El problema de la migración interna en Venezuela y sus efectos en la agricultura

La presencia de poblaciones en el territorio es un fenómeno que siempre ha de preocupar a los gobiernos, la existencia de un amplio territorio poco habitado es un problema que tiene que resolver la dinámica de población y ocupación social del territorio. Estudiar este problema sin comprender la causa que lo origina, nos puede llevar a conclusiones erráticas sobre el tema en cuestión, es por ello que en este trabajo no pretendemos estudiar la causa del éxodo campesino, la cual obedece realmente al desarrollo del sistema latifundista, que arruinó la economía agrícola venezolana.

El “éxodo de campesinos fue una dolorosa respuesta del campesino al acoso del terrateniente que lo despojó de sus tierras para luego explotarlo sin recato" (Salazar J. 2007, p. 286). Su llegada a la ciudad es un fenómeno que comienza a expresarse con preocupación en Venezuela fundamentalmente en el último tercio del recién pasado siglo XX.

Viendo los datos que arrojan los resultados del censo poblacional realizado en el año 1971, se puede notar la manera en que se comportó la población y su movilidad en el territorio, evidentemente estos elementos no son suficientes para tener una panorámica real del asunto, ya que es necesario tener en cuenta las políticas desarrolladas hacia el campo en aquellos años, entre ellas la fracasada reforma agraria y el desarrollo de la economía rentista petrolera que privilegió esta distorsión. No existió un modelo realmente productivo que permitiese un desarrollo equilibrado entre el campo y la ciudad.

Si miramos comparativamente el fenómeno migratorio en tres estados venezolanos, tradicionalmente caracterizados por su vocación agrícola quizás podamos comprender el porqué de nuestra pobreza agrícola. Comenzaremos nuestro estudio comparando datos del estado Falcón, ubicado en el occidente de Venezuela, para 1971 contaba esta región del país con una población total de 407.957 habitantes, de los cuales 234.490 eran urbanos, 20.190 estaban ubicados en área intermedias y 153.257 en el medio rural. La migración en este estado era la siguiente: 18.780 nativos de otras entidades vivían en Falcón mientras que 153.989 falconianos estaban radicados en otros lugares de Venezuela, lo cual ubicaba a este estado con un saldo migratorio negativo.

Otra localidad situada también en el occidente venezolano y con arraigada tradición agrícola es el estado Lara, para el mismo año tenía una población de 641.410 habitantes, de los cuales 458.839 eran urbanos, 20.287 vivían en lugares intermedios y 192.284 vivían en el medio rural. En lo que respecta a la movilidad de la población en este estado, reflejaba un flujo migratorio negativo ya que 66.884 habitantes de otras regiones estaban asentadas allí, mientras que 150.440 vivían en otros lugares del país. Si realizamos la primera comparación notaremos que el índice de desplazamiento interno prende las alarmas en cualquier sociedad, pero el modelo rentista en desarrollo poca importancia le dio a este comportamiento, ya que la necesidad de mano de obra barata en las nuevas realidades urbanas así lo requerían.

Por su parte, el estado Trujillo que forma parte de la región andina del país junto con Mérida y Táchira, mostraba una población total de 381.334 habitantes, de los cuales 174.204 eran urbanos, 29.015 intermedios, mientras que 178.115 habitantes eran rurales, este estado al igual que los dos ejemplos anteriores, también reflejaba un saldo migratorio negativo evidenciado en los siguientes datos: 21.095 habitantes nacidos en otros lugares vivían en la entidad y 158.335 trujillanos vivían en otra entidad federal.

El problema que nos ocupa tiene dos lecturas o quizás más. Ya para el momento estaba por concretarse el gran éxodo poblacional en Venezuela, esta migración interna representó uno de los factores que favorecieron a las prácticas latifundistas, pues al abandonar sus predios, los campesinos fueron presas fáciles de los terratenientes apoyados por los gobiernos burgueses de esos tiempos, de igual manera, se favoreció a la implantación de una economía basada en el consumismo y para ello ya tiene una base suficiente de consumidores.

Pasado el tiempo y en plena segunda década del siglo XXI, la situación no ha cambiado ni siquiera en la Revolución Bolivariana, las tendencias de movilidad y migración continúan, con el agravante que la población se ha elevado exponencialmente y los requerimientos en materia alimentaria también se han triplicado, pero la situación se agudiza ya que de acuerdo a las últimas estadísticas poblacionales, sólo el 5% de la población trabaja y produce alimentos para ser consumidos por más del 90% de la población, y aún más, la tendencia de abandonar el campo continúa muy a pesar de programas como la Gran Misión AgroVenezuela.

El tema es complejo, pero por esta condición no debemos negar el debate. Desde la Universidad Campesina de Venezuela Argimiro Gabaldón apostamos a la investigación verdadera, a involucrarnos en la realidad del campo adentro, a desmitificar todas las medias verdades que se dicen en relación al campo y al campesino, así como a estudiar la realidad de las instituciones destinadas a atender los requerimientos del campo y sus cultivadores.



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Arnaldo Guédez


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