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El «gatopardismo» o lo «lampedusiano», el «cambiar todo para que nada cambie», paradoja expuesta por Giuseppe Tomasi di Lampedusa , fue lo predominante en el proceso electoral de la UCV, institución que ameritaba en la etapa pre electoral una profunda discusión programática y reflexión sobre su futuro.
A duras penas se realizó en segunda fase, el roceso electoral en la Universidad Central de Venezuela. Cuatro días de incertidumbre para dar resultados, que hoy cuestionan algunos sectores participantes, por irregularidades denunciadas, pero no investigadas por ningún organismo interno.
Con Reglamento a la medida de lo queda del equipo rectoral, violando la Ley de Educación Superior, violación reconocida por algunos participantes, pero al final convalidadas por ellos mismos, con su participación, con el argumento de que hay que salir de García Arocha, a como dé lugar, quede quien quede.
Pero ese "quede quien quede", no era más que una postura acomodaticia, para justificar cualquier resultado, independientemente, de lo que significaría para el futuro de la institución.
Y así fue, de resultados, no supervisados por nadie, en manos de empresas privadas, que como los mariachis, tocan las canciones de quien los paga, se dieron a conocer listados de supuestos clasificados, para una segunda ronda, que en realidad es tercera, que luego fueron, supuestamente, rectificados por errores cometidos, n un proceso, donde ni siquiera los candidatos a diferentes cargos tuvieron oportunidad de supervisar.
Privó como en los viejos tiempos de la Cuarta República, el Acta Mata Votos, los resultados, según lo dijo públicamente un candidato a Rector, los subieron a la Nube, sin ningún control ni posibilidad de escrutinio, ni de ninguna institución que pudiera legitimarlos.
Así como subieron a la Nube los resultados, quedaron, también, en la Nube, las irregularidades denunciadas, como boletas entregadas ya marcadas con el nombre de los candidatos, falta de supervisión y control, conteo y revisión de actas por personas extrañas a la universidad, casi clandestinamente, violando la supuesta Autonomía de la que alardea defender, lo que queda del equipo rectoral.
Tan gris fue el proceso y el resultado, que los organizadores no pudieron alardear sobre la pureza de los mismos, ni pudieron ponerlo como ejemplo de transparencia y eficiencia electoral para el país. Les quedaba grande ese disfraz.
Más del 83 por ciento del Patrón Electoral, electoral se abstuvo a participar, sin que ninguna organización ni individualidad, en particular, llamara a abstención. Aquí se podría aplicar la estrofa de una canción muy de moda en estos días "No fue culpa mía, fue culpa de la Monotonía". Y en verdad había monotonía, ya la comunidad universitaria se había acostumbrado a no votar en 15 años de gestión, que no las convocaba, pero culpaba al gobierno por no hacerlas.
La incidencia de la votación estudiantil, de los egresados (quizás la más entusiasta) y del sector obrero y empleados administrativos, en los resultados anunciados fue milimétrica, claro, como estaba calculado por el resto del equipo rectoral que quedada y de acuerdo al Reglamento hecho a su medida. Si Ud. hace una encuesta entre esos sectores se encontrará que ninguno de los que tenían como favoritos clasificaron. Hay algunos, sobre todo, egresados que vinieron del interior a votar y se preguntan: ¿Bueno y mi candidato que era el favorito entre nosotros, dónde quedó?. Fue tan determinante el voto, del cuerpo profesoral en el reglamento antidemocrático presentado, que una sola Facultad impuso todos los cargos docentes representativos.
Algunos argumentaban, bueno son lógicas las fallas por la falta de recursos, y se atribuían las irregularidades a esas insuficiencias, pero, lo que argumentan eso, no sé si ingenuamente o con otra intensión, ignoran la cantidad de dinero que se manejó entre bastidores, con el apoyo político y de roscas académicas y gremiales a muchos de los candidatos. Un profesor en artículo publicado señaló que en la torta del primer intento frustrado y en la segunda fase, se habían gastado 100.000 dólares. Les puedo afirmar que la cantidad señalada, con el apoyo entre bastidores, a los candidatos, por factores extra universitarios, se puede multiplicar por diez.
Los candidatos que según el Acta Mata Votos, fueron los clasificados, por los Mariachis contratados por las autoridades para que violaran la autonomía, asumiendo todo el proceso, sin supervisión ni testigos, están financiados por factores externos a la UCV y por roscas internas enquistadas en la institución, que luego Uds. Lo verán, le sacaran provecho político con relación al país, y en el reparto burocrático interno, una vez que alguno de ellos asuma el cargo de Rector.
Además de la grave situación que significa en una institución Académica, presentarse a al ruedo electoral, sin programas previamente discutidos ante profesores, estudiantes y empleados, en una comunidad donde, precisamente la Ley que la rige habla de una comunidad en búsqueda de la verdad y con una crisis que amerita la discusión a fondo sobre su futuro inmediato.
Podemos denunciar, y sí lo hago, que ninguno de los candidatos al rectorado, de los supuestamente clasificados, se ha comprometido a una investigación, ni siquiera a una auditoría de una gestión quinceañera, que jamás ha presentado cuentas a la comunidad ucevista, mucho menos al país, lo que demuestra el grado de complicidad existente y el menosprecio por el electorado.
Situación, esta, de suma gravedad, porque son cientos de millones los que se han dilapidado, presuntos delitos cometidos en ese lapso, irregularidades administrativas que incluso llevaron al un Vicerrector a renunciar, y ninguna institución, ni interna ni externa diligenció para aclarar y determinar responsabilidades. Por lo que es perfectamente válido preguntarse, ¿Dónde está la Contraloría interna y externa? ¿Dónde está el Ministerio Público, frente a delitos que deben investigarse de oficio, porque hay daños al patrimonio público?; ¿Dónde está el Consejo Nacional de Universidades, que tiene responsabilidades específicas en la actuación de las autoridades universitarias? Todas estas interrogantes tienen una sola respuesta: COMPLICIDAD COLECTIVA.
Y esa responsabilidad colectiva, nos conducirá a que en la Universidad Central de Venezuela, se puede aplicar la frase de Lampedusa "Todo cambiará para que todo siga igual". Mientras tanto, los daños a la Educación y la cultura en general que se ocasionan por el deterioro de la Universidad más importante del país, los terminará pagando el pueblo y las generaciones futuras, con el agravante, de que la crisis continuará profundizándose, hasta donde no sabemos pueda llegar. Ya incluso los objetivos del importante movimiento político cultural que sacudió la UCV, en los años sesenta, donde por primera vez, la institución se sometió a un examen interno, se han quedado cortos, porque ahora lo que está plateado en rehacerla de acuerdo a la nueva realidad que nos presenta el país y el mundo y no existen indicios de que los equipos que se presentan, sean capaces de acometer tamaña tarea.