El difícil tránsito de la Venezuela revolucionaria hacia el socialismo

No cabe duda de las dificultades y obstáculos que deben superarse para avanzar en la transformación de las sociedades, en la construcción del socialismo como única posibilidad de supervivencia ante la barbarie que deja a su paso el capitalismo en todas sus versiones. La experiencia venezolana de este tiempo nos coloca en una situación de indudable valor para apreciar y reflexionar en aciertos y errores que, necesariamente, deben y acompañan a este tipo de transformaciones. Que contribuyen, por demás, a comprender las limitaciones y dificultades de este tránsito, en el marco del modelo democrático representativo liberal vigente en Venezuela.

Devela esta situación una primera gran contradicción, necesaria dialéctica, cuya evolución desnuda a una y otra parte en conflicto y obliga, a los revolucionarios, a afinar la estrategia y las tácticas en una lucha que se muestra desigual hacia la causa revolucionaria. Entre otras razones, porque las diferentes circunstancias que intervienen y condicionan las decisiones, muchas de ellas claves, dejan espacio para la demagogia opositora de la derecha y la de los oportunistas e iluminados que desde su particular interpretación del socialismo y de la militancia en la izquierda, se sienten con la suficiente autoridad para manipular y desorientar al pueblo. La actuación de unos y otros apuntan a desdibujar el valor y alcance de las decisiones que favorecen al país y al pueblo en general. Por ello el factor subjetivo es clave. La madurez político – ideológica de las mayorías y de los liderazgos son condiciones fundamentales para superar buena parte de estas vicisitudes, propias de las confrontaciones derivadas de la lucha de clases producto de las transformaciones de la estructura económico – productiva. Una lucha de clases que no se puede despachar con la formula bipolar de explotadores y explotados, precisamente, por los matices que introduce la dinámica productiva actual y de manera especial, en nuestra Venezuela, caracterizada por una burguesía nacional comercial, es decir, parasitaria, improductiva; el Estado como principal generador de empleo que, alejado de la verborrea neoliberal, impide en buena medida el funcionamiento eficiente de las instituciones, incluyendo aquellas que son vitales para avanzar en la transformación revolucionaria del país. Cabe aclarar que nuestro burocratismo no es solo atribuible al Estado; en eso que llaman sector “privado”, igual corroe el mismo virus. Insisto en el factor subjetivo como elemento clave en el avance del proceso revolucionario o como obstáculo para su aceleración. Las organizaciones políticas que impulsan la revolución venezolana, tienen como misión fundamental liderar la organización del pueblo en articulación con los grupos y movimientos político – culturales de base, en informar a los ciudadanos sobre las decisiones del gobierno revolucionario, debatir con el pueblo tales medidas, también, en la formulación de políticas e implementarlas; en definitiva, en participar con éste en la educación y formación de los valores y comportamientos que deben caracterizar a la ciudadanía emergente, humana, solidaria, comprometida, responsable, participativa y protagónica, propia del socialismo bolivariano en construcción.  

Los últimos tres años de la revolución bolivariana (2008, 2009 y 2010) se han caracterizado por las dificultades en el orden económico, derivadas de la crisis del capitalismo neoliberal global. Este hecho, desnuda la situación de nuestra terrible dependencia a la dinámica económica del mundo globalizado capitalista y a la condición de proveedor de materias primas a la cual fue relegada Venezuela, como parte de la organización productiva que hizo el imperialismo estadounidense del mundo hace varias décadas.

Pese a los efectos de esta situación exógena que incide seriamente en las previsiones de crecimiento y, en consecuencia, en la celeridad de los cambios y transformaciones estructurales del país, sobre todo en lo relativo al ritmo de la inversión en infraestructuras, la revolución bolivariana y su máximo líder, el comandante Chávez, han mantenido el compromiso de profundizar la política social dirigida a la dignificar a todos los venezolanos. Los hechos están a la vista: la inversión educativa en torno al 6.3 % del PIB, que garantiza a más de 9 millones de venezolanos a asistir regularmente a las aulas en condiciones cada vez mejores; de los cuales 7 millones asisten a la escuela básica y 2 millones a la universitaria; éste último dato coloca a Venezuela en la vanguardia mundial en este sector. De igual manera, destaca la inversión en salud que alcanza el 7.8 del PIB, lo cual representa la progresiva recuperación del sistema público de salud, tarea compleja por demás, porque implica, entre otras tareas, la des privatización del servicio. Como último dato y a manera de ejemplo, es notable la inversión de la revolución dirigida a recuperar nuestra soberanía alimentaria, mediante la supresión de los latifundios y la implementación de una vigorosa política orientada a estimular la producción agrícola, cuyos resultados comienzan a ser visibles: Venezuela muestra indicadores fiables de nutrición poblacional por encima de la tasa promedio de la región y, también, se observa un repunte en la producción agrícola en el país.  

Este esfuerzo conjuntamente con otras iniciativas lideradas por el comandante Chávez, tienen una expresión directa en la reducción drástica de los niveles de pobreza relativa y extrema, que coloca al país en el puesto 53 en el Índice de Desarrollo Humano, de acuerdo con parámetros de PNUD. Cabe recordar que esto ocurre en el marco de una de las peores crisis económicas que haya afectado al país en las últimas décadas.

Pero la herencia cultural de ese “adeco que lleva cada uno dentro”, parafraseando a Mariadela Linares, aflora cuando cree que le están tocando sus churupos. Para ellos no importa el descomunal esfuerzo que hace la revolución por dignificar a todos en una coyuntura como la actual, incluyendo su bonificación de fin de año. Salta el egoísmo, aprendizaje fatal de la praxis capitalista en su escisión de la persona, en la fragmentación de la sociedad reducida al individualismo, a las salidas sectoriales, no integrales, menos sistémicas. Gana la demagogia y el oportunismo de unos “adelantados a todo”. Por eso, ellos quieren su HCM, antes que canalizar esos dineros públicos para garantizar un sistema público de salud eficiente, humano, solidario; también, desean sus escuelas privadas, sin importarles que millones se queden en la calle.  

Esta vez fue el tema del pago fraccionado de los aguinaldos lo que los hizo montar en cólera. Rememoraban aquello de: “Con mis aguinaldos no te metas”, en la mejor usanza escuálida. Esta actitud se inscribe en el egoísmo que gobierna culturalmente a un sector importante de nuestro pueblo, incluyendo al que se identifica con la revolución bolivariana. En el anuncio del comandante explicaba que sería en tres partes; en ningún momento que éste no sería pagado en noviembre – diciembre, como es la costumbre. Aunque, hablando de costumbres, vale recordar los magníficos gobiernos de la IV república, cuando no sólo no pagaban los aguinaldos, sino que algún listillo se los raspaba, dejando al soberano con los crespos hechos y sin hallacas. Pero esa frágil memoria nuevamente nos juega una mala pasada.

El episodio pareciera un evento intrascendente. Pero no lo es. Revela una significativa fragilidad en la conciencia, que no es otra que la de carácter ideológico, de un colectivo profundamente condicionado por el interés individual de carácter material. Pese a las lluvias incesantes de estos días, éste es pasto seco para los incendiarios contrarrevolucionarios. También, quedan en evidencia las falencias comunicativas recurrentes de nuestra revolución, así como las carencias del liderazgo revolucionario en la batalla informativa, en la tarea educativa y formativa permanente, como misión fundamental en un momento histórico, de definiciones, como el actual. La revolución marchará al ritmo de las transformaciones que operen en la conciencia de los sujetos sociales. Los cambios revolucionarios que se producen en las condiciones actuales, en la Venezuela del año 2010, revisten un altísimo nivel de complejidad y de compromiso, incluso en las situaciones más adversas. sh carvajal@gmail.com


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