FVF: No hay herramientas legales en el país para combatir la violencia en los estadios

Laureano González, vicepresidente de la Federación Venezolana de Fútbol

Laureano González, vicepresidente de la Federación Venezolana de Fútbol

Credito: Correo del Orinoco

01-02-15.-En medio de los retos deportivos que actualmente tiene la Federación Venezolana de Fútbol (FVF), la violencia en los estadios se agregó como “problema a resolver” en conjunto con los equipos de balompié profesional.

De acuerdo con Laureano González, vicepresidente de la organización, necesitan urgentemente combatir esa violencia con un marco jurídico que les permita tener el peso de la ley, para que tanto equipos como el ente federativo puedan actuar con garantías.

González también fue enfático en afirmar que los generadores de violencia se esconden en barras organizadas como pandilleros que, poco a poco, pueden ir alcanzando a más personas y agruparlas; por ello, esperan que la Asamblea Nacional (AN) estudie un proyecto de ley para someterlo a aprobación.

“Solo esperamos que las reuniones se hagan rápido. Al tener el proyecto de ley esperamos que las comisiones lo vean y se apruebe lo más pronto posible”, dijo González al Correo del Orinoco, cuando habló de un tema que crece cada vez. Espera que “no se llegue a lo que Colombia vivió en una época con el sicariato. Hasta ahora no hay sicarios en las pandillas, pero tenemos que evitar estar en ese punto”.

–¿Quiénes generan la violencia en el fútbol venezolano?

–Hay una mezcla de todo un poquito. Se destacan molestias que se generan en un estadio, como por ejemplo cuando los aficionados consideran que el árbitro no actuó bien, así como el disgusto con el conjunto local. Cuando el equipo que la gente quiere no gana los partidos, puede llegar a la agresión.

–Pero en los últimos tiempos se ha visto más que ese tipo de molestias, ¿no cree usted?

–Sí, porque estamos al frente de un segundo nivel de violencia que es la organizada. Es esa que consiste en conformar a un grupo de seguidores que tienen símbolos como bandera, pancartas, consignas, etc. Tienen una tendencia a rivalizar con seguidores organizados de otros equipos. En el fútbol eso se llaman tribus del fútbol que son grupos cuyas confrontaciones se trasladan al terreno de juego; es decir, ellos ven un partido como si fuese mi ejército contra el de ellos.

–Pero el rol de los aficionados no es de soldados, ya que son deportistas los que juegan

–Exacto, pero ellos los ven como si fuesen sus representados; por lo tanto, desde las tribunas los tengo que apoyar para que rindan más. Si me tengo que enfrentar a los otros seguidores lo hago.

TAMBIÉN LOS CLUBES

–¿Qué debe hacer la FVF en esos casos?

–Más que la FVF son los clubes los que deben hacer. Eso es obligación del club controlarlos, aunque no eludo la obligación de la FVF.

–¿Como lo harían?

–Hay que controlar cómo se conforman esos grupos y ser diligente en saber hasta dónde pueden estar, qué lugar del estadio pueden ocupar. Lo lógico es que estén separados con una entrada y salida es-pecífica. Hay que evitar que introduzcan elementos perniciosos que afecten el buen desarrollo del juego como rollos de papel, cohetes, bengalas, spray; también, cuidar que le roben al otro grupo símbolos como banderas, entre otras cosas.

–¿Qué pasa si se siguen organizando?

–Pasan a hacer de grupos organizados normales a convertirse paulatinamente en pandilla y eso es peligroso.

–¿Cómo pueden pasar de ser un grupo a una tribu o una pandilla?

–Tienen la necesidad económica de sobrevivir dentro de la actividad sin tener otra; es decir, no son gente que se conforma para ir el fin de semana a apoyar a sus equipos organizadamente. No es así; ellos pasan a ser personas que viven día a día esa conformación que genera violencia.

–¿Cuál es el perfil que tiene un barrista que pasa a ser pandillero?

–Ese tipo de personas lo primero que piensa es: “¿de qué sobrevivo? ¿A qué me dedico? ¿Cuál es mi profesión?”. Generalmente no tiene una actividad económica estable; por ello, muchos de ellos terminan en droga, alcohol y hasta prostitución. Por ahí comienza todo, ya que al no tener otra actividad estable, toman esto como una manera de vivir.

–¿Por qué un club permite que este tipo de organizaciones crezcan?

–No es que lo permite, es que les cuesta mucho trabajo detenerlos sin la colaboración de las autoridades nacionales. Necesitan identificar quién es un seguidor y quién es un pandillero, ya que este último está en un núcleo más pequeño. Generalmente, por ser más pequeños están más unidos y trabajan todos los días en sus “actividades”. Cobran peajes y hasta membresía, presionan al club para que los subsidie.

–¿Cómo presionan a los clubes?

–Cambian su “apoyo” porque les paguen los buses en los que viajan. Les piden comida, y si el equipo gana hasta le solicitan dinero para comprar alcohol durante el viaje, entre otras cosas.

ONCE BARRAS

–¿Cuántas barras hay en el país de acuerdo con datos de la FVF?

–Ahorita hay 11 barras organizadas de las cuales solo 3 están registradas en la FVF, pero en todas se conforma un núcleo duro. Muchas veces el líder no da la cara porque ellos son así, siempre da la cara uno que no es el que manda.

–¿Cuál es la diferencia entre una barra y una pandilla?

–Las pandillas no se pueden formar fuera de una barra, porque no tendrían existencia, ni capacidad de sobrevivir. Tienen que estar amparadas como las células duras internas que giran alrededor, por ejemplo, yo tengo una barra de 200 seguidores pero las pandillas no pasan de 20. Una pandilla al final es el grupo organizado de choque que además ejerce un liderazgo y que puede corromper al otro sector que está allí.

–¿Pero el resto del grupo de la barra no les ofrece resistencia?

–Sí, se han dado casos de que muchas familias han venido denunciando que su hija o hijo son seguidores de un equipo, pero que han caído en malas compañías, ya que entran en un núcleo que generalmente los ponen a consumir alcohol o droga, traficar, distribuir, etc., tanto dentro como afuera del estadio. Ocupan espacios y se creen dueños de ellos.

–¿Y qué ha pasado con esas denuncias?

–Ahí es donde entra todo este problema. No hay una norma legal que permita prohibir o combatir con un marco jurídico este tipo de problemas.

–¿En estas 11 barras la FVF ha detectado pandillas?

–Ya las hay. Eso lo han detectado los cuerpos de seguridad, pero la FVF no tiene los instrumentos para hacerles un seguimiento. La FVF no tiene un departamento de inteligencia que pueda acabar con ellos. Eso les corresponde a las autoridades y son ellos los que deben identificarlos.

–¿Lo han hablado con las autoridades?

–Sí lo hemos hecho, pero algunas de las autoridades que ya no están no lo han entendido así.

–¿Por qué?

–Algunos no han sabido diferenciar lo que es un fanático y lo que es un pandillero.

–A las autoridades que están en estos momentos, ¿ustedes les han explicado esas diferencias?

–Claro que lo hemos hecho. Hace pocos años se sacó una ordenanza en cooperación entre el Ministerio de Relaciones Interiores, Justicia y Paz y el Ministerio del Deporte; incluso, en aquel momento se incorporó el Ministerio de la Defensa porque había organismos dependiendo de ellos que son organismos de seguridad. Lamentablemente no se pudo dar la ordenanza porque hubo cambio de ministro en el Ministerio del Deporte y se necesitaba esa firma para darle fuerza de ley.

–¿Se puede aplicar ahora?

–Nosotros tenemos las normas. Necesitamos exigir más a los clubes un mayor control y sabemos que no es fácil, pero necesitamos que aquella ordenanza sea convertida en ley eso solo lo puede hacer Asamblea Nacional.

–¿Es así de urgente?

–Necesitamos que aprueben una ley que nos permita combatir la violencia con un marco jurídico. Esto te lo digo muy en serio.

–¿Y como se hará para lograrlo?

–Vamos a tener la segunda reunión para concretar el proyecto de ley y ver si este año sale. Antes no se pudo dar, porque hubo elección de nuevas autoridades en la AN, así como de sus comisiones.

–¿Quiénes discutirán ese proyecto?

–En las próximas semanas nosotros comenzamos a introducir el proyecto de ley y a empezar a discutirlo, llevarlo a Asamblea Nacional; incluso que los propios barristas den su opinión. En algunos estadios hay mecanismos de seguridad complejos. como el de Caracas, en el que no a todos sus espacios puede entrar la policía nacional para no violar la autonomía de la UCV y afectar otras áreas que no son del estadio.

–¿Y ese factor lo aprovechan los pandilleros?

–Claro, ellos lo saben muy bien. Hay que tomar en cuenta que 25% de las personas entre 20 y 40 años tienen un título universitario. Lo que te quiero decir es que muchos de esos pandilleros tienen su preparación, aunque no lo creas y sus acciones son premeditadas.



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