Partamos de la intuición del pueblo

 

 

 

 

La instauración de una sociedad ulterior no se puede dejar en manos de los políticos únicamente. Como seres racionales, todos nosotros, tenemos la obligación de hacer nuestra propia historia, para lo cual se requiere, invariablemente, construir una autoconsciencia crítica de la época que nos toca vivir, ajustándola siempre sobre una praxis que le dé el significado humano más profundo; porque en lo tangible la posibilidad  de otro mundo, absolutamente, aparece con la presencia del otro, su rostro, su palabra; y el otro no es que sea un sujeto ni un objeto, sino que es una presencia concreta que anuncia perceptivamente otro mundo. Así pues, que si ahondáramos un poco más en lo filosófico, diríamos como Gilles Deleuze: "La revolución se hace por deseo, no por deber. Y no se hace en nombre de otros, sino con otros".

Precisamente, de allí es de donde debe partir nuestro gobierno, nuestro Presidente Nicolás Maduro, convocando las grandes energías sociales para llevar a cabo los cambios históricos importantes y allanar el terreno para un desarrollo más libre y más rápido, que sin más, está asegurado con el socialismo revolucionario, y con él lograr el poder soberano de nuestro pueblo para satisfacer las necesidades universales básicas de todos los seres humanos que habitamos en esta República Bolivariana de Venezuela y extender sin complejos la solidaridad hasta los demás pueblos de nuestro continente latinoamericano y caribeño.

Es en ese estadio socialista revolucionario donde podemos sobrevivir, desarrollarnos y pertenecer genuinamente a la comunidad social, ya que si tales cuestiones no son respondidas apuradamente, la historia se tornará insensata y anárquica, y se convertirá, entonces, en un campo de batalla de fuerzas ciegas e incontrolables; aunque el pueblo permanentemente tendrá el derecho de expresarse en contra de aquello que persiga exclusivamente sus propios intereses particulares más que los intereses generales de la comunidad toda. Allí radica la importancia de la teoría social crítica, al darle al pueblo la clara conciencia de cualquier problema y constituye el punto de partida de su solución, y lo enseña, además, a que toda actividad práctica, incluyendo la de los líderes y esencialmente la de ellos, debe ser abierta al reto y a la crítica.

Mientras más grande sea la crisis de la sociedad venezolana y mientras mayor sea la necesidad de una solución global radical para los problemas existentes, mayor será la necesidad de la orientación filosófica. Eso explica la crítica viva y vigorosa que se ha ido levantando contra todo aquello que exprese estrechez e inhumanidad en el seno de las organizaciones actuales de nuestra sociedad. Así que estamos contestes de que un viejo sistema social, cuando ya no puede resolver los nuevos problemas, no es que necesariamente tenga que ser abolido o destruido, sino que el deber de los revolucionarios y revolucionarias es trascenderlo. De la misma manera hay que prever que no hay lógica o dialéctica lineales en la historia, que no hay un destino final que haya de alcanzarse inevitablemente tarde o temprano. El socialismo es creación decidida.

Con el desarrollo del pensamiento crítico que elComandante Hugo Chávez impulsó en Venezuela, es correspondiente que millones de voces se opongan por doquier a cualquier desgaste innecesario de los recursos humanos y naturales, a que las existencias se vuelvan inútiles, al establecimiento del sufrimiento estéril, y a la ignorancia y al tedio. He ahí por qué la todavía extensa miseria material y espiritual anidada en nuestro pueblo, nos exija a cada uno de nosotros hacer algo; por ello, lo primero que tendríamos que hacer es indignarnos contra la destrucción de la solidaridad comunal, y contra cualquier cosa que limite las posibilidades y formas de transcender la condición humana.

La etapa que vive la Revolución Bolivariana demanda una reorientación general como gran movimiento transformador que es. Asimismo, solicita una apertura al reexamen crítico. Deleuzeafirmaba que el primer paso para construir buenos problemas consiste en ejercer la crítica, que es una actividad destinada a despejarle el terreno a la creación. Criticar es separar, distinguir con precisión, establecer diferencias de naturaleza. Y a ese movimiento no lo impulsa la inteligencia sino la intuición, que no es un sentimiento confuso ni una inspiración; en todo caso sería más bien un método filosófico sofisticado. La crítica no es una moda, reivindica un ejercicio correcto y concreto. No es ni siquiera querer hacer igualaciones con una edad de oro de la crítica, que ya pasó, edad de oro que siempre es artificiosa, a decir deCornelius Castoriadis. Se trata más bien de los requerimientos de una sociedad democrática en el sentido verdadero del término.

Siendo vital, entonces, la función crítica en la sociedad, tanto en el ámbito político como en las relaciones morales y sociales, es nuestro deber impulsar la autorreflexibidad colectiva con una filosofía acometedora que nos permita deliberar permanentemente sobre las relaciones morales, políticas y sociales. La reflexión es la autonomía en el marco del pensamiento. Y es en ese campo donde aparece vigorosa la crítica, puesto que reconoce los valores de justicia, libertad, igualdad, dignidad humana, etc...

Este hecho demanda que la Revolución Bolivariana tenga un carácter dialógico, donde ya no sea posible callarse; ella tiene que ser para los venezolanos lo que el ágora fue para los griegos; por lo tanto no podemos ser indiferentes o conformarnos con el estado de cosas que desdigan a la sociedad justa a la que aspiramos, a la vida humana buena a la que tenemos derecho; de allí que la crítica combativa tenga asidero, puesto que busca elevar y dignificar al hombre, principalmente cuando la política es contaminada con la corrupción y el doble lenguaje, y más aún cuando el pragmatismo se supedita a la economía arruinando con ello la fuerza revolucionaria del deseo y convirtiendo a los revolucionarios en unos castrados.

En una revolución hay que estar reorganizando permanentemente el combate para poder transformar de verdad las instituciones, lo cual requiere adoptar una política donde la acción de las masas cumpla su papel histórico, su rol creador que le corresponde en la edificación de la nueva sociedad socialista, sin descartarse jamás la posibilidad de activar su máxima expresión, que no es otra, que la insurrección revolucionaria, cuyo éxito prescribe como exigencia previa el que debe iniciarse con gran cuidado y deliberación.

Nos guste o no, las circunstancias particulares de nuestra querida Venezuela permiten precisar que la firmeza del proceso bolivariano, en curso, tiene en la crítica revolucionaria un elemento de elevada fortaleza para seguir intentando la realización de otra organización social, y su vida; el socialismo revolucionario, pues, que de ningún modo es simple, porque se encontrará a cada paso que dé con problemas bien complicados. Pero es preferible enfrentar esos problemas reales, difíciles, que pasarse el tiempo de nuestras vidas consumiendo los desperdicios de la televisión, o adheridos al Facebook mirándonos en un espejo de agua como Narciso; y mucho peor, terminar nuestra existencia encerrados en una casa o en un apartamento aterrorizados por la inseguridad y practicando el onanismo político.

Si nos asomamos a lo interno del proceso, con esto voy culminando el presente artículo, veremos que se mueven tres corrientes fuertes: los y las que presionan en favor del rápido avance y el desafío firme al capitalismo, a la oposición; los y las que se inclinan por concesiones peligrosas, y los y las que se inclinan a favor de una visión pragmática sobre el mejor curso que hay que seguir en las circunstancias particulares; pero en todo caso, es innegable que estamos en una etapa decisiva, y lo concluyente es que el gobierno debe ser capaz de mantener un grado de unidad y coherencia suficientes como para seguir acometiendo sus tareas históricas, que pasan, en primer lugar, por mantener el poder, y en segundo lugar, seguir trabajando para concretar el socialismo, teniendo siempre e invariablemente como azimut el legado del Comandante Chávez. Entonces, partamos de la intuición del pueblo. Vale.

POST/DATA: "Pocas cosas hay que sean absolutamente necesarias", enseñaba el poeta portugués EUGENIO DE ANDRADE, seudónimo de José Fontinhas, nacido en Póvoa de Atalaya, Beira Baixa, el 19 de enero de 1923. Su poesía es una imagen riquísima que resume la condición del hombre sobre la tierra. Alcanzó gran notoriedad con la publicación de sus obras,"Las manos y los Frutos" en 1948, "Amantes sin dinero" en 1950,"Materia solar" en 1986 y "La sal de la lengua" en 1999, entre otras. Tradujo al portugués poetas como Safo y García Lorca.Considerado junto a Fernando Pessoa, como una de las grandes voces de la poesía en portugués. Falleció en el año 2005 a la edad de 82 años. He aquí uno de sus textos para pasarla bien  en el fructidor mes de septiembre: "ÚNICAMENTE UN CUERPO": RESPIRA. Un cuerpo horizontal, tangible, respira. Un cuerpo desnudo, divino, respira, ondula, infatigable. Amorosamente todo lo que queda de los dioses. Las manos siguen la pendiente del pecho y tiemblan, pesadas de deseo. Un río interior espera. Espera un relámpago, un rayo de sol, otro cuerpo. Si apoyo el oído en su desnudez una música sube, se yergue de la sangre, prolonga otra música. Un nuevo cuerpo nace, nace de esa música que no cesa, de ese bosque rumoroso de luz, debajo de mi cuerpo desvelado.



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Isrrael Sotillo


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