Los Sueños del Comandante Chávez y la Gasolina

El comandante Chávez tenía una fábrica de sueños: él soñaba despierto con los ojos bien abiertos. Sus sueños eran flores glamorosas. Las repartía a todos los que querían sueños. Regalaba sueños a sus compañeros, amigos, camaradas de ruta y al pueblo todo. Su sueño más grande y sublime era convertir a Venezuela en una auténtica república bolivariana, patria bonita, con una democracia vibrante, ejercida en forma directa por un pueblo culto, bien alimentado, saludable, solidario, amoroso, y feliz por sobre todas las cosas.

Los sueños del comandante se fueron a recorrer los caminos por caseríos, pueblos, barrios y ciudades. Campesinos, obreros, mujeres, niños y jóvenes, los que tenían esperanzas y los que la habían perdido, los eternos postergados, los hambrientos de amor y de justicia se enamoraron de sus sueños, los hicieron suyos, y el pueblo enamorado lo acompañó con delirio, con devoción, en la lucha gloriosa, para volar con las alas de los sueños redentores hacia la felicidad prometida.

El comandante convertía sus sueños en planes, misiones, realizaciones concretas para transformar el país. Su accionar era una apoteosis para los más humildes, para los más necesitados, quienes se sentían dignificados en el verbo germinador de su presidente amigo.

Uno de esos sueños-planes de Chávez fue la sustitución progresiva del consumo de gasolina por el de gas automotor, pues éste resulta mucho más económico y menos contaminante, además sería más rentable, ya que la gasolina ahorrada sería comercializada en el mundo a precios internacionales. -¡Cuántas divisas más para el país, para nuestro desarrollo productivo! Exclamaba él, entusiasmado.

De acuerdo con dicho plan, en Venezuela no debía circular un solo automóvil que no tuviera el dispositivo técnico para utilizar el gas como combustible. Se hizo la instalación masiva y gratuita del mismo y se ofreció, también gratis y por un año, el consumo de gas automotor. Pero he aquí que, por la acción de alguna mano peluda, o mentes perversas, dicho sueño-plan fue anulado, olvidado, desarticulado, desterrado, y no sólo no instalaron nuevos surtidores de gas en el país, sino que desaparecieron algunos de los que existían.

Valga todo este recuento por la reciente propuesta de reajustar los actuales precios de la gasolina, justa y racionalmente necesaria en virtud de la lógica de los costos de producción. Y al respecto digo: en Venezuela podría fijarse como precio de la gasolina el que rige, por ejemplo en Colombia, y eso no afectaría sino que beneficiaría nuestra economía, si se desarrollara de forma contundente y decisiva el plan de gas automotor aprobado por el comandante Chávez, pues si internamente no consumimos gasolina, qué importa el precio que le pongamos, chillaría Leopoldo López si le diera la gana, pero sería un chillido de rata de cañería que a nadie sorprendería.

Por ello digo, afirmo y sostengo que cualquier reajuste del precio de la gasolina tiene que estar, necesaria e indefectiblemente, acompañada de la revisión, reajuste y reimpulso del plan de gas automotor. Y ello pasa por establecer las responsabilidades y sanciones correspondientes a aquellos que han estado a cargo del mismo.

Eficiencia o nada, ordenaba el comandante soñando despierto. O rectificamos los errores y somos consecuentes con sus sueños o la Nada nos consumirá. Viviremos y venceremos. Chávez vive, la lucha sigue.

ramiromen@gmail.com


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