La universidad necesaria

El capitalismo proyecta el individualismo y,

por lo tanto, la división de la sociedad…Nosotros,

los socialistas, debemos ser portadores del amor,

de la vida del cuerpo colectivo, de la mente colectiva,

de la solidaridad, del compromiso social, de la

conciencia del deber social…

Hugo Chávez

(“Teatro Teresa Carreño”, Caracas, 2009)

 

En una visión muy personal, Diego Pereyra, Profesor en Sociología, UBA, Instituto Gino German, expresó a mediados del 2012, refiriéndose a la realidad de la educación superior en Argentina, que tanto José Ingenieros como Alfredo Colmo, incursionaron el materialismo histórico para darle una interpretación económica a la historia en un tiempo que incluía el discurso marxista como alternativa para hacer de las universidades instituciones eficientes y con un alto sentido de proporcionalidad en cuanto a la gestión del talento humano se refiere.

La Economía Política en las universidades  es una excusa espléndida para investigar el problema obrero a partir de la interpretación científica. El investigar y el debatir, es un tema que debe ser cotidianidad en los espacios de educación superior, sobre todo si esos espacios conjugan el deseo por moldear un Estado Socialista. Junto con los estudiantes es necesario crear fórmulas concretas de una educación que discuta la teoría de la sociedad desde la postura de Marx, viendo los fenómenos económicos desde un enfoque sociológico, científicamente comprobables y verificables, donde el marxismo analice la cuestión obrera, los problema de los conflictos sociales y el antagonismo económico entre las clases, valorando las doctrinas desde las obras originales, aplicando a la realidad una postura que oriente del movimiento socialista hacia una civilización de las contradicciones, principalmente en el terreno económico, que interprete la económica de la historia en el contexto de la modernidad, desde la capacidad del hombre por dominar la naturaleza hasta la revolución técnica como futuro de la humanidad. La universidad socialista reclama la necesidad de estudiar desde el marxismo la historia de las instituciones y las ideas del país. (¿Eso se está haciendo? Una pregunta para la reflexión.)

La obra de Marx no debe ser desconocida para los estudiantes de la nueva universidad venezolana. Por el contrario, muchos de ellos deberían expresar una abierta postura, crítica o a favor, del autor de El Capital. Un estudiante de la Universidad de Buenos Aires, llamado José Fierro, decía en una monografía de 1909: "... cuando el futuro economista o sociólogo trate de la gran transición de los presentes tiempos se sentirá impulsado a asignar a Carlos Marx, un lugar más preeminente que el que hasta ahora le ha sido concedido fuera de las estrechas filas de los mismos socialistas... su obra brillante y útil probablemente vivirá por su carácter crítico... Marx será durante mucho tiempo recordado como uno de aquellos exploradores que si no han logrado por sí mismos llegar a la meta, han conseguido sin embargo una nueva y fecunda senda en medio de la confusión del pensamiento y del progreso humano,... nos ha enseñado a investigar por debajo de la superficie... "

La universidad necesaria requiere un retorno a Marx, quien es el "sociólogo más profundo del siglo XIX", a su vez el "gran economista innovador y revolucionario". Marx presentó, en un lenguaje llano, sin mucho tecnicismo, la  historia de la cuestión social desde la antigüedad clásica hasta el siglo XIX y un análisis del contexto social y cultural de avanzada, cuyo estudio influyó en la historia de las ideas sociales en Occidente, privilegiando en el caso del movimiento socialista latinoamericano, la atención en uno de los fenómenos sociológicos más interesantes de su época: el antagonismo social. La universidad necesaria debe, entonces, enfocar su mirada sobre el problema social y los modos de producción, llegando hasta lo más profundo de sus raíces y presentando opciones que vinculen a la universidad con la sociedad, sin la necesidad de contaminar el espíritu mágico de la solidaridad, la interdependencia, la justicia, la equidad, entre otros; la universidad necesaria debe construir espacios que enriquezcan la visión socialista de la América Latina integrada en razón del esfuerzo sostenible de quienes enarbolaron banderas de independencia y libertad en el siglo XXI, siendo uno de esos precursores el presidente Hugo Chávez.

En el mes de febrero del 2013, en el diario El Nacional (Caracas-Venezuela), la periodista Ariana Guevara, entrevistando a  Jesús González, quien en el 2011, asumió el Rectorado de la Universidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada, UNEFA, alcanza tomar de sus declaraciones un aspecto que considero vital y describe, abiertamente, la universidad necesaria; a la pregunta ¿Qué cree que debe tener una universidad para que sea de calidad? Contesta el Rector: “…La universidad debe estar preparada para formar a los profesionales con la convicción que tenemos nosotros. Un profesional de calidad debe tener excelencia académica, formación en defensa y seguridad de la nación, y conocimiento de la doctrina bolivariana. También es indispensable el humanismo, que los egresados tengan una conciencia social. Igualmente debe haber una visión más allá de las fronteras…”

La intención de la universidad necesaria, en materia de ideología, en general, y universitaria, en particular, queda acotada en dar respuesta a los problemas generales que aún están en mora: la reorganización de la enseñanza, la restauración de la autonomía universitaria y la necesidad de elevar la cultura de la población y jerarquizar la función docente. La universidad necesaria tiene como objetivo fundamental recuperar para la ciencia y la cultura los valores morales e intelectuales que son el atributo más preciado de las universidades y que han de estar al servicio de la sociedad.

Por encima de todo, interesa salvar la cultura del país, la unidad del espíritu de independencia y el cumplimiento de los ideales revolucionarios. No es de extrañar a nadie que una revolución libertadora afronte la libertad de la inteligencia como una de sus máximas consignas, porque una universidad libre se inscribe dentro del espiritualismo y culturalismo pedagógicos, concepciones que remite a dos aspectos diferentes pero profundamente relacionados: por una parte, el discurso oficial, que asume una posición jerárquica y estratificada respecto a la cultura y, por otra, esa estratificación define la posición de la universidad en el conjunto de las instituciones sociales. No somos ajenos a la rigidez del sistema, pero esa rigidez debe estar a nuestro servicio no al de grupos o sectores dominantes. El colectivo organizado es quien orienta el destino de la universidad que necesitamos.



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Ramón Eduardo Azocar Añez

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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