El Partido Militar: garante de la unidad revolucionaria

Uno de los eventos más significativos de la historia reciente de Venezuela fue el tiro de gracia que el Ejército le asestó al Puntofijismo, al mismo tiempo que abrió las compuertas para poner en marcha este hermoso proceso de cambio social, donde evidentemente, los militares se han erigido en el actor político fundamental del nuevo ciclo histórico que arrancó en la década de los años ochenta de la pasada centuria. Para aquellos años, el país se estaba desmoronando, pero ni desde la derecha, ni desde la izquierda política se asomaban soluciones para enmendar la caída estrepitosa de la creatura deforme parida por la burguesía venezolana, o sea: el capitalismo rentístico. En tal circunstancia, fue cuando nuestros militares se pusieron los pantalones de la historia y le abrieron camino a la Revolución Bolivariana.

Para nadie es un secreto que la ecuación del poder político en Venezuela descansa en dos aparatos de Estado: PDVSA y las FAN. Estas dos organizaciones anudan y trazan el destino futuro de esta sociedad. Sin embargo, los neoliberales que se hicieron del poder desde los tiempos de Lusinchi, olvidaron la importancia estratégica del Ejército y emprendieron la tarea de privatizar PDVSA sin el concurso mayoritario militar. Por ello el Golpe de Estado del 2002 estaba condenado al fracaso. El rescate de la PDVSA pro imperialista fue obra de la oficialidad militar comprometida con las banderas revolucionarias del 04-02-92 y los obreros petroleros.

El partido militar de los actuales tiempos bolivarianos hunde sus raíces históricas en la gesta independentista; de allí la insistencia del Comandante Chávez en asimilar las luchas contemporáneas del pueblo venezolana con la campaña libertadora de la patria. En el Discurso de Angostura de 1819, Simón Bolívar señaló lo siguiente: “…los libertadores de Venezuela son acreedores a ocupar siempre un alto rango en la República que les debe su existencia”; y más adelante acotó: “Y si el pueblo de Venezuela no aplaude la elevación de sus bienhechores, es indigno de ser libre, y no lo será jamás”1 Como todos sabemos, la independencia de Venezuela fue llevada a cabo por el partido militar que organizó El Libertador que fue hegemónico frente al sector civilista. Cuando Bolívar reclama el protagonismo para los Libertadores de Venezuela, sencillamente estaba trazando el naciente destino de la joven nación en manos de los militares vencedores del ejército realista; y así sucedió en el devenir de la patria.

En 1936, a la muerte del Benemérito, la transición política hacia la democracia se hizo de una manera sumamente pacífica; esto se debió a que el ejército mantuvo la unidad de mando en manos de López Contreras. Hacia 1945 esta unidad de mando se quebró y de inmediato triunfó el golpe de estado pro yanqui, facilitado por los adecos.

Al inicio de los años ochenta del pasado siglo, cuando el capitalismo rentístico colapso, tanto en PDVSA como en las FAN se armaron grupos subversivos contra el Puntofijismo, políticamente divergentes pero unidos bajo una mismo consigna: la lucha contra el estado adeco-copeyano y su rasgo más visible, la corrupción administrativa. La meritocrática petrolera optó por la receta neoliberal, mientras que los comacates se inclinaron por una nueva versión del Estado de Bienestar (capitalismo más misiones sociales) que luego se conocería como el Socialismo del siglo XXI.

La agenda política ofertada por el partido militar bolivariano estaba llamada a imponerse en la conciencia de las masas depauperadas venezolanas, pues, se afincaba en presupuestos económicos y políticos que abrían la posibilidad de que los grandes olvidados en la historia del país, por vez primera, figuraran de manera participativa y protagónica. La Constitución de 1999 si bien está permeado por el ethos liberal, abre una tronera en el piso liberal de la misma, al incorporar al pueblo de manera radical en los destinos de la cosa pública. Por otra parte, para poder obtener el voto de los humildes para su proyectado Estado de Bienestar, el partido militar tuvo que radicalizar el carácter rentista de nuestra economía, lo que de entrada lo llevaba a defender banderas antimperialistas y consiguientemente, anticapitalistas. La renta petrolera tiene un alto componente contra el capital.

En atención a lo expuesto, consideramos que es necesario apuntalar al partido militar en defensa de sus dos grandes presupuestos políticos ofertados y aceptados por el pueblo venezolano en estos años de revolución. El bando civil de los dirigentes bolivarianos se nos antoja que adolece de teoría revolucionaria, de carisma y de claridad de metas políticas. Por consiguiente, la Revolución Bolivariana, con un Comandante Chávez disminuido o desaparecido, va a depender para su sobrevivencia, de la unidad de comando que tenga el partido militar; ahora repotenciado por el apoyo electoral que le ha dado el pueblo en las elecciones del 16-D.

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1.-Simón Bolívar. “Decurso de Angostura de 1819” En: Arraiz Lucas Rafael. Textos Fundamentales de Venezuela. Caracas. Fundación para la Cultura Urbana. 2001. P.39


trompizvalles@hotmail.com


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Humberto Trómpiz Valles

Historiador y profesor universitario jubilado, especializado en historia petrolera de Venezuela.

 htrompizvalles@gmail.com      @trompizpetroleo

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