La situación económica de Venezuela está cada día peor y peor, claro está para los millones que a duras penas podemos comer gracias a los miserables sueldos y al elevadísimo costo de diversos productos. Alentados por la brutal liberación de precios y la megadevaluación, numerosos comerciantes hacen su agosto hasta en los lugares más recónditos del país, sin sentir compasión alguna ni por quienes con el hambre reflejada en sus rostros, piden algo de comida para siquiera engañar por un tiempito al estómago. Millones de pobres en Venezuela estamos desesperados, demasiado angustiados tratando de sobrevivir mientras los dirigentes "revolucionarios" y "opositores", como cómplices y socios en la repartición de cuotas de poder político y económico, minimizan con su "trabajo político", con sus declaraciones y con su proceder la magnitud de la tragedia socioeconómica que padecemos, y para colmo se dan una gran vida, comiendo lo que les da la gana, viajando cada vez que quieren al exterior, disfrutando sin restricciones de sus cuentas bancarias multimillonarias en varias partes del mundo, y pare de contar, y lo peor es que en buena medida lo hacen con fondos públicos.
Y entonces, ¿qué haremos los desesperados por la dura situación económica en Venezuela?, ¿quedarnos de brazos cruzados mientras morimos de hambre debido a la brutal carestía?. Se acercan unas nuevas elecciones presidenciales, y muchos tienen la esperanza de que dependiendo de los resultados la situación mejorará, y que la inflación bajará drásticamente y seremos felices y bla bla bla. Otros esperan la intervención de fuerzas militares internas y/o externas, otros creen que mediante un paro cívico cambiará el panorama, y algunos aún tienen fe en las famosas guarimbas, cuyo resultado para la sociedad en general, fue de más pena y sufrimiento que gloria. Y los más ingenuos, por no decirles otra cosa, esperan la intervención divina.
Lo cierto del caso es que algo tenemos que hacer los hambrientos en Venezuela, sin esperar la llegada de otra especie de Mesías o Bolívar al poder nacional, o a que Dios y los santos nos ayuden a salir de todo esto, o a que lleguen los héroes "liberadores" de las potencias mundiales. Tenemos que entender, en primer lugar, que tanto la élite política oficialista y "opositora", como el gran capital local y foráneo, son los responsables de la debacle económica que azota el bolsillo de los pobres, y en segundo lugar, que ninguna fuerza armada nos ayudará, pues la naturaleza histórica de los ejércitos y otros cuerpos armados es de defender a los poderosos, y los Golpes de Estado sirven, a lo sumo, para hacer ciertos reacomodos políticos y económicos, cambios de forma en otras palabras. Entonces, ¿cómo pedir ayuda a los propios verdugos de las masas?, ¿cómo pedir auxilio a quienes de una u otra manera defienden, apoyan y/o se benefician con el Statu Quo económico-político-opresor? No queda de otra que protestar por diferentes vías, tomando las calles de Venezuela, castigando como se pueda a los ladrones disfrazados de comerciantes y manifestarse enérgicamente frente a las sedes de alcaldías, gobernaciones y otros entes del Poder Público en los diferentes niveles. ¡Y cuidado si no se llega a reeditar El Caracazo, o algo así, pues en verdad estamos bien mal¡