Pareciera que resulta fácil rendir homenaje a los muertos. Sin ir muy lejos, en el 23 de Enero hay una merecida plaza al máximo líder de las FARC, Manuel Marulanda. Hacemos actos en homenaje a los caídos en Cantaura, en Yumare, en El Amparo; pintas y murales en homenaje al recientemente asesinado Comandante Raúl Reyes y ahora a Cano.
Eso está muy bien, pero nos preguntamos, ¿qué pasa con ,los que tenemos acá, cerquita, vivos aunque enfermos, como el Compañero JULIAN CONRADO?
¿Qué pasa con el movimiento popular que no dice ni pío a pesar de que todos estamos de acuerdo en que el socialismo se construye, sobre todo, con principios, que la ética está por encima de compromisos económicos, por encima de Misiones, por encima incluso de la vida?
¿Qué pasa en los medios del Estado que han hecho mutis frente a un caso flagrante de violación, no sólo de los más elementales derechos humanos, sino de los más nobles principios del nuevo modelo que estamos construyendo? El histórico PCV en algún momento se pronunció, pero inexplicablemente calló. José Vicente Rangel, reconocido defensor de los derechos humanos en la IV República, en algún momento hizo oír su voz, pero también calló. Pareciera que los deudos de JULIAN, los que creemos en él, en su canción necesaria, en su derecho a vivir libre y en un país que respete sus derechos, somos pocos, entre ellos la Coordinadora Que no calle el Cantor.
Basta de tanto silencio. El silencio condena a JULIAN CONRADO casi tanto como las mal llamadas políticas de Estado que algunos defienden cuando se entrega a las manos asesinas del gobierno colombiano a algún combatiente guerrillero (Becerra, por ejemplo).
Con las mismas armas legales con que el Estado Venezolano (y el colombiano) quieren condenar a JULIAN a una muerte segura (cadena perpetua o extradición a los EEUU), levantemos nosotr@s la voz: la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su artículo 69, garantiza el derecho de Asilo y de Refugio; las leyes venezolanas garantizan el derecho al debido proceso (el cual por cierto ha sido lo más indebido posible en el caso del compañero Julián Conrado). Pero sobre todo, combatientes, camaradas por la vida, está nuestra irrenunciable voluntad de construir una Patria soberana, solidaria, humana.
Juan Manuel Santos viene a Venezuela. No olvidemos que es el mismo musiú con olor a azufre, con las bases militares gringas regadas por el territorio colombiano; con miles de asesinados, desaparecidos y presos políticos en las cárceles colombianas.
Todavía estamos a tiempo de decirle al Presidente Chávez que se equivoca si entrega revolucionarios a este asesino en nombre de una supuesta paz en la región. La paz en la región no se construye, comandante, entregando revolucionarios. La paz la construirán los pueblos de Colombia y Venezuela cuando cesen las injusticias; cuando las BACRIM (Bandas Criminales) no sean más que una pesadilla.
AMANDO VENCEREMOS. LIBERTAD Y ASILO PARA JULIAN CONRADO
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