Usted es un vulgar capitalista mas...

Gobernador Acosta Carles, yo soy revolucionario pero no quiero una Hummer

En horas de la mañana de ayer domingo 18 de marzo, me actualizaba de las noticias leyendo los diarios editados en el Estado Carabobo. En medio de tanta información sin importancia e inútil a la que nos tienen acostumbrados los periódicos regionales, me encontré con un subtítulo que me llamó la atención: “Los revolucionarios también tenemos derecho a comprar una Hummer”.

La frase en cuestión, era nada menos que del flamante Gobernador del Estado, General Acosta Carles, quien respondiendo a las preguntas del reportero, trataba de defenderse, argumentando que “los revolucionarios si ganamos dinero” (muchos reales diría yo), tenemos todo el derecho a comprar las exóticas, costosas, impactantes y “metedoras de miedo” camionetas Hummer.

Con este subtítulo, -pienso yo-, los jefes de redacción de los dos diarios en que apareció la noticia trataban de darle un significado distinto al que yo, y creo que muchos compatriotas, tenemos al respecto. Los editores, se regodean con es subtítulo porque siempre quieren demostrar que revolución y el socialismo son sinónimos de miseria, de pobreza, de largas colas para recibir subsidios, de padecimientos y de grandes sacrificios para la población. Y que para vivir bien, y tener derecho a una Hummer, nuevo símbolo de los “poderosos” del país, se necesita ser un alto funcionario de gobierno, un corrupto, un burócrata o alguien que haya hecho acumulación originaria de capital mediante cualquier tipo de método criminal.

Nada más alejado de la realidad, el socialismo, es el modelo que proporciona mayor riqueza espiritual y material que jamás haya conocido la humanidad. Pensemos solamente que tanto podríamos hacer en el país con la fortuna de los 3 venezolanos que figuran en el ranking de las 150 personas más ricas del mundo. Sus tesoros superan largamente en 14 millardos de dólares, toda la reserva que posee la nación. O qué tantos bienes y derechos (educación, salud, vivienda, medio ambiente, etc.) se podrían proporcionar a la población con las fabulosas ganancias que obtuvieron en su ejercicio económico del año 2006 las multinacionales del sector automotriz, del químico-farmacéutico y las que operan en la industria petrolera.

Si esos faraónicos capitales se usaran para el atender las demandas y necesidades de la población, con seguridad no tendríamos que vivir las penurias por las que hoy atravesamos millones de venezolanos que vemos como nuestros salarios e ingresos no alcanzan para sufragar los costos de alimentación, vestido, vivienda, educación y salud de nuestras familias.

El socialismo es la contrapartida del capitalismo, en el sentido de que es un modelo que distribuirá democráticamente las grandes riquezas de un país o de todo el planeta, que son infinitamente superiores a las necesidades y derechos que reclamamos los 6.500 millones seres humanos que hoy sobrevivimos en el planeta Tierra, subsistiendo a un sistema calamitoso y barbárico como lo es el capitalismo.

Una vez dilucidado este asunto con los opositores de oficio, adentrémonos a reflexionar sobre las temerarias declaraciones del Gobernador Acosta Carles

Gobernador, usted es un vulgar capitalista más…

Cuando digo “vulgar” no me refiero a su personalidad, ya que por fortuna no he tenido la posibilidad de relacionarme socialmente con usted y no tengo mayores elementos para hacer ese tipo de calificaciones. Cuando digo “vulgar”, me refiero a los capitalistas como tal, a aquellos parásitos de la sociedad que no producen nada pero si se creen propietarios de todo lo que existe. A todos aquellos que en forma pública o encubierta defienden la explotación de unos hombres sobre otros, o lo que es peor oprimen y discriminan a las personas por razones de procedencia social, raza o credo religioso.

Por sus acciones -no sólo por sus dichos- usted no se diferencia en nada de los vulgares capitalistas. Usted se valió del dedo protector del Presidente Chávez que lo ungió como candidato a Gobernador y hoy ostenta ese cargo no por méritos, sino por esas deformaciones “cogolléricas” que desgraciadamente tiene todo fenómeno político-social o proceso revolucionario.

Su paso por la Gobernación ha sido la prueba concreta que desde el Palacio de Gobierno Regional se tiene más sintonía y afinidad con los antiguos detentadores del poder en el Estado, que con la población que con gusto y convicción votó por su nombre para hacerlo Gobernador, creyendo que en poco tiempo redimiría todas sus expectativas. No por casualidad en su gabinete y en todos los entes de mayor responsabilidad, están bajo control de íntimos, amigos o conocidos de la familia de los depravados Salas Rommer.

Además debo decirle que personas como yo, que somos trabajadores o empleados de entidades que dependen de la Gobernación del Estado Carabobo, hemos sentido en carne propia que su gobierno favorece a los poderosos y sirve de sustento para toda clase de arribistas y trepadores que tiene como razón de ser en su vida, poseer, conducir, ostentar e intimidar con una camioneta Hummer. Comenzando por usted, ya que según los rumores que corren en el Estado, su colección personal de este tipo de vehículos supera las 3.

Mientras los arribistas llenan sus bolsillos, nosotros los empleados públicos estamos condenados a que la Gobernación no negocie la nueva convención colectiva de trabajo o que en el caso de los empleados de protección Civil, se suspenda unilateralmente el proceso de negociación, violentando el libre derecho de los trabajadores a organizarse y defender sus proyectos de contrato colectivo. O qué decir de los negocios turbios que se descubren a diario en su gobierno, comenzando por el intento de la privatización de la salud, que de no existir impunidad en el país, usted estaría purgando con sus huesos una larga condena en una cárcel local.

También he escuchado de otros dirigentes sindicales en la región que desde la gobernación se ha apoyado los atropellos que empresarios "socialistas" de Albeca, Hielomatic o Restaurante Los Miñotos, entre otros, adelantan contra los trabajadores.

Lujo y derroche no son sinónimo de socialismo

Volviendo a lo dicho al principio, el socialismo no es sinónimo de miseria, pero tampoco lo es de ostentación, lujo y derroche, sobre todo cuando existen compatriotas que no tienen empleo o ingresos suficientes para atender las demandas de sus familias.

Sus lujos y ostentaciones son de vieja data. Recuerdo que en la campaña electoral para la gobernación, en varias oportunidades quedamos a la espera de su presencia en los actos convocados en las urbanizaciones populares. Nunca llegó a nuestros actos, pero si lo vimos en espectáculos grotescos en piscinas frecuentadas por familias de la oligarquía haciendo el ridículo de que sus guardaespaldas se arrojaran armados a protegerle, colocando en riesgo la seguridad de niños, niñas y adolescentes, que no tenían nada que ver con la actitud golpista de sus progenitores.

Así las cosas, ciudadano Gobernador, no siga enlodando las límpidas banderas de la revolución. Si quiere comprarse una, cinco, diez o veinte Hummer, hágalo, pero por favor no lo haga en nombre de los revolucionarios, ni de la revolución ni mucho menos del socialismo.




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