Artículo Atención Superintendencia de Precios Justos: ¡Mosca con los payasos del mercado! ¿Qué ha sido primero: la gallina o el huevo? (II)

Seguimos trabajando la obra de Itsván Mészáro, Más allá del Capital (sic). De mi Primera parte, tomamos el siguiente extracto que viene al caso con el subtítulo de esta Segunda parte con cursivas mías:

"La lógica invertida suicida de la apologética del capital de Hayek absolutamente no conoce de límites. De acuerdo con esta lógica el capital es el origen del trabajo, y no a la inversa, y por consiguiente merece no sólo una veneración intelectual sin límites sino también la más alta aprobación moral".

Bien, a estas alturas del tiempo, valga el oxímoron, el orden de existencia o de aparición en cuanto al huevo y la gallina pareciera una perogrullada más. Sin embargo, para los idealistas, rezagados como se hallan, sigue siendo un problema muy semejante al de la Tierra y el Sol en cuanto a cuál astro se mueve alrededor del otro.

Con ese título meszariano, que amputa parte del nombre original de la obra de Marx, El Capital, su autor hace un recorrido marcadamente sociológico de la obra cumbre de Carlos Marx, y usa como apoyo también a sus afamados cuadernos manuscritos de divulgación pos El Capital.

Esos aditamentos manuscritos sobre El Capital son muy importantes porque ponen en evidencia el carácter integral o interdisciplinario que debe guardar el estudio científico de la plataforma productiva de una sociedad, particularmente la burguesa que está catalogada como la última fase del perfeccionamiento de la explotación que la clase dominante viene realizando con los fabricantes de sus salarios y de la plusvalía sobre la que dichos fabricantes carecen de propiedad jurídica.

Así, sólo un científico de primera en Sociología, de la cual podemos afirmar que Marx fue fundador, y de una Filosofía contemporánea de la cual también fue cofundador. Decimos que lo fue en esta segunda ciencia porque le dio medio giro de arriba hacia abajo a la concepción dialéctica con la que Hegel había convencido a medio mundo, con inclusión del propio Marx quien en su momento fuera uno de sus más fervientes y diletantes seguidores.

La Dialéctica hegeliana empezaba por el techo y terminaba en los pisos, un entuerto filosófico que seguía poniendo el mundo al revés, tal como desde hace muchos milenios ha sido visto y así siguen viéndolo los intelectuales e ignaros a quienes se les conoce como idealistas, objetivos o subjetivos, pero idealistas al fin.

Como sabemos, las ideas no pueden preceder a la acción del hombre[1], como la oferta no puede anteceder a la demanda, ni como la gallina podría anteponerse al huevo que es necesario para que ella lo siga poniendo.

Por supuesto, una vez que arranca el proceso, se crea la oferta antes de que la demanda la consuma, y asimismo el ser humano entra en razonamientos, como admitimos que para obtener huevos debe haber gallinas.

Así, pues, las respuestas se multiplican y siguen sembrando dudas cuando el problema sometido a solución no puede pasarse por el tapiz de un proceso o sucesión de cambios de menor a mayor, de lo más sencillo a lo más complejo. Sólo así podemos entender que una huevo o una célula cualquiera es la primera manifestación de un ser vivo, razonamiento dialéctico materialista con el que Marx dio perfecta solución,, a partir de sus investigaciones, de la Economía Política sobre la cual tirios y troyanos habían formulado críticas sin que ninguno de los críticos, clásicos y vulgares, pudiera llegarle al meollo del asunto, o sea, sin haber podido entrever, por ejemplo, que detrás de las relaciones de cambios mercantiles mediados por dinero se hallaban las relaciones sociales entre dueños de medios de producción y dueños de la fuerza de trabajo; que detrás del valor de cambio del trabajo de los asalariados de halla el valor trabajo; que detrás del dinero se hallan los burgueses y proletarios, se halla la mercancía burguesa, y detrás de esta la plusvalía y la ganancia empresarial, que esta sucede a la primera y no lo contrario.

La combiosis entre Sociología, Filosofía y Economía Política es una triada presente la obra de Marx cuyas partes deben tenerse y entretejerse cuando se estudia el Estado, la producción y la distribución de la riqueza de un país, más allá del estudio de los procesos fabriles y comerciales, más allá de las gestiones políticas burocráticas, de las finanzas, de la oferta y la demanda.

 

 


 

[1] Sólo a René Descartes se le ocurrió equivalenciar el pensamiento con el ser pensante, lo que le impidió reconocer que mal puede pensar quien no existe de antemano, habida cuenta de que todo pensamiento por fuerza pertenece a un ser. Cierto que no existen ideas sin gente idealista, pero, sólo la gente piensa.



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Manuel C. Martínez


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