

En este sentido, es menester la necesidad de coadyuvar en la tarea de eliminar la estéril confusión a la que se nos pretende someter a través del discurso hegemónico entorno a la llamada lucha en defensa de los derechos humanos.

La obra de José Manuel Delgado Ocando contribuye a dispersar y disipar el enjambre de taras ideológicas que la hegemonía burguesa ha inoculado en el, por así llamarlo, imaginario colectivo de nuestro pueblo y peor aún de gran parte de la vanguardia militante de nuestro proceso.

El debate que Delgado O. expone y propone sobre algunos puntos básicos de la ciencia del derecho y la filosofía del derecho dan cuenta del gran alcance de su pensamiento en función de develar el sistema hegemónico y sus mecanismos de poder para de esta manera desnudar la "lógica" del pensamiento occidental y su castrante naturaleza regresiva y reaccionaria.

El fraude de la democracia burguesa y su farisea prédica por la defensa de los derechos humanos es advertido y expuesto de manera directa en gran parte de su obra "HIPOTESIS PARA UNA FILOSOFIA ANTIHEGEMONICA DEL DERECHO Y DEL ESTADO", publicada en 1978, hoy por hoy con una vigencia discursiva y una proyección política comprometida con la construcción de un futuro siempre posterior.

El objeto de esta publicación es también contribuir en dar a conocer la obra de JMDO al tiempo que fijamos posición con respecto a los temas de interés presentes en el debate político actual de manera activa redefiniendo las categorías políticas, filosóficas, metodológicas y conceptuales para de esta manera hilvanar un discurso emancipador y antihegemónico así como un accionar político sustentado en la filosofía de la praxis.

A continuación algunos extractos de "HIPOTESIS" en torno a la hegemonía y los DD.HH.

En "La Política y el Estado Moderno", lo que Gramsci llama hegemonía (sociedad civil) es para Delgado O. el proceso por el cual el poder se camufla, tal mimetismo hace posible que dicho poder se ponga en acción con el consentimiento o la tolerancia de los obligados.

Según JMDO, El consentimiento al ser un hábito es también una segunda naturaleza. Tal hábito debe entenderse como un estado de cosas social que perdura mientras los intereses de los obligados no sean conmovidos. Quienes -valga tomar el ejemplo de las clases privilegiadas que configuran la oposición venezolana- se sienten conmovidos solo en su imaginación son capaces hasta de matar en "legítima defensa" (putativa) cuando cree que sus intereses y valores son amenazados.

Apelando a la ciencia marxista Delgado O. nos señala que la producción de hegemonía es la expresión ideológica de las relaciones materiales dominantes (explotación material) concebidas bajo la forma de pensamientos.

Pero esta producción espiritual, que en cierta forma es la propia existencia de la sociedad civil, es además manipulada por la tecnología que fabrica la opinión pública y por el control directo o indirecto de los medios de comunicación masiva. Tal es el caso del poder que esta industria ha acumulado como instrumento de alienación al servicio de las elites en nuestros países, Colombia es un ejemplo escandaloso de ello, la oligarquía busca desesperadamente invisibilizar y boicotear el proceso de paz que durante más de 40 años ha enriquecido a los perros y señores de la guerra de EE.UU, Israel y la sociedad política neogranadina asociada al narco-paramilitarismo.

De aquí -asevera Delgado O.- resulta que la hegemonía es también producto de un fraude, y que la fuerza que ella encubre no es menos fuerza que el poder abiertamente represivo del Estado, agregamos, burgués.

Es claro que en el marco o contexto de la lógica occidental, -como bien lo señala JMDO- la propia existencia de la sociedad civil limita la posibilidad de acceso al poder político para la heterodoxia, es decir, todo lo que no es asimilable para la hegemonía queda fuera de toda posibilidad de beligerancia.

Ya en 1978 el autor afirmaba: "La sociedad civil que es, por ejemplo, una civitas universal burguesa, tiene a la defensiva a los países socialistas mediante la campaña burguesa en pro de los derechos humanos. Tal campaña es hegemonía y contra ella nada se puede hacer dentro del mundo occidental. Esta es una modalidad de represión que la sociedad civil hace padecer a quienes combaten la hegemonía".

Tal situación resulta patente en la política y decisiones que desde los centros del poder hegemónicos y sus organismos multilaterales, fundaciones, ONG's, entre otros, se despliega contra los países cuyos gobiernos de izquierda se atreven a cuestionar y retar a las potencias occidentales ensayando en base nuevas alianzas y bloques geopolíticos.

Para Delgado O. "El escándalo que produce el rechazo de la hegemonía puede desencadenar reacciones exorbitantes en el seno de la sociedad civil ("legítima defensa" putativa del establecimiento)".

"Pero -continúa- hay otro tipo de escándalo que surge cuando la sociedad democrática se ve forzada, con razón o sin ella, a usar el poder represivo de sus instituciones policíacas y militares. La sociedad civil deviene entonces Estado, es decir, la sociedad civil reprime el ejercicio de la libertad tendiente al fomento de la antihegemonía". Tal es el caso, por ejemplo, del conflicto interno colombiano y el papel de las elites en el ocultamiento de sus causas y desmembramiento de la base popular. Lo mismo aplica para describir en grandes trazos los regímenes dictatoriales abiertos o encubiertos (puntofijísmo venezolano, por ejemplo) en toda América latina, Asia, medio oriente, África, Europa oriental y demás colonias o "áreas de influencia" de las potencias occidentales.

Ante esto, JMDO nos hace entender como, "(...) parte del proceso revolucionario radica en promover una nueva hegemonía, esto es la adhesión del mayor número posible de individuos, lo cual equivale a una toma de conciencia de los beneficiarios de dicho proceso, pues, por virtud de la hegemonía de la sociedad prerrevolucionaria, los oprimidos 'creen' y 'se adhieren' a los valores de los opresores. Es claro, sin embargo -señala-, que el cambio de hegemonía necesita una base que lo haga posible: esa base es el criterio objetivo con que se puede juzgar la factibilidad y conveniencia de la revolución".

El abordaje entorno al enfrentamiento abierto y serio del debate sobre los derechos humanos implica entender que -como bien advierte Delgado O.- "Solo hay dos tipos esenciales de Estado de acuerdo a su estructura socio-económica (Estado liberal [individualista] y Estado social [supraindividualista, comunitario y realizador de la existencia genérica del hombre]), aunque la hegemonía burguesa encubra las relaciones de dominio con el mito de los derechos humanos y la libertad política".

Marcuse -acota Delgado O. citando su obra 'Contrarrevolución y revuelta'- subraya lo que él llama una "convergencia básica entre democracia liberal y fascismo, aparentemente paradójica -dice-, de la siguiente manera: "La democracia liberal es el rostro del poder de la clase dominante cuando no tiene miedo; el fascismo cuando lo tiene". -continúa- "El diálogo entre las diversas fuerzas de la sociedad pluralista es un diálogo incestuoso, pues todos tienen que estar de acuerdo en un postulado fundamental, a saber, que conviene reforzar la estructura del poder establecido". Delgado Ocando cita también un trabajo póstumo de Orlando Letelier en el que se señala la "inconsistencia de la dictadura chilena de Pinochet, que fue liberalísima en materia económica y dirigista y tiránica en el orden político".

"El término Estado de Derecho, que implica la limitación del poder del Estado por la autoridad del derecho, está estrechamente asociado, si no completamente identificado con el ascenso del individualismo".

(...) "Con la aparición económica de una burguesía comerciante próspera, entre otros eventos, nacieron las pretensiones paralelas del individuo al reconocimiento jurídico. Desde entonces, la lucha entre el derecho del individuo y la autoridad de la comunidad ha sido un tema fundamental tanto de la teoría política como de la teoría del derecho. Esta lucha es paralela a la que se desarrolla entre dictadura y democracia, e igualmente paralela, en cierta medida, a la que existe entre nacionalismo e internacionalismo. La "autoridad del derecho" es así vinculada a la lucha del individuo contra el poder del Estado". (W. Friedmann, Teoría general del derecho 1965, citado por JMDO).

Para el autor de 'HIPOTESIS', "la defensa de los derechos humanos" es la terminología genérica con la que la democracia occidental ha calificado el problema de las relaciones individuo-Estado.

En la referida obra de Delgado O. vemos como la hegemonía ha venido argumentando que solo en el sistema de democracia burguesa (parlamentaria o presidencialista) los derechos humanos (fuero del individuo frente al Estado) son reconocidos y garantizados. -Continúa diciendo la hegemonía que- en la democracia burguesa, contrario de la democracia socialista, existe la disidencia constituida por una minoría que no es políticamente oprimida y a la cual se le permite la expresión pública de su disconformidad.

Pero JMDO devela la ficción democrática y denuncia el hecho de que "lo que la argumentación burguesa oculta es que la disidencia contra el Estado social existente únicamente es permitida cuando es innocua. Si la disidencia peligrosa -continúa- es enfrentada hasta con la policía, el ejército o con las bandas paramilitares o parapolicíacas, que mantienen relaciones secretas con los organismos de inteligencia del Estado (Colombia es un ejemplo patente), tales excesos, producidos en momentos en que la hegemonía vacila, son considerados por ésta como excepciones que confirman la regla".

El proceso hegemónico de la administración de los derechos humanos es en gran parte competencia de las empresas de los medios de comunicación masiva. De aquí se desprende la importancia del aparataje ideológico para el mantenimiento del poder político de las élites o bien sea la constante amenaza de posibles sanciones hacia los gobiernos socialistas o movimientos revolucionarios de liberación por parte de occidente.

Es entonces cuando -tal como expone el autor- el acoso revolucionario contra la hegemonía provoca que el problema de los derechos humanos sea sacado fuera de su contexto, haciéndose valer "universalmente" la versión hegemónica del Estado de Derecho, como es característico de la mentalidad burguesa.

En este sentido, -nos dice Delgado O.- la campaña en pro de los derechos humanos es, pues, un acto de "legítima defensa" de la sociedad civil, acto que revela la erosión del sistema democrático burgués, y su efecto será eficaz mientras la hegemonía ideológica de la burguesía domine al mundo "desarrollado".

En cuanto a este punto Delgado O. denuncia que tal campaña no es en pro de ninguna vigencia de los derechos humanos, el autor hace alusión al fariseísmo norteamericano y señala como evidencia irrefutable y escandalosa el veto de las potencias occidentales a la resolución de la ONU sobre embargo militar y económico efectivo al gobierno del apartheid en la Sudáfrica pre Mandela- sino más bien por la restauración de la democracia burguesa en los países en los que las corrientes de corte socialista han tomado el poder político (en este particular JMDO ejemplifica con la injerencia de la CIA en el Chile de la Unidad Popular y como la "restauración" fue provisionalmente fascista como corresponde a toda restauración "democrática" -agrega-.

Aludiendo al tema del derecho y la arbitrariedad, Delgado O. deja claro el hecho de que pese a todo el disimulo con que la hegemonía cumple su tarea de mantenimiento ha habido una verdad política intuitiva, que es parte de la propia sociedad civil, y es la de que la campaña de los derechos humanos extendida histórica e indiscriminadamente a regímenes y procesos tan diversos como los del Chile (pinochetista) y Cuba (revolucionaria) -incluyendo hoy por hoy Siria, Libia y Ucrania, Israel y Palestina e inclusive Colombia y Venezuela-, no es tomada muy en serio ni siquiera por sus mismos patrocinadores.

En lo que respecta a su posición concluyente en torno a este tema JMDO deja claro que mientras la sociedad civil burguesa subsista en el mundo occidental desarrollado no puede combatirse la campaña en favor de los derechos humanos con la retórica de las empresas de comunicación de masas que sirven a la hegemonía como el New York Times; sin embargo -termina señalando- ello no puede encubrir el hecho de que dicha campaña es parte de la lucha para sostener la democracia occidental o para restaurarla en los países en que ha sido suprimida o -agregamos-se ha iniciado dicho proceso de supresión a partir de su cuestionamiento como en el caso Cuba-Venezuela y su "amenazante" influencia en América Latina para los intereses de EE.UU, por tomar un ejemplo que caracteriza y describe la situación local en el hemisferio.

Finalmente, en este aparte de su "HIPOTESIS" referida al punto del Individualismo y defensa de los derechos humanos, Delgado O. concluye de manera lapidaria aseverando que: "Más que lograr la vigencia de los derechos del hombre, lo que el mundo occidental quiere es mantener los privilegios de la clase dirigente".

 

@JULIOENRIQROJAS

julioenriquerojas@gmail.com

 


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