Evaluar las relaciones con Colombia

Es posible que alguien vaya a tildar las consideraciones que siguen como demasiado extremistas, o xenófobas, o qué sé yo, pero, considerando que andan en mi cabeza desde hace como cuarenta años, decidí escribirlas, por las declaraciones que emitió el presidente Maduro acerca de la campaña de desprestigio de la prensa colombiana en contra de Venezuela, y me encantaría que generara una discusión seria sobre el tema.

Considerando que en junio del 2013, el presidente Maduro pidió al Consejo de Estado evaluar las relaciones con Colombia “para establecer nuevos parámetros para una relación con el gobierno de Santos, donde prevalezca el respeto mutuo, el diálogo franco y se garantice la paz y estabilidad de ambas naciones.”1 y que en los últimos tiempos muy a menudo sale el tema de las relaciones con Colombia, decidí publicarlo, poniéndole como título precisamente las palabras del presidente Maduro.

Recuerdo siempre la frase de una amiga de hace cuarenta años, cuando yo era profesor en la Universidad Simón Bolívar, hablando de los colombianos, la cual decía que el colombiano si la torta no la pone antes, la pone después.

Y, a lo largo de ese casi medio siglo que vivo en Venezuela, he oído, leído, conversado muchas veces consideraciones semejantes.

Nunca entendí esa frase (que ya pronunciaba Simón Bolívar…) que somos un solo país, una sola nación con dos Repúblicas, y que el mismo presidente Chávez repitió varias veces. A raíz de mi experiencia personal, yo creo que el venezolano y el colombiano son dos personas completamente diferentes.

Podría decir un millón de ejemplos, pero, por razones de espacio, expongo solamente algunos.

Cuando el narcotraficante No 82, Álvaro Uribe Vélez, era presidente de Colombia, recuerdo una encuesta del 2008 decía que el 80 por ciento apoyaba su gestión. Y uno se pregunta: ¿es posible que el 80 por ciento de los colombianos no sabe que él es quién creó los grupos paramilitares (y, por lo tanto, el responsable de miles y miles de asesinados)? ¿Es posible que el 80 por ciento de los colombianos no sabe que Uribe es un narcotraficante? ¿Los ministros que él nombró en su Gobierno no sabían quién era el tipo? ¿Y cómo una persona honesta puede aceptar ser ministro de un delincuente? La única posibilidad es que en ese país no existe el concepto de “honestidad”, y de repente la ausencia de ese concepto es la razón por la cual si no la pone antes, la pone después.

Y, hablando de narcotráfico, la gran mayoría de los hechos criminales en Venezuela tienen que ver, de alguna u otra forma, con el narcotráfico, porque uno de nuestros mayores problemas es estar entre el mayor productor de droga, Colombia, y el mayor consumidor, Estados Unidos. Y es bien sabido, por ejemplo, que la gran mayoría de los homicidios son ajustes de cuentas entre bandas rivales.

Recuerdo otra conversación, con otro colombiano, ex guerrillero, hace unos dos o tres años, el cual me comentaba que la gran mayoría de los guerrilleros y de los paramilitares están allí porque eran muy pobres, no tenían nada que comer, y entonces se alistaron en esas “fuerzas armadas” solamente para resolver sus problemas de pobreza. Es decir, la guerrilla nació por luchar contra un estado opresor y burgués, pero realmente se convirtió en un medio de subsistencia.

Además, uno también tiene el derecho de preguntarse qué hay en la cabeza de los presidentes de un país los cuales permiten que los gringos tengan en su país varias bases militares? No conozco la historia de esas bases; sería interesante una investigación al respecto.

¿Y como puede un país serio y honesto permitir que en una de esas bases militares puedan estacionar aviones comprados por gente de la oposición de un país “hermano”?

Otro detalle. La pérdida de votos en las elecciones del 14 de abril del 2014. Hablando con una señora que vive en un barrio de Petare me dijo que en su barrio, donde antes casi todos votaban por Chávez, el 14 de abril muchos de los que votaron en contra fueron colombianos, los cuales se habían molestado por el aumento del cambio del dólar, porque envían remesas a sus familiares en Colombia y este cambio le hizo subir el costo de las remesas.

Y, hablando de remesas familiares, parece que la gran mayoría iban a Colombia en dólares, y se vendían en el mercado negro en la frontera. Tanto es así, que el año pasado se decidió que las remesas a Colombia no son en dólares, sino en pesos (y las colas a las agencias donde se hacen las remesas desaparecieron…)

También se sabe que en el último censo en varios barrios no dejaron entrar a los censistas porque están llenos de colombianos ilegales.

Y dónde está viviendo tranquilito Pedrito El Breve? En Colombia, huésped de ese Juan Manuel que de santo no tiene un pelo. Siempre debemos recordar que, cuando era Ministro de Defensa del narcotraficante No 82, era quien comandaba los operativos de exterminio contra guerrilleros y campesinos colombianos. Y fue él mismo quien dio la orden para invadir Ecuador y bombardear impunemente el territorio ecuatoriano en Sucumbíos.

Algo que he dicho muchas veces es que la única cosa que no me gusta de Venezuela es el volumen de la música, porque lo obvio es que más allá de cierto volumen, la música, aun la más sabrosa, se convierte en ruido. Bien, cuando yo llegué a Venezuela, en el 1968, no se oía música a tan alto volumen, hoy en día es normal. Investigando, preguntando a varias personas, me parece llegar a la conclusión de que quien trajo el alto volumen de la música a Venezuela fueron precisamente los colombianos, y los dominicanos, por allí en los años 70, cuando empezó la gran emigración hacia Venezuela.

Recuerdo cuando, hace unos dos o tres años, estando en casa de un amigo en Río Caribe, del piso de abajo llega una música de volumen tan alto que no nos permitía conversar. Pregunto qué pasa, y me contestan: “Giu’, con la droga llegó el vallenato”.

Y también, en mis investigaciones, preguntando a muchos venezolanos, parece que la misma delincuencia llegó en los años 70 con los colombianos.

Cuento algo bien interesante, con respecto a la delincuencia: yo llegué a Venezuela en el 1968, profesor de matemática en la Universidad de Oriente. Tuve la gran suerte de conseguir una casita a orilla del mar (y me pasaba todos los días una hora en la playa…). Mis compañeros de la UDO venían siempre a mi casa para ir a la playa. Y yo tenía la llave de la puerta puesta afuera, en la cerradura, para que ellos no tuvieran la molestia de tocar el timbre. Ellos legaban, entraban en la casa y me decían “Giu’ estoy aquí.” Nunca, a nadie, se le ocurrió decirme que eso era peligroso. ¿Nos imaginamos si hoy alguien dejara la llave fuera de la puerta de la casa? Y bien, como decía, preguntando por aquí y por allí, parece que también la delincuencia llegó con los colombianos en los años 70.

De hecho, recuerdo cuando en esos años hablaba con un amigo colombiano, también profesor en la USB, que me decía que cuando él era pequeño, si al salir de la casa un momento para buscar algo se dejaba la puerta abierta, algún vecino se metía en la casa y robaba algo.

¿En cuáles países mataron a un líder de izquierda? En pocos, entre los cuales Colombia, donde mataron hombre de un valor indiscutible como Jorge Eliécer Gaitán.

Otro dato. Le pregunto a un amigo mío colombiano, hace algunos meses, “qué opinas tú, ¿cuántos de los colombianos en Venezuela son deshonestos?” y me contesta “yo creo un 70%”. Pongo una nota para quienes puedan opinar que esta es una afirmación intolerable: él es colombiano, conoce sus paisanos, y dice “creo”, no dice “son”; es decir es una opinión.

Lo que estamos viviendo con el contrabando hacia Colombia de bienes de primera necesidad, con los bachaqueros, etc. etc. etc. ¿cuántos de los contrabandistas son colombianos y cuántos son venezolanos? Sería interesante tener números.

Ahora con el avión que iba a bombardear Miraflores que iba a venir desde Colombia, Santos que no extradita el asesino de Robert Serra y pide la liberación de Leopoldo López, la caricatura sobre el escudo de Venezuela publicada por la revista Semana, el senado que pide convocar la OEA por la detención de Ledezma y miles de hechos más, pregunto: ¿por qué no ponemos condiciones clara para seguir teniendo relaciones con Colombia? ¿Tiene sentido tener relaciones con un país cuyo presidente no extradita un asesino y pide la liberación de un criminal? No somos un solo país, somos dos países completamente diferentes.

1 http://dariocabrera.over-blog.es/article-la-deshonestidad-como-problema-cultural-49956843.html

 

giulio.santosuosso@gmail.com

 



Esta nota ha sido leída aproximadamente 5493 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter




Notas relacionadas