Aunque ya no es noticia la creación de un Ministerio destinado al seguimiento de la gestión gubernamental, juzgamos conveniente expresar algunas ideas, con la suposición de que ?algo queda?, como dijera Kotepa Delgado. Y comenzaremos con esta anécdota: un labrador reclamó a su padre porque no cambiaba la yunta de bueyes, ya viejos, desdentados, débiles y enclenques, y con los cuales no se podía ?hacer faena?. A lo que el padre respondió: ?son los únicos que tenemos; somos pobres y carecemos de dinero. Debemos contentarnos con lo que tenemos. Con estos bueyes hay que arar?No nos queda otra??

Tal pareciera decir todo aquél que  se ha sentado en la silla presidencial, pero que termina agobiado por la impotencia, debido a la falta de un equipo de funcionarios moral y técnicamente eficiente, a través del cual pueda realizar confiadamente  sus proyectos. Un equipo que le garantice que no estará ?arando en el mar?, y que no será testigo de su propia destrucción, de la destrucción de sus ideales, de sus aspiraciones, y del país, por obra de funcionarios inconscientes,  que se juzgan predestinados para aprovechar los recursos en su propio beneficio, perpetrando, en forma continuada, el delito moral de traición a la patria.  Y con el agravante de que se escudan tras palabras sonoras y frases rimbombantes, para hacer de las suyas, como si los cargos públicos existiesen para enriquecerse y no para servir a la colectividad. 

Es que la posesión de conocimientos técnicos no es suficiente, por sí sola, para ingresar  a la carrera de funcionario. Ni siquiera a través de concurso público, aunque se le revista con  ?los principios de honestidad, idoneidad y eficiencia? y aunque se le rodee con la presunta aplicación de métodos científicos. Porque sobre los méritos culturales y profesionales, deben prevalecer los méritos morales, que den a conocer, en la medida de lo posible, un indicio del futuro comportamiento del aspirante. Si no se asume el perfil moral  como criterio de calificación, se corre el peligro ?como dijera Aristóteles- de que ?su tontería les lleve al error y su poca honradez al crimen?. De donde resulta indispensable, como paso previo a las pruebas de evaluación de conocimientos y aptitudes, someter a los aspirantes a diversos test de Ética,   con el fin de  detectar el infantilismo moral de quienes no actúan por conciencia sino por temor al castigo, porque no tienen un concepto claro de lo que constituye la responsabilidad moral y sus fundamentos.

Sí. Consideramos plausible la existencia del Ministerio para el Seguimiento de la Gestión Gubernamental porque, en la medida de su propia eficiencia, podrá contribuir al saneamiento de la administración pública, como punta de lanza del Poder Moral Bolivariano. Y porque contribuirá a ?limpiar la casa? de indeseables; a impedir el ?desagüe? de los recursos y a una aplicación sana y eficiente de los presupuestos.  Por ello, no debe ser ?un Ministerio más?: debe ser, en plenitud real, ?un Ministerio con eficiencia para la eficiencia?. Un Ministerio ejemplar y ejemplarizante cuyos integrantes se dediquen a realizar  el seguimiento a profundidad, demostrando objetividad, probidad, esmero, dedicación, sincero desprendimiento, espíritu de servicio, diligencia, proactividad, entusiasmo, sentido de Patria, espíritu de pueblo, plena vocación de servicio,  carácter, firmeza y solidez de principios.  Sólo así estarán en condiciones de supervisar, de exigir cuentas claras y de hacer cumplir las leyes, con la autoridad moral que sólo el ejemplo y la propia convicción de vida pueden otorgar, y con la seguridad de que  estarán realizando una labor de patria, con espíritu de apostolado y con el debido entusiasmo. Si no rigen estos principios y  motivaciones, todo será un fracaso.

Los integrantes del Ministerio para la Eficiencia Gubernamental, deberán ser ?ojos y oídos? de su propia conciencia y del pueblo, cuyos recursos y futuro merecen el máximo respeto. En síntesis, que el nuevo Ministerio no sea un Ministerio para la complicidad, pues, de serlo, realizaría un lamentable papel en contra de su razón de ser.

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