Delincuencia. La reina de la crisis venezolana

Las coyunturas nacionales sin duda determinan el temple de los pueblos. Muestran la capacidad de reacción del liderazgo nacional en todas sus facetas para su control. Su evolución no es otra cosa que el resultado de las estrategias asumidas para su conjuro o exorcismo. Sin liderazgo y sin conciencia nacional las crisis pueden generar destrucción de tal forma que imposibilitaría el encuentro con el nuevo comienzo y la construcción de paradigmas futuristas para cualquier país.

La crisis venezolana descansa, sobre todo, en un colchón de amoralidad aunque toda una estructura de variados factores la soporta y que sin duda la fortalecen, donde, si no hay concurso con voluntad y desde varios enfoques conductores; jamás se solucionará. Nuestro egoísmo es el más grande alimento de esta crisis interna venezolana. Egoísmo éste que ha despertado al salvajismo, al instinto primario animal, nos ha retrocedido al pasado donde Dios hizo sentir al hombre su olvido, su castigo. La escena nacional con respecto a esta crisis es sin duda apocalíptica.

El comportamiento social de la masa, muestra un alejamiento de la razón, de la ética, del valor cristiano, de la solidaridad, de la hermandad, del humanismo. La crisis venezolana actual es una guerra fratricida donde la sociedad en su conjunto lucha contra factores que no reconoce, incluso desconoce a sus posibles aliados y cada individuo tiene una muy personal trinchera donde solo importa sobrevivir como tal, y no como colectivo. Incluso los grupos políticos o civiles que hacen sinergia en la lucha llegan a desconocerse entre ellos mismos en algunos momentos.

No es Venezuela primeriza con esta crisis, para hacer memoria de la más reciente, el comandante Chávez enfrentó como presidente esta situación que se le presenta a Nicolás Maduro. Hay que atenuar que hoy la situación crítica establecida tiene componentes más comprometedores y hostiles que aquella vez, por ejemplo los ribetes internacionales le son mucho más peligrosos que entonces. Otro detalle importante es que el asedio político, social, económico hacia el proyecto chavista cumple más de quince años y que sin duda, este asedio, esta renovado y con nuevas fuerzas e incluso nuevos actores y nuevas situaciones. La contraofensiva chavista ha tenido que fortalecerse o mantenerse con muchos aspectos negativos y con la variable de maniobrar en pésimas condiciones.

Un elemento importante que ha enrarecido más aun la situación venezolana es la permisividad del delito en cualquiera de sus presentaciones. La impunidad con la que los delincuentes actúan raya en la anarquía. Y la multiplicación del delito dentro del desempeño social sin duda empuja a toda una ciudadanía a un abismo que no puede calificarse sino de infernal. Se hace cada vez más invivible la relación entre ciudadanos, en ese intercambio de saberes y procederes que los miembros de una sociedad obligatoriamente tienen que ejercer para lograr una convivencia dentro de los todos los espacios; leyes, paz, ciudad, comunidad, hogar.

La delincuencia ha permeado el mas intrínseco valor de convivencia social, todo se hace o se actúa con relación o justificación a una crisis económica. Tal parece que el único derivado valido de esta crisis es tratar de sobrevivir aunque haya que delinquir. La avaricia, el desorden, la traición, el robo, el engaño, el asesinato, la insurrección, el desconocimiento de la norma y muchos otros entuertos sociales acompañan a los ciudadanos y su comportamiento en lo cotidiano.

La corrupción burocrática hace estragos en el funcionamiento del estado, no es posible hoy, no encarar a un funcionario público en la búsqueda de soluciones oficiales: servicios públicos, justicia, documentación personal, alimentación, educación, seguridad ciudadana y otros; producto de que pide alguna comisión para solucionar un problema, siendo esto su deber como funcionario y lo peor es que mucha gente públicamente justifica tales aberraciones sociales, ya que según, el sueldo no le alcanza.

La delincuencia hoy en Venezuela también se sentó en los curules de nuestra Asamblea Nacional (a ellos los puso el mismo pueblo), sin duda es muy preocupante que desde allí mismo se le haga apología al delito; al robo, al narcotráfico, a la extorción, al desconocimiento de las autoridades, a la burla de todo un pueblo, a la destrucción de este país desde fuera de sus fronteras, asociación con delincuencia nacional e internacional para asesinar personas en nuestra patria, delitos contra la mujer, traición a la patria, concursos para aupar al desabastecimiento de servicios privados de bienes públicos, se hace comparsa para el ataque a nuestra moneda y a nuestras divisas (las pocas que se reciben), a la desobediencia civil, usurpación de funciones, extorción, al bachaqueo, etc.etc. Si estos líderes políticos cometen delito; que ejemplo o acciones tomaran sus seguidores.

La empresa privada y sus propietarios, empleados (caleteros, almacenistas, gerentes, vendedores, empacadores, choferes, despachadores y hasta gestores), muerden de las ventas de formas fraudulentas que les hacen a los bodegueros, distribuidores, bachaqueros y a cuanta persona tenga dinero suficiente para comprar productos, bienes y servicios, estos los ofrecen a precios fuera de la racionalidad mercantil legal porque esa cadena de delincuentes hace que su precio suba en cantidades bárbaras. Y por eso es la escasez y los altos precios.

También está el cuento de las divisas, si bien es cierto que hay pocas, también es cierto su mal uso o desviación que hace el empresario privado de las mismas. Las adquiere con un fin y termina dándole otro. Sus ganancias en divisas (que si las tienen muchos) no las repatrían para que abunden en Venezuela, sino que las guardan en bancos extranjeros para que les vuelvan a otorgar o vender. La desviación de divisas es delito y parece que es una actividad muy lucrativa para dejar de cometerla con prejuicio de nuestro propio país.

En la misma onda delictiva leamos otro detalle: los raspa cupos, eso es delito y un ejército de venezolanos los cometía con la justificación de la crisis. Las remesas en dólares para Colombia que con la mejor intención el comandante las diseño, pero otro ejercito de ladrones, sino el mismo de raspa cupos, también robo bastante. El bachaqueo es otro contingente que roba, extorsiona, amedrenta, acapara bienes de consumo, asesina dentro de los barrios a sus vecinos, en frente de los supermercados crean caos para saquear lentes o televisores porque tienen hambre, esperan camiones cargados con mercancía, (quienes los informan de las bitácoras de distribución también cometen delito) para saquearlos e incendiarlos. Los comercios que condicionan las ventas de productos cometen delitos (sus dueños). El conductor y colector de buses y carritos por puesto cuando roba cobrando más del pasaje justo, también roba. Cabe mencionar también el hampa común que está desbordada en cuanto al robo, asesinato, extorsión, secuestro, estafas, robos electrónicos, personal bancario implicado en estafas y fraudes con dinero ajeno.

Total que nuestra crisis económica, que según tiene adornos de humanitaria en todo sentido, es como una comparsa carnavalesca donde desfila la inmoralidad, el latrocinio, el terrorismo, la anarquía. Todos los actores con sus disfraces: de médicos, de abogados, de obreros, de curas, de políticos, de viejitos, de negritas, de minusválidos, de empresarios, de mujeres, de niños, de periodistas, de conductores de programas de radio y tv, de publicistas, de choferes, de pobres, de ricos, de feos, de despeinados, de misses, de artistas, de burgueses, de proletariado, de comunistas, de capitalistas, de generales, de soldados, de milicianos, de cerveceros, de comerciantes, de industriales, de nacionales, de extranjeros, de mucamas, de pasajeros, de viajeros, y muchos más. Lo verdaderamente impactante de esta situación es que la reina del desfile es LA DELINCUENCIA.



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Pedro Barrera


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