La frase “hombre árbol” que en mi opinión lleva implícito un inmenso sentimiento de amor a la naturaleza, al hombre, y más aún, a esa relación sagrada, hombre y medio ambiente, es obra de un buen amigo: el poeta Juan Ramón Guzman. Así bautizó este paisano mío, hace años, a un insigne ecologista portugueseño: Cesar “Gonzalito” González.
Es que cuando reflexionamos sobre el ser humano, sobre lo que somos como especie, no queda lugar a dudas que somos, junto a la Pacha Mama, la creación más maravillosa del universo.
Ahora bien, el industrialismo y su hermano gemelo, el capitalismo, han sido los artífices de la más atroz de las acciones de las que haya sido victima el hombre: la deshumanización. Sólo una especie deshumanizada atenta contra su madre: la naturaleza; contra su prójimo.
Acá en Venezuela hace 14 años llegó al poder un hombre de pueblo, del campo. Profundamente humano; convencido de la necesidad de humanizar nuestra sociedad; algo así como lo que cantó Alí “… que sea humana, la humanidad”. Chávez ha reivindicado al pueblo venezolano, su historia. Ha reivindicado al campesino, a nuestros aborígenes. Nuestro presidente ha hablado con Flora y Ceferino.
El hijo de Sabaneta, es un ferviente defensor de nuestro medio ambiente. Con su liderazgo ha conducido a nuestro país hacia el bienestar. Hoy nuestros niños cantan alegres en las escuelas, siembran un árbol, recitan un poema.
Por eso, Venezuela, hoy recoge los frutos que juntos, pueblo y presidente, han sembrado desde su alma luchadora y revolucionaria. A nuestro comandante le lanzan piedras, pero esas piedras, no hacen sino recordarnos a quienes le seguimos que, como el “Gonzalito de Juan Ramón”, Chávez es también, un hombre árbol.
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