En estos tiempos de idas y contramarchas en torno al valor de la democracia y la imprecisión de los factores políticos adversos al gobierno de Maduro de condenar cualquier intento cruento de alterar el curso de la sociedad venezolana, nos obliga a preguntarnos por la democracia en Venezuela.
El sitio que intenta la derecha a la democracia venezolana es a la democracia que se inauguró en 1999. Sus esfuerzos van desde la parálisis institucional (el intento de sabotaje para la designación de las autoridades de los poderes moral, electoral y judicial es la más reciente movida dentro del llamado “juego” democrático) hasta los intentos por generar una situación de explosión neurótica colectiva como lo venimos padeciendo con la inflación y el desabastecimiento y previamente con paros patronales, sabotaje petrolero y el golpe de estado de 2002. Pero, ¿Se trata de sitiar la democracia, o acaso se busca derrotar al pueblo venezolano en su esencia constitucional?
La pregunta no es ociosa. En particular, adquiere mayor relevancia ante el intento de un atentado golpista cuyas posibilidades van desde el magnicidio hasta crear una situación atroz como la ocurrida en la Plaza Maidan de Ucrania asesinando inocentes y atribuirlos al gobierno, para dar inicio a un ataque multilateral de las fuerzas mal llamada democráticas del continente que apelarían a la aplicación de la Carta Democrática de la OEA, esa misma que se extravió en los bolsillos de Insulza cuando Zelaya y Lugo fueron derrocados bajo mecanismos realmente escabrosos pero con poca sangre. No nos llamemos a engaños la derecha nacional, hija maltrecha de la derecha internacional sigue un guión que se ha aplicado con éxito en Paraguay y Honduras y ha fracasado en Venezuela (incluyendo la variante del golpe judicial desde un poder judicial no sólo adverso sino negligente), Bolivia, Ecuador, Brasil y Argentina (por la vía del golpe judicial en la actualidad).
El sitio que intenta la derecha es contra el nuevo sujeto histórico que se anuncia con la Constitución de 1999 y que con dificultad, se ha ido abriendo un espacio en el quehacer político e institucional venezolano. Se quiere acabar con la posibilidad de participar activamente en la definición de políticas, en la evaluación y control de las mismas. Temen que este nuevo sujeto, aún en gestación pero con avanzados estados de madurez política, sea capaz de discernir que a fin de cuentas lo que se ataca no es la eficiencia del modelo sino una posibilidad innovadora de hacer política que hace la democracia accesible para todos más allá de lo electoral, sin obviar las dificultades que se enfrenta como sociedad. Es reducir por la fuerza aquel sector mayoritario que fue excluido durante toda la IV república y que ahora en un proceso de politización creciente en Venezuela ha permitido al excluido no sólo ser objeto de políticas públicas sino además sujeto político con las dificultades de una sociedad con severas limitaciones en la organización social.
Lo que la derecha quiere ultimar es la posibilidad de un nuevo sujeto político en la cosmovisión precaria de la humanidad en comienzos del siglo XXI. De tal tamaño es la amenaza que ese nuevo sujeto político viene teniendo ecos en países como Grecia y España. Los sueños de Podemos en España vienen del despertar de los pueblos de Nuestra América.
A tiempo: La conjugación de los esfuerzos de los medios de comunicación alternativos por generar una nueva lógica comunicacional ha chocado con las estructuras del estado que no terminan de entender que ha sido precisamente la concepción mercantil de la comunicación la que enajenó y desideologizó a los pueblos de América. No es casualidad que los menos afectados mediáticamente sean quienes sostienen las transformaciones sociales y políticas en el continente. A buen entendedor, con medios alternativos basta!! Por cierto, los ataques a los medios alternativos no se detienen. Hay ataques y hay olvidos, que en casos de dificultad no son lo mismo, pero se parecen.
