Llover sobre mojado

No podemos idealizar la nueva sociedad, pensar que el Socialismo puede ser posible sin desaparecer o hacer desaparecer el Estado que engendró la sociedad que lo antecedió, es un romanticismo. Las clases sociales existen materialmente en la sociedad y su resistencia a ser transformadas, origina la lucha de clases; esta lucha viene a ser el mecanismo que se activa cuando los trabajadores y el pueblo en general disputan a las clases dominantes el poder político, económico y social.

La toma del poder por parte de los trabajadores representa únicamente el inicio de un largo proceso que debe culminar en la transformación revolucionaria de la sociedad, por ello, pensar que se ha concluido el proceso sólo con ganar las elecciones y llegar al poder a través de este mecanismo, es una equivocación.

Las sociedades son el resultado de procesos históricos, son formaciones histórico-sociales que pertenecen cada una a su tiempo, tratar de sacarlas de su cauce natural, significa no comprender la dinámica dialéctica que subyace en cada una de ellas. Una vieja tesis discutida por los revolucionarios es que una revolución en un solo país no es posible mientras que, en el resto de los países los trabajadores vivan sometidos a los mecanismos de explotación capitalista, pensar en revoluciones aisladas, separadas de su contexto es un error. A esto se debe, el impostergable llamado a la necesaria unión de los pueblos para vencer al enemigo común: el imperialismo y sus expresiones internas, la burguesía dependiente de cada país.

"Los hombres se parecen más a sus tiempos que a sus padres", es una premisa histórica que nos sirve para ilustrar el problema de la prefiguración, no podemos inventar hombres, ellos son el producto de las sociedades en las cuales han vivido. La necesidad del cambio estructural de la sociedad, implica por supuesto, el surgimiento de nuevas relaciones de producción, es decir, nuevas formas de trabajo que se impongan y acaben radicalmente con la relación de explotación capitalista y su ideología de dominación; pensar de otra forma sería, una interpretación errónea del proceso histórico en el que se han conformado las sociedades. Entonces, achacar a la falta de conciencia de los trabajadores el retroceso de los procesos, además de falso es injusto, porque en la realidad siguen imperando las mismas relaciones sociales impuestas por el capitalismo salvaje.

No podemos esperar que la sociedad que soñamos, esa de la cual nos hablan los libros de filosofía, sociología e historia, se concrete si no hemos cumplido con la premisa básica de atacar al elemento originario de la vieja sociedad: La propiedad privada sobre los medios de producción, como único elemento que engendra las relaciones sociales individualistas y/o capitalistas. El problema está presente así le cambiemos el nombre, la cuestión no radica en colocarle a las areperas el calificativo de socialista, e incluso a la sociedad si no se cambian estructuralmente las relaciones, lo demás será simplemente como dice el dicho: "llover sobre mojado".


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Arnaldo Guédez


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