La casa de subastas Christie's espera recibir por ellas entre 600 y 800 mil dólares

(Fotos) Pistolas de Simón Bolívar serán subastadas en Nueva York

Nota de Aporrea: El Estado tiene la obligación de comprar estas armas y traerlas a su verdadero dueño, el pueblo venezolano.
Foto: Cortesia de Christie`s
Noviembre 13 de 2004.- Además de sus triunfos en la política y en el campo de batalla, George Washington, Napoleón Bonaparte y Simón Bolívar tenían otra cosa en común: armas firmadas por Nicolas-Nöel Boutet, uno de los armeros más importantes de la historia y el oficial del emperador francés.

Uno de los objetos que estos tres héroes tuvieron en común fue una caja de madera, cada una singular e irrepetible, con un par de pistolas de duelo en su interior. Boutet no fabricó muchas de estas en su vida, y se habla de apenas dos que pertenecieron al Libertador.
Y una de ellas es considerada la pieza más costosa de la subasta de arte latinoamericano que realizará Christie's el miércoles y jueves próximos: se estima que será vendida entre 600 y 800 mil dólares. Casi 2 mil millones de pesos.

Según Ignacio Briceño, experto en armamento antiguo y asesor en el tema para el Museo Nacional, "la firma de Boutet en el costado de estas pistolas equivale al logo de Antonio Stradivarius en un violín".

Esto quiere decir que las armas por sí solas tendrían un elevado valor. Pero es la inscripción en plata asegurada a la caja que las contiene lo que las hace acercarse al millón de dólares: "Manuela Sáenz saluda al Señor Ricardo Stonhewer Illingworth, y le ofrece esta caja de pistolas por haver sido esta del uso del Libertador. Bogotá / Junio 1 de 1830".

Foto: Cortesia Christie`s
En la fecha de la inscripción, Bolívar se encontraba en camino a Santa Marta. Murió en diciembre de ese año, sin haber vuelto a encontrarse con Manuela.

A través del Atlántico

Las pistolas llegaron a manos de Bolívar durante su estadía en París entre 1804 y 1806, cuando su admiración por Napoleón lo hizo visitar la capital francesa para la coronación del Emperador. Durante esa época, el Libertador frecuentó a Fanny du Villars, casada con un hombre mayor quien viajaba mucho. Bolívar, viudo, tenía el apellido Villars en su sangre y se consideraron familiares. Y la 'bonita amistad' entre los dos 'primos' fue la que generó la posesión de las pistolas: No es claro si ella se las regaló, o si él las adquirió para batirse a duelo con otro pretendiente de Fanny.

Bolívar viajó con la caja a América y, como muestra de su aprecio por Ricardo Illingworth, miembro del círculo íntimo del general y donante de recursos tanto a las campañas militares como al propio bolsillo del Libertador, se las obsequió. El hecho de que fuera la propia Manuela quien presentara las pistolas y que la placa con la inscripción tenga un par de corazones grabados da cuenta de la cercana relación entre ellos tres.

Perdidas en el tiempo

Por la fecha de fabricación y la del regalo al inglés Illingworth, se deduce que Bolívar conservó las pistolas durante los años de las campañas libertadoras. Así que fueron testigos silenciosos de la independencia. Sin embargo, es improbable que las haya usado en alguna guerra ya que, como explicó Ignacio Briceño, las armas de duelo eran muy elegantes pero tenían poca precisión al momento de disparar.

Desde que la caja fue ofrecida a Illingworth, su paradero no ha sido claro. Christie's no da pistas sobre su tenedor actual, por cláusulas de confidencialidad. Apenas menciona la colección privada de un "Manuel Mujico Gallo", de quien la habría adquirido el presente dueño.

El nombre de quien hubiera podido tener contacto con las armas parece ser Miguel Mujica Gallo, un empresario peruano que además fundó, de su colección privada, el Museo de Oro del Perú y Armas del Mundo, en Lima.

Mujica murió en agosto del 2001 a los 91 años y sus hijos se encargaron del museo. "Si mi memoria no me es infiel -dice Pedro Mujica, hijo de Miguel- esas pistolas estuvieron en el museo unos cinco años antes de su muerte, como por 8 meses. Fueron intercambiadas por unas armaduras japonesas pero algo pasó, las armas se devolvieron y las armaduras regresaron y aún las tenemos aquí".

"Aunque mi padre no hablaba mucho de sus transacciones -agrega Pedro-, recuerdo que decía que era alguien de Arabia Saudita que venía de Estados Unidos. Pero nunca supe por qué las tenía".

Christie's se limita a decir que pertenecen "a un coleccionista americano". Pedro Mujica asegura que cuando lo llamaron de Christie's a preguntarle por la caja, mencionó al saudí, que sería intermediario entre Mujica y el dueño actual. Sin embargo, la página de Christie's no lo menciona.

Otros tesoros bolivarianos

Además de esta pareja de pistolas, la investigación de Christie's menciona otra caja parecida, fabricada casi 20 años después, y que Bolívar también regaló en los últimos años de su vida, había llegado a él como regalo del marqués de Lafayette, el mismo que regaló otro par a George Washington que fue subastado en el 2002 por casi dos millones de dólares.

Esa segunda caja fue regalada por Bolívar a José Ignacio París, otro miembro de su círculo cercano. Su hijo, Enrique París, las vendió en 1851 a Enrique Grice y eventualmente llegaron a la colección del británico William Goodwin Renwick. En marzo de 1973 fueron vendidas por Sotheby's como parte de esa colección y ahora pertenecen a otro coleccionista privado.

Otra pistola del libertador hace parte de la colección de la Quinta de Bolívar, en Bogotá, y es la única pieza de este tipo documentada como perteneciente a una colección de museo. Está actualmente en reserva en el Museo Nacional de Colombia. 

En el testamento del Libertador aparecen dos pistolas, de diferente par, que le correspondieron a Valentín Villars, probablemente familiar suyo y de su prima Fanny du Villars. El paradero de estas armas es desconocido.

Y otro par famoso habría llegado a Bolívar como regalo de José de San Martín: "Con el comandante Delgado dador de esta (carta), remito a Ud. una escopeta, un par de pistolas y el caballo de paso que ofrecí a Ud. en Guayaquil; admita Ud., general, esta memoria del primero de sus admiradores", dice supuestamente San Martín en esa misiva, firmada el 22 de agosto de 1822. Sin embargo, la autenticidad del texto no está comprobada.


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