Molienda de policías nuevos

Estoy convencido de que la lentitud de la comisión para la reforma policial –que aún no arranca un suspiro de alivio en la ciudadanía indefensa- se debe a que no da puntada sin dedal. Me explico: no avanza un paso sino es con toda la firmeza y seguridad del caso.

Y a pesar de que esa demora se proporciona inversamente proporcional a la arremetida delincuencial que se da, por lo menos en el Zulia, amparada en la mirada indiferente del Gobierno regional, debemos cerrar filas en torno de ese proceso, con la esperanza de que se convierta en ese beneficio cierto y palpable que anhela el Ministerio del Interior y Justicia para la ciudadanía.

Pero hasta ahora, esa tardanza se produce en detrimento de aquellas personas que ocupan las páginas rojas de los medios de comunicación social, porque aquí en tierras zulianas, la inseguridad solamente pareciera dolerle al Gobierno nacional.

Por ello hay que apostar a la reforma. Es una alternativa seria en la que se debe colaborar con el ministro Jesse Chacón, en esas acciones tendentes a sanear las policías, porque de eso depende la seguridad de la población.

Más cuando tenemos conocimiento de que los gobiernos de estados y municipios adversos al proceso de Chávez, lo han dejado sólo en esta cruzada por la protección de la vida y los bienes de los venezolanos.

Algo inconcebible. Nada más insensato que por diatribas políticas, olvidarse de la vida de la gente, porque cuando hablamos de inseguridad, nos referimos a la muerte de esas personas que diariamente caen en cualquier parte víctimas del hampa.

Sin embargo, no iba a hablar de la reforma concretamente. Quería plantear que a propósito de ese proceso, hay un hecho que en mi modesta opinión, debe considerarse en la formación de los nuevos policías, para que no se gaste más pólvora en zamuro.

Me refiero a los oficiales recién salidos de sus academias. Como en todo proceso de aprendizaje, después que nos graduamos debemos poner en práctica los conocimientos adquiridos.

Y progresivamente ir fortaleciéndolos con ese contacto que nos proporciona el ejercicio de la profesión. Llevar esa teoría que nos revolotea en la cabeza a la práctica.

Igualmente –y este es uno de los aspectos más importantes en la formación-- nutrimos los conocimientos con la ayuda de los profesionales curtidos, con años en el oficio y que en los casos ejemplares terminan siendo los sustitutos de los profesores que establecieron las bases formativas en la academia y que juegan un papel fundamental en nuestra completa capacitación.

Sólo que en esa dinámica existe un grave error que no lo podemos atribuir a la formación del policía como tal, pero si a esa perversión latente en los cuerpos de seguridad corruptos y que da al traste con los procesos de adecentamiento, por muy buenas intenciones que se tengan.

Así que, para concretar y culminar el planteamiento sin más rodeos, deducimos que no vale la pena formar nuevos oficiales, para ponerlos a trabajar en una policía donde los hombres que sucederán a sus profesores de aulas, son corruptos y en un santiamén podrían terminar con la ética y moral que les han inculcado en la academia.

Sabemos que hay muchos efectivos honestos, pero también que existen los que esperan que lleguen los recién graduados, para aprovechar su inexperiencia y llevarlos por el camino equivocado.

Es más, su misión es pervertirlos, para que no se les caiga el negocio. Así de sencillo. Es imposible que un efectivo viciado labore con funcionarios probos. Se meten todos a honestos o a delincuentes, de lo contrario, las diferencias no los permitiría trabajar.

De allí, que para llevar un buen proceso de reforma policial, debe tomarse en cuenta este aspecto, porque sino los organismos de seguridad seguirán siendo molienda de nuevos oficiales.

Hay que tener cuidado con ese proceso de reforma, porque es verdad que el que se pierde es porque quiere, pero también es verdad que una manzana podrida pierde un ciento…y en nuestras policías, sobre todo en la del Zulia, hay funcionarios que si bien no están podridos, no aguantan en la rama, el apacible movimiento de una brisa, mucho menos la remezón de una fuerte ventisca…y no se les olvide que estamos en época de lluvia, truenos, relámpagos, centellas y chubascos.

*Periodista


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Alberto Morán*


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