Misión Sucre contra Universidad

Planteémonos con seriedad el problema de la universidad y del avance de un estado social como el nuestro; revisemos la forma en que está estructurada la red de instituciones que conforman el espacio de la Educación Superior y tendremos a la vista una forma de manifestarse del poder y su contenido; proyectemos a un futuro, no muy inmediato, nuestros espacios de acción y tendremos a la vista desplegado las deficiencias teóricas y las necesidades de conocimiento y sistematización a donde la universidad tradicional no nos acompaña; sigamos el hilo fino, pero que hace sombra, en el que se conectan la Educación como un derecho y un concepto de autonomía que perdió sus verdaderas raíces y razones para volverse una herramienta antisocial y pro-reaccionaria. Podemos entonces construir un discurso desde las claves: poder, necesidad y derecho. Vamos a hablar de la Misión Sucre.

Desgraciadamente las voces de protesta tienen corto alcance, se visten de lo viejo y por ello caen en la trampa de pensar que, en un discurso apolítico y virtuoso como el de las damas de antaño, pueden cifrar los cambios verdaderamente revolucionarios.

Nos está tocando vivir una realidad a la que en muchos momentos tendremos que seguir con el pensamiento, ya que mayormente ella se concreta fuera de realidad, dejándose palpar puramente en proceso, aquí, el presente es proceso y la realidad cambia como cualquier río, cada segundo son otras aguas.

Sugiero hagamos lo siguiente, revisemos los elementos fundamentales acompañándonos siempre por el esquema clave constituido por poder-necesidad-derecho, la acción posterior a la reflexión debe poder construirse de manera robusta y sin simplismos. Hagámonos algunas preguntas y respondamos armados de las claves:

* ¿Por qué, en algunos sectores vinculados a los espacios de la Educación Superior, se habla de la duración de la Misión Sucre?
* ¿Por qué la iniciativa de recuperar espacios, como las escuelas, guarniciones militares, espacios que antes eran mercantilizados, sucumbe ante la construcción de Aldeas Universitarias, y posteriormente ante una Misión Alma Mater que fortalece el concepto de “sede”?
* ¿Por qué unos de los fundamentales motores de la Misión descansa sobre un voluntariado, un “facilitador”, totalmente abandonado y alejado de lo que concebimos como “profesor universitario” en cuanto a apoyo y respeto?

Podemos simplemente responder preguntas, podemos cómodamente tranquilizarnos al pensar que hay procesos que superan las intenciones humanas y le imponen un ritmo que “des-culpa” y desalienta a cualquiera, creo que más bien se debe responder preguntas, y cada respuesta debe implicar involucrarse, la Misión Sucre no es un problema para oírlo de lejos, debe suponer el compromiso para aquel que espera simple y cómodamente que lo llamen, adelanto unas respuestas:

* La misión Sucre no tiene una duración determinada en el tiempo. La lectura viene de personeros vinculados a los espacios de poder de la educación superior, más interesados en ampliar la estructura de instituciones universitarias y multiplicar la estructura anquilosada de los ministerios tradicionales, que en revolucionar un espacio, la institucionalidad universitaria, que aún no se ha sumado al avance de nuestro proceso.

En el documento que da vida a una de las misiones más nobles y más malentendida de todas, escrito por la comisión presidencial constituida para tal fin, se habla de un lapso perentorio de lo que se llama la Fundación Misión Sucre, que no es sino el soporte material de la misión, dicho lapso es de cinco años y, malintencionados que entienden a los procesos de transición y revolución casi idénticamente como entienden la vida y la muerte, pretenden esa idea sin pensar en lo que dicen, casi como decir que nuestra revolución tiene un lapso de vida hasta el 2021.

El lapso se debe entender como final de un proceso e inicio de otro, debe insertarse dentro de un esquema de revolución, de vida para la nueva universidad y de muerte para el lastre que desaloja pueblo de las aulas.

* Si hacemos un seguimiento de la Misión, nos daremos cuenta de la evolución de los espacios concretos. Al principio, durante el censo del año 2003, no sólo quedó en evidencia el fenómeno de la exclusión, sino además, la falta de espacios, de allí que el pueblo fue en búsqueda de aquellos lugares, algunos sin valor, otros tratados como mercancía, donde poder instalar a la nueva universidad, la que nace, más que con pupitres y pizarrón, la que se conforma con profesor y alumno. Se iniciaron, con la incorporación del PIU como propedéutica, ambientes de estudio en colegios, hospitales, cárceles, espacios de la Asamblea Nacional, entre otros, inclusive hubo trabajadores organizados en la ¡Universidad Central de Venezuela! ¡Que hermosa ironía!

Tenemos así una transición, que involucra reconocimiento, de los simples ambientes de estudio a las revolucionarias Aldeas Universitarias, espacios de encuentro entre comunidades, de orgullo estudiantil encarnado en trabajadores, en amas de casa, en personas con privación de libertad, en fin, ¡revolución! Lo fantástico hecho cotidianidad.

Luego se concreta una idea que tenía tiempo rondando los espacios del Ministerio de Educación Superior: la construcción de Aldeas Universitarias.

Ahora viene lo bueno, los espacios ganados por el pueblo, generan una especie de orgullo y de contacto con la realidad del que varios fuimos testigos, los estudiantes comienzan a valorar los espacios abandonados, los edificios desocupados, las posibilidades de construcción en terrenos baldíos, en pocas palabras, la población excluida hecha estudiante se conecta con el valor de uso de un recurso; sin embargo, fue también entendido el poderoso valor de poder (podemos hablar de valor de cambio al estilo capitalista) que significo para muchos otros.

Gobernadores, alcaldes, rectores de universidades experimentales, entre otros, hicieron de las aldeas una forma de invertir socialmente para obtener dividendos políticos: el pueblo perdió de sus manos lo que en un momento significó su orgullo.

Entiéndase bien, las sedes fuera de tener en sí los beneficios de un aula, un pizarrón, y profesores, entre otras cosas, son también el espacio de diferenciación y desarraigo donde entra en juego la exclusión que no se ve, la exclusión estructural. Las aldeas construidas son una forma de solución, sin embargo es bueno saber que las hasta ahora construidas sólo incorporan a menos del 10% de los estudiantes de la Misión Sucre; ¿Dónde están los restantes? En escuelas municipales, estadales, en espacios ganados por la organización estudiantil y profesoral, en espacios ganados al poder, como la Hugo Chávez Frías, enfrentada en Valencia a la CTV, o la Héroes de Canaima en el municipio Naguanagua del estado Carabobo, peleada a la poderosa Universidad de Carabobo. Los ejemplos sobran.

La experiencia de nuestro proceso nos enseña que en un nivel se diseñan las políticas y en otros se concretan, en el fondo, siempre es la pelea del pueblo, siempre es la del fuerte contra el débil, es un reflejo de la lucha de clases, no es casual ni está desconectado de nuestra realidad diaria, actualmente nuestro proceso da la batalla para que los espacios de planificación se encuentren con los espacios de lucha y de concreción.

* La Misión Sucre ha tenido tres etapas bien diferenciadas, la primera, la del censo, la de más corta duración, involucró a una cantidad de agentes, los cuales se apostaron en todas las plazas Bolívar de cada municipio para recoger las solicitudes de aquellos que no tuvieron oportunidad de estudiar; en la segunda etapa se implementa el PIU como una propedéutica provisional, nuestro agente cambia, ya no puede ser el bachiller que registró a unos compañeros que deseaban continuar estudios, debe tener un título universitario para poder pararse frente a un grupo de estudiantes, sin embargo podía ser el facilitador de ambiente, de manera que la transición entre agentes se hizo de forma no muy conflictiva, en ese entonces se aprobó una suerte de “estipendio” para los facilitadores, el monto era de Bs.420000, lo que significó un alivio para muchos que compartían este desempeño con sus tareas laborales. El estipendio se interdefine con un voluntariado, todo tenía sentido.

A mediados del año 2005, específicamente en mayo, se da inicio a la tercera y más dura etapa de la Misión Sucre: la implementación de los programas, esta etapa supone la transformación de un agente voluntarioso a uno más capacitado, en otras palabras, de las dos transiciones que involucran los tres momentos, es en la segunda donde se entra en mayor espacio de crisis, la Misión sufre en ese momento la depauperización del recurso docente, la crisis atribuida a la “ineficiencia” no es sino el reflejo de un sistema de educación superior que “depreda” al profesor universitario, desaloja sectores inmensos de nuestro territorio del valioso recurso docente, y es aquí, aunado a la fatal política ministerial de pagar por horas un estipendio –hibrido neoliberal- que es donde el agente que hace transición entra en conflicto con su labor que en un inicio era voluntaria.

La Misión Sucre nace con la finalidad abstracta de democratizar el ingreso a la educación superior, pero la historia la ha colocado en el lugar concreto donde van los David: enfrentados a gigantes Goliat, con el peligro de perder, nunca se debe pensar que esa tarea es fácil, el concepto de universidad tradicional, la que pacta con los grandes capitales ha penetrado toda la institucionalidad universitaria, cada universidad experimental, cada instituto universitario viste sus ropajes, la única posibilidad la tiene la Universidad Bolivariana de Venezuela, que es la única universidad que no ha sido reconocida por resolución ministerial como acreditadota de la Misión Sucre, manejando más del 70% de los estudiantes municipalizados.

Lo más duro para la Misión no es que la ataquen, es que, quienes la apoyan no la entienden, la Misión Sucre está en conflicto, ella misma es amor, amor por el estudio y por la superación y se encuentra, en ese espacio de amor, con el amor por la comunidad, ella, la Misión, crece fuerte donde el pueblo comprende la lucha. Vamos todos profesores y estudiantes de la UBV a encontrar la Misión en nuestros municipios, pongámonos a la orden de las Aldeas Universitarias, hagamos fuerza con los profesores de la Misión, somos uno todos, estudiantes, involúcrense en las mesas de trabajo de los Consejos Comunales, apoyen a la Misión Sucre, nos necesita.

proyectsucre@yahoo.es


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