Ideario del fascismo

Cito a Adolfo Hitler: “En esta parte del mundo, la cultura humana y la civilización están indisolublemente vinculadas a la presencia del elemento ario. Si este elemento desapareciese o fuera vencido, el negro velo de un periodo de barbarie volvería a descender sobre el mundo”.

“Para todo aquel que contemple a este último con ojos de nacionalista, cualquier brecha abierta en la existencia de la civilización humana merced a la destrucción de la raza que la protege, será siempre el más condenable de los crímenes. Quien ose poner la mano en la más noble imagen de Dios, pecará contra el bondadoso Creador de esta maravilla y contribuirá a su propia expulsión del Paraíso.

Todos sabemos que en un porvenir lejano, la humanidad deberá afrontar problemas cuya solución exigirá que una raza excelsa en grado superlativo, apoyada por las fuerzas de todo el planeta tierra, asuma la dirección del mundo.

La organización de una política mundial sólo podrá efectuarse, en todos los tiempos, mediante su enunciación definida y exacta; los principios de un partido político en formación son para éste lo que el dogma es para la religión.

Por consiguiente, así como la organización partidaria marxista traza el camino hacia el internacionalismo, así debe contar la política nacional-socialista con un instrumento que nos ofrezca una posibilidad de defenderla por la fuerza. Este es el objeto que persigue el Partido Nacional socialista.

Desde el momento en que la raza, no es una cuestión de idioma sino de sangre, sólo sería posible si el proceso pudiese alterar la naturaleza de la sangre de la persona a él sometida. Esto, no obstante, es imposible. Por consiguiente, para que tuviese lugar, sería indispensable la mezcla de la sangre, lo cual equivaldría a rebajar el nivel de la raza superior.

La historia nos demuestra que lo verdaderamente provechoso fue la germanización de la tierra, conquistada por nuestros antepasados por medio de la espada y colonizada por agricultores arios. Cada vez que se ha introducido sangre extraña en el cuerpo del pueblo ario, ha sufrido sus desdichados efectos, consistentes en quebrantar nuestro carácter nacional.

El principio esencial que debemos observar es que el Estado no es un fin sino un medio. El Estado es el fundamento en que ha de apoyarse la más alta cultura humana, más es incapaz de engendrar esta última. Para ello se requiere la presencia de una raza dotada de capacidad para la civilización. Podrá haber en el mundo cientos de estados modelos y, sin embargo, si el conservador de la cultura, el ario, se extinguiese, no podría subsistir cultura alguna cuyo nivel intelectual fuese comparable con el de las grandes naciones de hoy día. Y aún podemos ir más lejos y afirmar que el hecho de que los hombres formen Estados no puede excluir de ningún modo la posibilidad de que la raza humana desaparezca, suponiendo que la superior capacidad intelectual y la adaptabilidad se pierdan debido a la falta de una raza que las ampare.

El Estado, como tal, no crea un nivel de cultura definido, puede, sencillamente, limitarse a contener la raza que lo decide. De aquí que la condición indispensable para engendrar una humanidad superior no sea el Estado sino la raza que posee las cualidades necesarias para ello.

Las naciones o, insisto, las razas, que poseen talento cultural y creador, tienen estas cualidades latentes en sí, aun cuando las circunstancias exteriores, que pueden ser desfavorables en un momento dado, estorben su desarrollo. En virtud de esto, resulta ultrajante representar a los pueblos germánicos de la era anterior a Jesucristo como bárbaros desprovistos de cultura. Jamás fueron semejante cosa. El áspero clima de su nórdico país los obliga a vivir en condiciones que impedían el desarrollo de sus cualidades creadoras. De no haber existido el clásico mundo antiguo, de haber llegado aquellas tribus a las comarcas más hospitalarias el progreso, vale decir, la colaboración material de las razas que le eran inferiores, la capacidad para crear cultura, latente en ellos, habría producido un florecimiento tan esplendido, exactamente, como el que tuvo lugar en el caso de los helenos.

El fin especial que debe perseguir un Estado nacional estriba en la conservación de los elementos raciales primitivos que, al programar la cultura, crean la belleza y la dignidad de una humanidad mejor. Nosotros, como arios que vivimos dentro de un Estado, sólo podemos representarnos el organismo viviente de una nacionalidad que no se limite a asegurar su propia conservación, sino que al continuar nutriendo, además, aptitudes intelectuales e imaginativas, la conduzca al pináculo de la libertad”.

“El primer deber del Estado Nacional Socialista estriba en impedir que el matrimonio continúe siendo un azote perpetuo para la raza, consagrándolo, en cambio, como una institución llamada a reproducir la imagen del Señor y no seres monstruosos, medio hombres y medio monos”.

¿Qué dicen a todo esto los fascistas de la mafia amarrilla, estos pequeños burgueses serán arios? La Maricore es tataranieta del mulato Machado.

¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los cuatro antiterroristas cubanos héroes de la Humanidad!

¡Tú ausencia Comandante! Desde Tú dolorosa partida, la nave está acéfala, sin rumbo, a la deriva y hace agua por todas partes.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!!!

¡Patria socialista o Muerte!

¡Venceremos!


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Manuel Taibo


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