Crónicas cotidianas

Herencia desgraciada

Mariela no se amilanó ante el abandono de su compañero. La sangre de guerrera  la llevó rápidamente a diseñar estrategias para la supervivencia, el redoble del esfuerzo y la angustia por impedir que alguno de los tres muchachos se desvíen del camino. “Ya sabes que el barrio es candela camarada. Quiero que mis chamos estudien y que Ángela no me salga preñada antes de hacerse una vida”, me comentó con una decisión que asombraría al propio hombre que la dejó.

Por ello las cuatro de la mañana era la hora para despertar y comenzar el ajetreo. Hacer las arepas o sacar una yuca salcochada de la nevera, abrir una lata de sardina, picarle una cebollita y repartirla  en tres viandas para cada uno de los dos varones y la hembra de 13, 12 y 11. “Si cuando cumplí 18 alguien me hubieran dicho lo jodió que iba a ser esto, no le hubiera abierto las piernas a nadie, porqué no tuve una mamá o una hermana que me enseñaran a usar anticonceptivos. Pero bueno, son las penas de la vida y ahora no puedo mirar para atrás, pero no quiero dejar a los carajitos solos. Tengo que avanzar,  por ellos”.

A las 5:30 ya están los chamos listos, con sus morrales. Mariela ya se bañó, ya se visitó, ya hizo el almuerzo, y sin perder la coquetería femenina, da los últimos toques a su lindo y aindiado rostro, pintar los labios de carmesí y resaltar con líneas negras sus grandes ojos marrones. Es una buenota de 31 años que se preocupa poco por una nueva relación, “todos te quieren coger Rafael, nadie quiere compartir, es mejor seguir pa´lante”, me refiere al percibir que la detallo de arriba  abajo. “Niños los amo mucho. Allí está el almuerzo para cuando vengan. Ya saben, no dejen entrar a nadie. Se ponen a hacer sus tareas y después prenden la computadora y la televisión. Por favor no hagan desastre. Voy a tratar de venir temprano”. Todas las indicaciones del caso para prevenir cualquier hecho y del amor que se reparte allí, en cada rincón de la humilde casita en el barrio Bendición de Dios, puede que una de las zonas más peligrosas del sur de Valencia, por allá en la parroquia Miguel Peña.

Me había pedido el favor de enlazar con alguien de la policía de Carabobo a ver si finalmente le resolvían el pago de las prestaciones de su esposo, muerto en un enfrentamiento diez años atrás. El peloteo era impresionante: no hay presupuesto, tu caso no ha entrado a discutirse, tienes que esperarte mija, hay muchos delante de ti, hasta la vieja práctica de la operación colchón. “Un comisario baboso me dijo que me ayudaba y a la hora de estar hablando, me estaba pidiendo que saliéramos a tomarnos unos tragos. Le dije, no pana yo no soy puta... Desgraciado baboso. Es lo que te digo camarada. Basta con que estés sola y tengas unos hijos para que todo el mundo te vea un  letrero en la frente que diga soy puta”.

Ya en la resignación de regresar un mes después, se encuentra con un viejo compañero de su esposo que ahora está en Caracas. Es oficial. La abrazo con cariño, con un gran gesto de amistad. Ella le replantea el problema. “Mira mi amor, este gobernador nos hizo una promesa de pagarnos las prestaciones en dos partes, una con dinero y otra con una casa. Hasta ahora ninguna de las dos las ha cumplido. Aquí se han muerto hasta los herederos de los policías muertos, o asesinados en el cumplimiento del deber. Esta vaina es un canibalismo muy arrecho. Voy a hablar con un abogado amigo que es pana de alguien en la gobernación, a ver si por esa vía te agilizan las cosas”. Sin más, le dio un beso y se alejo con la promesa de contactarla nuevamente, aunque por su expresión no estaba fácil resolverlo.

“Rafael déjame por la avenida Aranzázu para agarrar mi camioneta pa´mi casa. Me voy con mis muchachos a pasar mi arrechera y esperar otro mes para pedir permiso en el trabajo. Quiero resolver esto y no que mis hijos se queden con esta herencia, que parece tan desgraciada”. Nada que comentar, solo un beso de despedida.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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