Sociología en la Revolución Bolivariana: bochinche, bochinche

Previo al desarrollo en propuesta en el título del presente conjunto de frases nos vamos a permitir algunos comentarios de oficio. En primer lugar, Umberto Eco en alguno de sus interesantes propuestas comentaba sobre una vuelta a la Edad Media; seguramente, se podría estar refiriendo a esa Europa como cuna de la denominada “cuna de la civilización occidental” y centro de poder del cristianismo en todas sus expresiones religiosas. Pues recordamos este pensamiento en verdad de reflexión intelectual de don Umberto Eco cuando se están sucediendo una serie de desarrollos de violencia extrema en Paris de Francia porque en el Imperio también hay un París. Estos sucesos, fríamente analizados, nos retrotraen a aquellas religiosas bendiciones de los y las quemadas en hogueras de purificación durante la praxis de la Santa Inquisición sucesos como hechos históricos que nos logran transportar a los argumentos que se sustentaban en el rescate de los Santos Lugares en tierras palestinas. Esas realidades nos obligan a transitar sobre los desmanes en violencia que cometerían las tres órdenes de caballeros aprobadas y bendecidas por alguna Eminencia pétrica con las obligaciones del celibato, de las armas y la defensa de los peregrinos cristianos que, piadosamente, caminaban hacia la santidad terrenal cuando alcanzaran los caminos transitados por el Hijo de Dios. Irónicamente, para su información y fines consiguientes, aquellos caballeros se transformaron en banqueros y, por consecuencia de la acumulación, ellos, también, terminaron en la hoguera purificadora. Los sucesos acontecidos en París llaman a la reflexión de esa denominada “cultura occidental”, de los valores occidentales tan cercanos y tan lejanos de sus reales Orígenes (con mayúscula); esas expresiones de violencia sin sentido ni ético ni moral nos obligan a repensar sobre las propuestas bases ideológicas contenidas en las tesis propuestas por Samuel Huntington sobre “las civilizaciones”, curiosamente; las tesis de Huntington y las consecuencias en actos de violencia en respuesta inducen a discutir sobre el real y objetivo significado no solo teológico sino filosófico del mandato de “…amar al prójimo…”; en fin, imponen la sensatez pero quien tiene el poder tiene la verdad así sustente esa verdad en la subjetividad y las limitaciones temporales evolutivas históricas. Visto las consecuencias de esos actos y las conclusiones  finales objetivamente nos atrevemos a dudar que la OTAN se quede con los brazos cruzados, bajen la cerviz y eleven una oración por los muertos.

Un segundo comentario obligado refiérase al obligante desarrollo en el cual se involucró todo el poder del Imperio japonés para confrontar el avance inevitable de los imperios europeos y estadounidense (éste en pañales para la época en referencia histórica), en sus políticas obligantes que explicitaban el propio desarrollo de aquel sistema capitalista en su evolución imperialista mundial. Japón para aquellos momentos de la segunda mitad del siglo XIX se vio confrontando sus realidades como nación con dos objetivas realidades: su problema socio-interno y las enseñanzas que dejaban el impacto del avance del imperialismo sobre China. Esas realidades llevarían al status quo histórico japonés a entender y comprender las lecciones que pudieran alcanzar de aquellos desarrollos imperiales como base fundamental política con la finalidad de diseñar una Política de Estado que respondiera, inteligentemente, a la confrontación de lo inevitable ante los avances de la civilización europeo-cristiana.

Aquel proceso político de transformación del Estado del Imperio del Japón conociendo la decadencia del tradicional sistema político japonés establecido a través del Shogunato, la paulatina decadencia de la economía real japonesa, la decadencia consecuencial social de los guerreros que sustentaban el Shogunato en los denominados samurái, obligaría a quienes detentaban, realmente, el poder del Estado japonés a asumir las necesidades de cambios profundos sobre las bases de un aprendizaje que significaba aquella expansión territorial, militar, religiosa y jurídica que estaban imponiendo aquellos imperios europeos sobre la Dinastía Manchú en China cuales demostraban las debilidades estructurales del Estado chino que significaron las imposiciones imperial-europeas en Tratados y Acuerdos realmente desiguales y asimétricas en cuanto a la relación costos-beneficios.

Aquel proceso arriba en mención se denominaría en el marco de la Historia de Japón como la “Restauración Meiji”, es decir, un mirar al histórico y glorioso pasado pero adaptándose a las realidades globales en los escenarios geográficos cercanos y circundantes. La “Restauración Meiji” fue como era de toda logicidad una restauración sustentada en las realidades históricas del Shogunato pero en perfecto equilibrio con el obligante desarrollo de la estructura económica en términos capitalistas. La realidad japonesa llevaría a aquel poder real japonés a diseñar un cuerpo de Estado perfectamente estructurado sustentado en la creación de compañías multifacéticas cuales serían denominadas como zaibatsu, cuales serían responsables de alcanzar un desarrollo económico sostenido con la necesaria incorporación de tecnologías foráneas importadas. Aquel proceso obligaría al poder activo japonés a asumir que la estructura militar procedente del Shogunato y de los samuráis no se correspondía con las estructuras militares de los imperios como podían aprender de los avances militares europeos sobre la geografía china. Aquella realidad obligaría al poder japonés a imponer una serie de políticas sustentadas en la verticalidad militar japonesa modernizada y occidentaliza. Es cierto que aquellas políticas en verticalidad incidían seriamente sobre toda la sociología japonesa cual llevaría al pueblo japonés a tener que asumir su rol de fuerte sacrificio e incursionar en una disciplina más cercana a lo castrense que a las normas básicas de la sociedad civil sobre las bases de confrontar al enemigo europeo invasor en el Asia Oriental.

Cuando Chiang Kaishek, su partido (Guomindang) y los ejércitos tanto del partido nacionalista cuales eran a su vez los ejércitos del Gobierno Nacionalista chino cuya capital para aquellos tiempos era Nanjing observaron que esas tropas venían siendo derrotadas por el arrollador avance del Ejército Popular de Liberación adscrito al Partido Comunista Chino bajo la batuta direccional de Mao Zedong y Zhu De, fundamentalmente, decidió huir y trasladar su gobierno derrotado hacia la isla china de Taiwan trasladando consigo todos los archivos del Gobierno nacionalista, todas las obras de arte y las barras de oro que eran las reservas nacionales. Para el traslado de dichas barras responsabilizó a un general que ni tonto ni perezoso, trasladaría esas barras de oro a Suiza depositándolas a su nombre. Cuando Chiang kaishek entró en conocimiento colocó bajo arresto a toda la familia de dicho general obligándolo a trasladar dicho tesoro en barras de oro a Taiwan. Como castigo por la traición de aquel corrupto general, Chiang Kaishek lo pondría bajo arresto domiciliario hasta su no tan lejano fallecimiento en Taibei.

Ahora entrémosle al tema en referencia. La Revolución bolchevique sustentaría su poder en el apoyo de las masas campesinas y los obreros rusos. Posteriormente, es de fácil demostración que Joseph Stalin no seguiría las políticas diseñadas por Vladimir Ilich Lenin y aquellos obreros y campesinos se convirtieron en “alienados revolucionarios”. La Revolución china después de diferentes fracasos de imponer la tesis de la revolución obrera y posterior al análisis sobre la sociedad china que realizara Mao Zedong en 1928 tuvo que adaptarse a su realidad sociológica y sustentar su proceso revolucionario en las masas campesinas. Durante el proceso gubernamental, Mao Zedong en considerando que aquella masa campesina no estaba educada en sus paradigmas revolucionarios chinos, es decir, aún la consideraba alienada a los fundamentos históricos tradicionales, decidió realizar la denominada “Revolución Cultural” que no tuvo nada de revolución ni de cultural como cualquier sinólogo podría demostrarlo e incluso la propia historiografía china así lo demuestra. Las consecuencias de aquella mal denominada “Revolución Cultural” llevaría al país a escenarios de caos, miseria, enfrentamientos entre factores políticos y muertes que obligarían al Ejército Popular de Liberación a asumir sus responsabilidades históricas e imponer en el seno del PCCh políticas de “emergencia y rescate nacional” impulsadas por el Comisario Político, Deng Xiaoping con el apoyo y colaboración de los líderes militares fundamentales del proceso revolucionario que se desarrollaría durante la “Guerra Civil” (1945-1949).

La sociología de la “Revolución Bolivariana” se sustenta en el “poder popular” pero es de obligación en el marco del propio proceso revolucionario tener, imperiosamente, que definir que significa, realmente y en la praxis, el “poder popular” independientemente que el propio proceso durante estos años de revolución ha permitido visualizar ese comportamiento revolucionario de ese denominado como “poder popular”. Es decir, consideramos que no deberíamos confundir “poder popular” con el concepto de “comuna” no solo por definición sino por la propia praxis y responsabilidades de uno y la otra como tampoco deberíamos entremezclar esos significados con el concepto “masa”, “pueblo”, “movimiento revolucionario”.

En estos primeros días del mes de enero del año en curso (2015), hemos podido conocer el comportamiento de la sociedad urbana ante realidades económicas. Hemos podido captar los comportamientos tanto de las clases medias urbanas como de las clases populares. Hemos podido analizar cómo la conciencia de esos grupos urbanos no se acerca a una “conciencia revolucionaria” ni siquiera a una “conciencia chavista” y mucho menos a una “conciencia bolivariana”. Hemos podido conocer que la conciencia de esas amas de casa, es decir, el sector femenino urbano se ha venido comportando en sus pacientes esperas en largas colas como cualquier sector clase media de una sociedad capitalista pero en este caso alienada al consumismo exacerbado sin que ello signifique que las compras en exceso sean referencia a saboteo sino a un comportamiento síquico de angustia ante la escasez de productos básicos familiares.

Son escenarios sociológicos que la “Revolución Bolivariana” tendrá que analizar y objetivar en el marco de las “fortalezas y debilidades” que el propio desarrollo revolucionario implícita.



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Miguel Ángel Del Pozo


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