Todavía no logro entender las razones por las cuales los mal llamados “stars” de la farándula venezolana, entre esos los que se creen artistas, los que se creen animadores, los que se creen los reyes de micrófono, en fín, quienes se creen “all stars”, se meten con esa niña tan hermosa llamada Susej Vera, por el simple hecho de declararse seguidora de la revolución venezolana y orgullosa de apoyar al presidente Hugo Chávez.
Se que en la farándula, como dice un amigo, “hay un coctel de bichitos extraños”, pero lo que no había identificado claramente, es que en ese bululú farandulero, también hay un comboy de odio, de bronca, de enfermos que tiene el sabor de la hiel en sus bocas y de diablos que viven de la lisonja, que son incapaces, en e caso de quedase sin empleo, de desarrollar otras posibilidades en sus vidas, de ser altamente creativos.
No pueden hacerlo porque pareciera que son tramoyeros simplemente eso.
Así como investigadores médicos de la talla de Deepak Chopra, quien dirigió el equipo médico del Memorial Hospital de Nueva Inglaterra y docente de la Escuela de Medicina de la Universidad de Bostón, consideran el hecho de que “la gente vive una vida más larga y saludable si está contenta con su empleo”, esa regla de la satisfacción es aplicable a las ideas. Si estás identificado con una idea te sientes contento. Si te satisface –cuando estás en la ciudad- el recuerdo o la idea de la playa, el sol y posiblemente viajes en dos día hacia unas hermosas playas, por supuesto que te sientes satisfecho.
Ese es este caso, con las sutiles diferencias. Te identificas con la revolución bolivariana, su líder y con sus logros y basta. Así de sencillo, pero ese mundo fantasioso que vive en una permanente mentira con sus novelas, sus programas burlesques, sus películas de violencia, todo un entorno nada educativo ni generador de bienestar para nadie, siente envidia cuando alguien como Susej Vera, les da a entender que sus ideas son más importantes que el sueldo o las apetencias y promesas que alguien tenga con ella.
Lamentablemente para la pobre pista de la farándula, la gente digna también existe en esos lares pese a las amedrentaciones a las que están acostumbrados algunos.
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