Comunicado ante agresión de Colombia y la Declaración del Grupo de Río

El conflicto regional suscitado a raíz de las constantes provocaciones del gobierno colombiano de Álvaro Uribe y que rebasa los límites con el vil asesinato del comandante Raúl Reyes y otros combatientes de la FARC-EP en Colombia, es un síntoma de la crisis mundial del capitalismo.

La recesión económica internacional ha sido la señal para una nueva etapa de convulsiones que podría significar no solo la profundización de los conflictos entre clases, sino serios enfrentamientos entre países, la reactualización de viejas querellas y la reedición de tendencias neocoloniales, utilizando gobiernos de países oprimidos que están comprometidos con el imperialismo norteamericano en sus planes de invasión, destrucción y saqueo a través de la estrategia guerrerista contra el supuesto terrorismo en el mundo.

La superconcentración de capital global, la saturación de los mercados de inversión y la incapacidad de crear nuevos mercados de inversión productiva pronuncia la tendencia decreciente de la tasa de ganancia general del capitalismo que forma parte de la crisis cíclica del capitalismo, los cuales facilita los mercados de la guerra. Estados Unidos estaría impulsando una guerra en Suramérica para beneficiar a las grandes trasnacionales exportadoras de armas y de las cuales se sustenta, en gran medida, la economía norteamericana.

Las guerras que promueve el Imperialismo contra los países oprimidos busca además de conquistar zonas de influencia para el mayor control de sus materias primas, desviar sus luchas sociales, especialmente la lucha de la clase obrera ante la desocupación, las reivindicaciones salariales y su inevitable tránsito al poder a través de una revolución proletaria y popular. Las ofensivas auspiciadas por el Imperialismo utilizan como vehículo a la burguesía, a los dueños de los medios de producción, esa misma clase que mantiene el sistema de explotación de los trabajadores, sometiéndolo a la miseria, el hambre y la injusticia social, es por esto, que la clase obrera debe entender que la posibilidad de una guerra no debe desorientar sus propósitos. El conflicto con Colombia debe ser ubicado en su justa dimensión, y el proletariado debe deplorar la guerra burguesa que induciría a enfrentarnos, unos contra otros, en beneficio del capitalismo. Así mismo, entender que las principales víctimas serían los trabajadores, los sectores más humildes o aquellos que sucumban al chauvinismo y militarismo promocionado por la burguesía.

La posibilidad de una guerra en Suramérica, como salida armamentista y de posicionamiento de los grandes yacimientos petroleros y gas en Venezuela que enfrentaría a países hermanados por su historia, aún sigue latente.

La Cumbre de Río, efectuada el 7 de marzo en Santo Domingo, sirvió de escenario de un acuerdo conciliatorio entre países, donde Colombia como país agresor supo sortear la posibilidad de una condena política y aún justificando sus métodos crueles, señalando a las FARC-EP como terroristas y narcotraficantes, definiendo a los guerrilleros caídos como delincuentes y criminales logró, en unos minutos, que los países afectados olvidaran la afrenta al suelo ecuatoriano, el sin fin de acusaciones y amenazas, la burla y la mentira al mundo y lo que es peor la forma deliberada como fueron masacrados el Comandante Reyes y los demás combatientes de la FARC-EP. Ese día tuvimos una tremenda demostración de hipocresía y falta de seriedad de las clases dirigentes de Latinoamérica. Postergar asuntos de estado de tamaña envergadura pudiese agravar, a corto plazo, la postura bélica que Uribe impone progresivamente en Suramérica.

En el texto emanado de la Declaración del Grupo de Río se evidencia claramente la condena a las FARC-EP y a otros frentes guerrilleros de Colombia. En el punto ocho (8) se “reitera el compromiso de combatir las amenazas a la seguridad de todos los Estados provenientes de grupo irregulares o de organizaciones criminales…”. Aquí se demuestra la valoración que se le da a un grupo insurgente de más de cuarenta años de vida política y de resistencia a un sistema genocida abierto y descarado impuesto por la oligarquía recalcitrante de Colombia y apoyada por el imperialismo norteamericano. ¿Quién de estos jefes de estado no conoce las causas del surgimiento de la guerrilla en Colombia?, ¿quién de ellos no sabe de la imposibilidad de un proceso de paz en ese país? ¿Es que acaso no ha sido evidente la voluntad de paz de estos grupos insurgentes, sobre todo en estos últimos años? Es innegable que la clase dirigente que se reunió en esa Cumbre desestima la lucha revolucionaria de la guerrilla y se mueve en función de mantener el “status quo” implantado por la burguesía de sus países. Se manoseó mucho el discurso patriota de soberanía y autonomía, obviándose el esclarecimiento de los asesinatos y la exigencia de desmantelar no solo la base militar norteamericana en Manta sino la de Las Tres Esquinas, en Colombia y otras en el continente, es decir, ocultaron la profundidad del proceso de transformación que requiere el continente.

El Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) en Venezuela, ante los últimos acontecimientos condena:

* La escalada de exterminio fascista y genocida de Uribe contra la guerrilla que, utilizando métodos implacables y desestimando las propuestas de acuerdos para la paz, han dado muerte a combatientes revolucionarios de la FARC-EP que en su justa lucha por un cambio político en su país, han recurrido a la insurgencia como mecanismo legítimo de defensa, violándose sus derechos humanos en actos tipificados como crímenes de guerra.

* La “actitud ingenua” presentada por los jefes de estado en la Cumbre de Río, porque solaparon el problema medular de la agresión del gobierno de Colombia en la región, que era lograr la condena a Uribe y pronunciarse contra la guerra como procedimiento imperialista de invasión y solo recurrieron a un discurso superficial y a sellar teatralmente un acuerdo insustancial a los intereses de los países ahí representados.

* La agresión imperialista al hermano pueblo de Ecuador en la cual se violentó su soberanía e integridad para perpetrar una matanza con premeditación y alevosía.

* La maniobra imperialista norteamericana de agresión y desestabilización que persigue fraccionar la integridad territorial y la soberanía militar y económica de Bolivia, Ecuador y Venezuela, a través del Plan Colombia y otros acuerdos, para apoderarse de los recursos naturales de estos países, y que son estratégicos para EEUU en su ambición de dominio y expansión.

Los militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) defendemos la premisa del Internacionalismo Proletario. Solo la clase trabajadora y los pueblos oprimidos queremos la paz, pero no la paz de los sepulcros, como decía Bolívar, de la sumisión y la rendición, de los acuerdos demagógicos de la burguesía, sino la paz de una vida próspera para todos los pueblos del planeta que solo será posible con el auténtico Socialismo. La lucha contra la guerra es la lucha por la transformación socialista de los pueblos.

¡UNETE, LUCHA...VENCEREMOS!

Secretariado del PARTIDO REVOLUCIONARIO DE LOS TRABAJADORES (PRT)


partidorevolucionariod@gmail.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 2479 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter




Notas relacionadas

Revise artículos similares en la sección:
Por los Derechos Humanos contra la Impunidad



Revise artículos similares en la sección:
Ideología y Socialismo del Siglo XXI