El rol de un partido revolucionario dentro de un gobierno revolucionario

"Todas las luchas revolucionarias del mundo tienen por objetivo tomar el Poder y consolidarlo".
Mao Tsetung
 
La experiencia revolucionaria mundial nos ha enseñado que el único instrumento eficaz para la toma del poder y para la transformación social es el partido. En éste se aglutinan y organizan las fuerzas revolucionarias, y crean un poder de grandes proporciones que permite la toma del poder político e impulsa las transformaciones sociales necesarias. En este sentido se expresaron grandes líderes revolucionarios:

Mao Tsetung: "Para realizar la revolución, hace falta un partido revolucionario. Sin un partido revolucionario, … , es imposible conducir a la clase obrera y las amplias masas populares a la victoria en la lucha contra el imperialismo y sus lacayos…”

Marx y Engels concretaron sus tesis en la necesidad de la construcción del Partido de la clase obrera como instrumento indispensable para pugnar por sus intereses de clase. Así, en medio de ardua lucha contra viejas concepciones anarquistas de profunda esencia burguesa, lograron sentar en los Estatutos de la Internacional en 1884 y 1872:
"En su lucha contra el poder unido de las clases poseedoras, el proletariado no puede actuar como clase más que constituyéndose él mismo en partido político y opuesto a todos los antiguos partidos políticos creados por las clases poseedoras".

"Esta constitución del proletariado en partido político es indispensable para asegurar el triunfo de la revolución social y de su fin supremo: la abolición de las clases."

"Puesto que los señores de la tierra y del capital se sirven siempre de sus privilegios políticos para defender y perpetuar sus monopolios económicos y para sojuzgar al trabajo, la conquista del Poder político se ha convertido en el gran deber del proletariado."

Lenin sentó las siguientes tesis que ningún socialista científico puede olvidar:
"El proletariado no dispone, en su lucha por el Poder, de más arma que la organización. El proletariado, desunido por el imperio de la anárquica competencia dentro del mundo burgués, aplastado por los trabajos forzados al servicio del capital, lanzado constantemente ‘al abismo’ de la miseria más completa, del embrutecimiento y de la degeneración, sólo puede hacerse y se hará inevitablemente una fuerza invencible siempre y cuando que su unión ideológica por medio de los principios del marxismo se afiance mediante la unidad material de la organización, que cohesiona a los millones de trabajadores en el ejército de la clase obrera. Ante este ejército no se sostendrá ni el poder decrépito de la autocracia rusa, ni el poder caducante del capitalismo internacional. Este ejército estrechará sus filas cada día más, a pesar de todos los zigzages y pasos atrás, a pesar de las frases oportunistas de los girondinos de la socialdemocracia contemporánea, a pesar de los fatuos elogios del atrasado espíritu del círculo, a pesar de los oropeles y el alboroto del anarquismo propio de los intelectuales".
 
Pero así como el partido revolucionario es la piedra angular del triunfo de una revolución, es también el Talón de Aquiles para la caída de la misma y esto es aún más palmario cuando el partido toma el poder político asumiendo el gobierno de un Estado. Cuando esto ocurre: cuando el gobierno es del partido, el partido debe controlar al gobierno y ser su guía, ya que a nadie más que al partido le interesa que el gobierno cumpla con los fines de proporcionar las condiciones necesarias para el bienestar social.

El partido debe ser el contralor natural del gobierno revolucionario en todas sus instancias de poder. Para cumplir este rol, el partido, diseminado por todo el Estado revolucionario, debe ser receptor de denuncias y seguidor del resultado de las mismas. Debe tener la capacidad de proponer la salida del gobierno de cualquiera de sus funcionarios a quienes las respectivas instancias del partido les haya probado su ineficacia o corrupción en el ejercicio de sus funciones. Incluso las máximas autoridades del gobierno deben rendirle cuenta al partido. Cómo alguien denuncia en el partido la mala actuación de un ministro, gobernador, alcalde, o cualquier otro funcionario público, si éstos son quienes dirigen el partido.

El partido revolucionario, como organización vinculada permanentemente al pueblo debe ser quien guíe al gobierno revolucionario hacia el rumbo que el pueblo aspira. En este orden de ideas, el partido debe recibir del gobierno revolucionario en todos sus niveles, los planes de gobierno, para vigilar su cumplimiento, luego de haber hecho su aporte en la formulación de éstos. El triunfo político que lleva a un partido revolucionario a ser gobierno, se debe a su vinculación con el pueblo y debido a esa vinculación, el partido puede interpretar y asumir las luchas populares como propias. Este vínculo pueblo-partido revolucionario es el que garantiza la permanencia en el poder de un gobierno revolucionario; pero este vínculo se puede perder, como veremos en seguida.

Cuando un partido revolucionario se lanza a la toma del poder político, su dirigencia y militancia mantienen una unión monolítica con el pueblo en virtud de que el partido revolucionario es pueblo organizado. Cuando el partido revolucionario triunfa en su lucha y asume la conducción de un Estado, tiende a cometer un error mortal y es que la dirigencia del partido asume las funciones del gobierno revolucionario sin soltar la dirigencia del partido; eso lleva indefectiblemente a la anulación del partido, en virtud de que las dos funciones principales del partido (control del gobierno revolucionario y guía de la gestión gubernamental) desaparecen, ya que quienes deben ser controlados por el partido son los mismos que controlan el partido. Eso termina aniquilando la crítica como método de rectificación del gobierno.

El ejercicio del poder político para crear un estado revolucionario es muy duro y complejo, lo que requiere mucha atención y esfuerzo de quienes asumen esa dura labor, en consecuencia, en el mejor de los casos, esos cuadros que ejercen funciones de gobierno no tienen tiempo para asumir funciones de dirección dentro del partido y eso lleva a que el partido quede acéfalo y a la deriva. En esas condiciones, el partido deja de ser cada día un instrumento del pueblo y la militancia cae frecuentemente en frustraciones. Ese proceso de deterioro del partido puede durar años, pero es fatal si no se corrige la causa. Al deteriorarse el partido, los días del gobierno están contados. En este sentido, debe evitarse que quienes ejercen funciones de gobierno dirijan el partido, para que este cumpla con sus roles principales y se fortalezca la ecuación pueblo-partido revolucionario-gobierno revolucionario.

La única manera de mantener el gobierno revolucionario es tener un partido fuerte; y un partido fuerte es el mejor instrumento del pueblo para guiar y controlar al gobierno.

    
En esto que acabamos de disertar juega un papel fundamental la conciencia revolucionaria de la dirigencia y la militancia; así como también, la democracia como valor elemental de la actuación revolucionaria en todos los planos; de lo cual hablaremos próximamente.

    
valgo7@hotmail.com


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Juan Carlos Valdez G.


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