Gustavo Azócar y Delsa Solórzano

El señor Azócar fue conducido a chirona por una vieja deuda que mantenía con la justicia. El señor Azócar, a su condición de periodista le agrega la de opositor, lo que le constituye de inmediato, por encima de cualquier circunstancia jurídica, en preso de Chávez, el Presidente de la República. Por supuesto que el panorama ya se comenzó a agitar y aparecen dirigentes de partido que nadie conoce soltando sus dicterios en contra de la medida que lo condujo a la cárcel.

La justicia venezolana beneficia en algunos casos a quien es sometido a juicio penal, con el privilegio de gozar de libertad mientras se dirime su situación en el proceso. Claro está que el tribunal establece los límites dentro de los cuales usará esa libertad el personaje enjuiciado. Estas están reguladas por ley, y no por el capricho del que juzga. Si se violara el acuerdo que el procesado acordó cumplir con el tribunal, aquel va derechito a prisión hasta la conclusión del juicio.

El grito de uno de los defensores de este señor fue que se le juzga por un delito que se cometió hace varios años. Tamaño argumento de aplastante lógica, provoca el enmudecimiento del que escribe. El señor en juicio lo está por el delito de estafa. Esa es la calificación que estima pertinente el fiscal que lleva el caso. Pero de eso no se habla.

No podía estar ajena a este rollo, la exuberante Delsa Solórzano a cargo de la secretaría de DDHH del partido UNT que se suelta en la defensa de “Gustavo” que, según ella, es llevado a prisión para callarlo, para que no siga denunciando al gobierno como lo hace él en todos sus programas.

Nadie va al fondo del asunto denunciándolo como fraudulento, “montado” para llevar a la cárcel al indiciado. Hay gente que cree que está acusado por su condición de periodista, y nada más falso que esto. Él fue acusado por una lotería regional de haberle cobrado por un servicio que no realizó. Si eso es verdad, Gustavo Azócar estafó a la lotería.

La bella Solórzano, llena de indignación y con rubor contenido, responsabilizó a Chávez por este nuevo ataque a la libertad de expresión. Presumimos que a esta sílfide no le agrade la zanahoria, razón por la cual su memoria posiblemente, en ocasiones, se le fugue. Veamos porque afirmamos esto.

Era uno de esos días en los cuales no sucedía nada en el departamento de prensa de la policía. Uno de esos periodistas que cubre la fuente policial vio a una señora mayor llorando. Aburrido, se acercó para conocer la razón del dolor de ella. Le cuenta entonces la señora, que su hijo que ha cumplido hace muy poco dieciocho años, ha sido acusado sin prueba alguna, de un crimen.

Le llamó la atención al periodista lo que percibió como sinceridad de esa madre. Su calidad humana era evidente. Lo que la señora adujo le convenció, y periodista de verdad, verdad, fue con ella hasta el barrio donde se había cometido el delito. Hizo lo que la policía y el fiscal omitieron: Investigó y comprobó no solo que el acusado no había perpetrado ese hecho, sino también que era un buen muchacho. Su único delito era su pobreza, por eso fue llevado a la cárcel, por los escasos recursos de su madre que no pudo pagar un abogado prominente, de esos que son capaces de probar prueba en mano, que Atila y Hitler eran caritativos y generosos al extremo y que Bush pertenece todavía, a la congregación de los carmelitas descalzos.

El fiscal, bien gracias. Mientras el joven padecía lo que cualquier inocente sufre en una cárcel injusta. Escribió el periodista denunciando el hecho. El fiscal sintiéndose agraviado recurrió a los tribunales contra él. Posiblemente le acusara por injuria. En el desarrollo del proceso, el fiscal le propuso al periodista un arreglo a cambio de una reparación, a lo cual este se negó. El juicio concluyó con la absolución del inculpado. La abogada del fiscal que pretendió llevar a la cárcel al periodista, fue por supuesto, Delsa Solórzano a la sazón novia del supuestamente ofendido, y hoy su esposa. Como vemos, no siempre la libertad de expresión fue para ella la niña de sus ojos.

roosbar@cantv.net





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Roosevelt Barboza


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