La Organización Popular V.s El Mercado

Recordando remotos tiempos pasados en aulas, me viene a la mente una definición recibida en una clase de teoría de Probabilidades y Estadística, de los “eventos mutuamente excluyentes”: sucesos cuya ocurrencia no puede ser simultánea. Si uno ocurre, el otro no. Si es de día, no es de noche. No puede ser día y noche a la vez. La ocurrencia instantánea de uno, es diametralmente opuesta a la posibilidad de ocurrencia del otro.

Llevando este concepto al campo del pensamiento político, se puede comprobar la certeza de esta definición con múltiples ejemplos. No puede coexistir en un mismo modelo de sistema político, económico y social, dos centros fundamentales opuestos.

No puede ser el centro de un sistema político, económico y social el hombre, a la vez que el capital. Son eventos mutuamente excluyentes. Como el norte y sur magnéticos, polos opuestos, núcleos irreconciliables, rumbos antagónicos. Eso son el Socialismo y el capitalismo. Lo que para uno es inversión social, para el otro es gasto social, inversión-gasto, para seguir con la contraposición absoluta y exclusiva de eventos…

Si compartimos la idea de poner como centro de un nuevo modelo político, económico y social al hombre, es decir, avanzar hacia un socialismo acorde con los nuevos tiempos, debemos inventar lo que vamos a anteponer a la esencia fundamental del capitalismo que es el capital y su instrumento por excelencia, el mercado.

Pensamos en beneficiar a un pueblo por siglos excluido, a través de una significativa “inversión social” pero, dentro de la misma estructura capitalista, sus mismos métodos y procedimiento y, hasta lo pretendemos medir con sus mismos medios y maneras.

Traemos la comida para el pueblo pero lo sometemos a un embarazoso proceso de adquisición de los mismos: colas en MERCAL, PDVAL y BICENTENARIO, el peor de los tratos por un personal totalmente ignorante de lo que es la empatía, horas y horas de hermoso tiempo perdido. He llegado a escuchar la triste conclusión de algunos del soberano que sentencian: “Soy capaz de pagar el doble del precio, a cambio de no pasar tanto trabajo para comprar barato”… “La bombona de gas de 20 Bs. la pago a 100 Bs. con mucho gusto, pero si me la llevan a la casa”

Es difícil razonar sobre esto y no plegarse a la conclusión. El precio que le exoneramos de pagar en metálico, se lo multiplicamos en incomodidad, cansancio, desgaste y desesperanza. Un craso error que cometemos, a mi manera de ver, transitando nuestro camino hacia el socialismo.

El pueblo tiene que ir a Mercal-Pdval-Bicentenario a “pasar trabajo” adquiriendo los productos de primera necesidad por la deficiencia en el funcionamiento de esas estructuras creadas o reestructuradas en revolución. Concebidas con la mejor intención humanista del Comandante, pero corrompidas por los malos vicios rápidamente aprendidos de los “quinta columna” enquistados en esas estructuras. La corrupción ha permeado esas nobles creaciones del Comandante, por la falta de una gerencia revolucionaria audaz, comprometida a ultranza con los objetivos que dieron origen a su creación. No hay planificación logística, coordinación de los distintos entes o niveles, seguimiento con la supervisión constante, retroalimentación aguas arriba para corregir fallas y defectos fortaleciendo las debilidades.

Es decir, o no hay una verdadera gerencia revolucionaria o, si la hay, entonces la ineptitud domina a quienes deben implementarla. En todo caso, campea la indiferencia si se cumple o no el objetivo de satisfacer una necesidad básica del pueblo, su alimentación.

¿Qué pasaría si, en vez del pueblo ir a un mercado “creado en revolución”, el alimento de primera necesidad llegara a la puerta de su casa, al mismo precio regulado por el estado?

¿No sería este un acto revolucionario? Por lo menos sería un punto de referencia planetario, sobre la satisfacción de una necesidad fundamental de un pueblo.

Y, ¿Es esto imposible? Yo creo que no. Yo lo veo como un sueño perfectamente posible de ser hecho realidad, claro, pensando o soñando despierto como el Comandante lo hacía. Así él concibió TeleSur, Unasur, entrar en Mercosur, el Banco del Sur, Alba, Petrocaribe, etc.

Por supuesto, esto nos exige un máximo de organización popular, de coordinación, de comunicación, de planificación y, sobre todo, de disposición en grado sumo. De compromiso y empeño en empujar la carreta en la misma dirección que todos: hacia el socialismo bolivariano y chavista.

Por si fuera poco, más allá de saciar el hambre del pueblo llevando el alimento a la puerta de su casa, le estamos llevando tranquilidad y seguridad a través de esa comodidad. De paso, le estaríamos quebrando el espinazo a los especuladores, acaparadores y con ello neutralizando cualquier tipo de guerra económica contra el pueblo.

Si somos “Hijos de Chávez” y juramos defender su legado hasta con nuestra propia vida, ¿por qué no tratamos de ser como él haciendo cosas que él hacía?.

Para luego es tarde Camaradas, el “disposicionero” que reposa en el cuartel de la Montaña, espera que reaccionemos y lo emulemos.

Tenemos con qué…



eliezer.corona@gmail.com



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