La crítica, la autocrítica y las revoluciones

Los seres humanos tratamos de explicarnos los fenómenos sociales que vivimos, pero debido a la magnitud del conocimiento necesario para la explicación de cualquier fenómeno, por simple que parezca, dependemos de la información proporcionada por otras personas, lo que nos deja sólo con dos opciones con resultados opuestos: dudar o creer. La duda instruye porque estimula la reflexión y el interés por conocer y saber. El creer no estimula nada, nos hace pasivos, por lo tanto no incide en el acopio de conocimientos.

La educación a la que hemos sido sometidos es memorística e irreflexiva porque está fundamentada en dogmas, que son creencias ancladas en falsos conceptos y actos de fe. Es decir, que somos educados para ser dogmáticos, no para ser creativos. Durante más de dos mil años la humanidad creyó que la distancia más corta entre dos puntos era la línea recta, hasta que Einstein demostró que la línea recta no existe. ¿Cuántos errores de cálculo se cometieron debido a esa creencia, una entre miles de creencias dogmáticas?.

Hay una verdad que anula nuestra capacidad de razonar, es el hecho de que la naturaleza toda, el universo, está en permanente cambio caótico para la mente humana. La naturaleza en todas sus formas es un sistema inestable que tiene una gran dependencia de las condiciones iniciales. Lo que implica que una mínima diferencia en las condiciones iniciales hace que el sistema evolucione de manera totalmente distinta. Eso hace que no haya dos seres humanos exactamente iguales, ni dos animales, ni dos árboles, etc., todo es único. Partiendo de ese hecho nos podemos explicar el porqué los grupos humanos se desarrollan en diferente formas.

El ser humano cree y duda, pero tiende más a creer que a dudar porque la duda da inicio a una angustia existencial, que sólo puede desaparecer con trabajo creador (investigación) en aspectos donde se considera está la verdad, los cuales generalmente no son rentables y algunas veces hasta peligrosos.

Toda pregunta potencialmente genera varias respuestas posibles, a su vez cada una de esas respuestas da pié a nuevas preguntas, es decir que la vastedad de nuestra ignorancia se hace patente en escala logarítmica mientras nuestros conocimientos crecen modestamente en escala aritmética. Lo ignorado es inconmensurable, lo conocido está en cualquier biblioteca.

Los seres humanos pensamos tercamente en la naturaleza como un sistema estable que tiende con el tiempo hacia un punto o a girar en una órbita concéntrica. Por ello siempre estamos equivocados al predecir la evolución de los fenómenos naturales incluyendo los fenómenos sociales, políticos y económicos: “El mundo desaparecerá en llamas” y “La sociedades humanas volverán al comunismo” son pronósticos en los que mucha gente cree. El problema central es que siendo dogmáticas nuestras creencias, lo extenso de nuestra ignorancia hace que partamos siempre de falsas premisas cuando hacemos el análisis de cualquier fenómeno y por ello llegamos a conclusiones erróneas.

Los seres humanos casi siempre estamos equivocados en nuestros juicios y tenemos serios choques con quienes tienen ideas contrarias a las nuestras porque aunque partamos del mismo dogma, el entendimiento individual lo modifica y el análisis subsiguiente nos puede llevar a posiciones antagónicas. Es lo que ocurre en las religiones y entre los revolucionarios. Stálin y Trostki se odiaron a muerte, ambos eran comunistas y creían estar construyendo una sociedad socialista pero tenían ideas contrapuestas. El Partido Comunista de la URSS decía que el pueblo soviético vivía en una sociedad socialista que marchaba aceleradamente hacia el comunismo, pero se desintegró a los 74 años de la toma del poder. Ese mismo partido afirmaba que la construcción del socialismo debía llevarla a cabo la clase obrera, la vanguardia revolucionaria de la sociedad.

El Partido Comunista Chino como todos los partidos comunistas del mundo “democráticamente” compartía esa creencia. Mao Tse Tung dijo que en China la clase obrera era insignificante, y que la construcción del socialismo debía llevarla a cabo los campesinos que eran la mayoría del pueblo chino y la verdadera vanguardia revolucionaria.

Como consecuencia Mao fue expulsado del PC chino por contra revolucionario. El impresionante desarrollo de China en un poco más de 70 años ha demostrado que todos estaban equivocados, China pronto será la primera potencia mundial pero aún está lejos de ser una sociedad socialista.

La naturaleza avanza sobre ensayo y error. Un ejemplo de ello es la reproducción de las especies animales. La formación de un huevo es el resultado de múltiples intentos de los espermatozoides de penetrar un óvulo. La fertilidad del huevo no está garantizada, muchos no llegan a formar un feto, muchos fetos mueren y después del parto muchos recién nacidos perecen. Todo eso como producto de errores estructurales y metabólicos.

La naturaleza acepta sus errores y rectifica, pero nosotros somos renuentes a reconocer nuestras equivocaciones. Por lo tanto no hay humildad en la aceptación de las críticas de los demás y mucho menos hay ejercicio de la autocrítica para rectificar. Entonces para imponer nuestras ideas recurrimos a los expedientes del engaño, el chantaje y de la fuerza. Esto se pone de manifiesto cuando las personas ejercen algún poder, tales como los jefes de familia, los líderes religiosos, los líderes de partidos políticos y los gobernantes.

Los sectores sociales dominantes en los Estados Unidos y países europeos se equivocan constantemente, pero no rectifican, todo lo contrario, pretenden imponer sus ideas al resto del mundo mediante la intimidación mediática y la agresión terrorista.
Cuando nuestras creencias por ser dogmáticas entran en contradicción con el desarrollo social, el entorno que habíamos construido sobre esa creencia que resultó falsa se desmorona. La creencia de que el éxito personal medido por la acumulación de bienes materiales conducen a la felicidad exacerbó el consumismo, llevando a las madres de familia a abandonar a sus hijos para aumentar los ingresos del hogar. Esa idea sembrada por los medios de comunicación, determinó la desaparición de la familia y estimuló el crecimiento de la delincuencia.

Si es una idea política sobre la que se ha construido un Estado, éste también se desmorona. Para los millones de personas que creían en el socialismo soviético, el fracaso del experimento de construcción del socialismo que inició Lenin fue un cataclismo mundial. Hubo un silencio universal, casi nadie tocaba ese tema públicamente. Nadie lo defendía porque no había argumentos para hacerlo. El dogmatismo había acabado con los sueños de millones y sus luchas por un mundo mejor. Hoy hay un renacer del sueño socialista en Venezuela, no lo aniquilemos.

rengifoa@gmail.com



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