En el primer semestre de 2013 se han realizado 579 intervenciones

El Cardiológico Infantil logra a diario el milagro de mantener el latido de miles de corazones

Con el Cardiológico Infantil, creación del comandante Hugo Chávez, hubo un salto cualitativo y cuantitativo en la atención de cardiopatías

Con el Cardiológico Infantil, creación del comandante Hugo Chávez, hubo un salto cualitativo y cuantitativo en la atención de cardiopatías

Credito: Correo del Orinoco

En el cardiológico cuentan con una residencia hospitalaria para familiares, pacientes y estudiantes

En el cardiológico cuentan con una residencia hospitalaria para familiares, pacientes y estudiantes

Credito: Correo del Orinoco

Silena Ybarra, directora del Cardiológico Infantil

Silena Ybarra, directora del Cardiológico Infantil

Credito: Correo del Orinoco

El próximo 20 de agosto la institución celebrará sus primeros siete años de brega. Creada por el comandante Chávez para garantizar la atención oportuna a las niñas y los niños con cardiopatías congénitas, es un ejemplo de excelencia para el país y el continente

Agosto 18 de 2013.-Isaías visita a Camila en su habitación y entre ellos hay un diálogo de gestos que a lo mejor los adultos no comprenden, pero basta verlos para entender que se entienden. Ambos son pacientes del Hospital Cardiológico Infantil Latinoamericano Gilberto Rodríguez Ochoa (HCIL), y ambos esperan que los den de alta luego de haber sido intervenidos de un problema en el corazón. Él tiene tres años y medio; ella, siete años. Él es de Carabobo; ella, de Bolívar (Puerto Ordaz). Sus mamás no les pierden pie ni pisada: se ríen con ellos, los abrazan.

A Isaías lo llevaron a quirófano el 26 de julio para corregir lo que su madre, Lauris López, simplifica con esta frase: “una obstrucción de salida”. No es la primera vez que ingresa. “Me hicieron un eco cuando estaba embarazada”, refiere López, por lo que ya sabía que el bebé nacería con una cardiopatía congénita. Ella es operada del corazón y con Isaías quiso, según sus propias palabras, “estar prevenida”.


Soraima Petit, la mamá de Camila, sabe tanto que parece una cardióloga del hospital. El miércoles la niña cumplió nueve días de operada de una estenosis (estrechez) en la aorta, y no parece que haya sido intervenida del corazón, que haya estado más de cuatro horas en pabellón y que los médicos calificaran de crítico su estado al salir del quirófano (debido a la pérdida de sangre). “Los niños son muy nobles; se recuperan casi de inmediato”, dice la directora de la institución, Silena Ybarra, quien acompaña el recorrido del Correo del Orinoco.

Camila ingresó al hospital el 15 de julio. Es su cuarta operación. La chiquita tiene un marcapasos al que le hicieron mantenimiento, por lo que puede estar tranquila -al menos, en lo que respecta al aparato- por los próximos cinco años. El día de la entrevista periodística -miércoles 14 de agosto- le entregarían el informe médico que establecería si debe retornar al quirófano una quinta vez. Para Petit basta una sola palabra si se trata de describir el hospital: “Buenísimo”. ¿Hay algo que mejorar del centro asistencial? “Hasta ahora, nada. Medicamentos, bien; alimentación, bien. La verdad es que no tenemos ninguna queja”. Y bromea: “Es el único sitio del que uno dice que está todo perfecto pero no quiere volver”, porque ese “no volver” implica la curación de Camila. La intervención estuvo a cargo de uno de los afamados cirujanos cardiovasculares del Cardiológico: Igor Donis.

Hay un antes y un después muy claro en cuanto a las cardiopatías congénitas en Venezuela, recalca Ybarra. “En 1998, con ocho hospitales funcionando, se intervino a 141 niños”, acota. Con el Cardiológico, creación del comandante Hugo Chávez, hubo un salto cualitativo y cuantitativo. “Tenemos tres cirujanos y ocho cardiólogos, y esto ha cambiado” hasta el punto de que solo en el primer semestre de 2013 se han realizado 579 intervenciones.

DESDE EL COMIENZO
Silena Ybarra tiene en el Cardiológico el mismo tiempo de batalla que festeja la institución: siete años. En otras palabras, está cocinada en el horno que gestó este centro modelo. Había terminado sus posgrados en medicina crítica y en gerencia pública, y fue al Ministerio del Poder Popular para la Salud a fin de validar el título, donde se encontró con Isabel Iturria, su profesora de cardiología (hoy ministra del sector y el corazón fundador del HCIL). Iturria le preguntó si quería incorporarse al despacho de Salud, y aceptó. Después, “la doctora me dijo que me encargaría del proyecto del Hospital Cardiológico Infantil, y aquí estamos”.

Ybarra -nacida en Maracay y graduada como médica en la Universidad de Carabobo- aprendió sobre tuberías y construcción para hacerle frente a la tarea encomendada. “Fue toda una experiencia” ser la única mujer en las reuniones entre arquitectos e ingenieros, cuenta, entre risas.

En el HCIL “nos aglutinamos como un gran equipo” que lleva adelante “un modelo de gestión totalmente diferente”. En los hospitales tradicionales es piramidal; en el Cardiológico “es totalmente horizontalizado, que va por procesos” en búsqueda de un objetivo, con unos pasos bien definidos. La o el paciente arriba a Caracas referido por un centro regional infantil, los días lunes o miércoles. Tras ser evaluado pasa a la coordinación de intervención quirúrgica (para cirugía, cateterismo o un proceso de electrofisiología), luego a medicina crítica, después a la coordinación de diagnóstico y finalmente al centro cardiovascular infantil. “Trabajamos por procesos para dar la atención que necesitan las niñas y los niños”, destaca.

La médica puntualiza que la escasez que pueda presentarse en algunas instituciones no afecta al Cardiológico, porque allí se trabaja de manera organizada “para hacer las compras de material médico-quirúrgico que necesitamos” con antelación. Sostiene que no se han suspendido procedimientos por falta de medicamentos o de sangre. Parece mentira, pero la falta del fluido vital puede afectar el cronograma de cualquier hospital o clínica. “Los 365 días del año, las 24 horas estamos en capacidad de recibir donantes”, porque “la idea es intervenir sin ninguna limitación”, garantiza.

TODO A CORAZÓN
La situación de Venezuela no es distinta de la del planeta: entre 8 y 10 de cada 1.000 niñas y niños tienen cardiopatía congénita. Es decir, de 550 mil pequeñas y pequeños que nacen al año en Venezuela unos 5.500 presentan algún problema en su corazón. “De esos 5.500, 70% requiere una cirugía, cateterismo o electrofisiología”, estima. El 30% restante no precisa ingresar al quirófano.

De cada 100 personas intervenidas, 95% logran reincorporarse a sus actividades normales. “Esa cifra está dentro de los estándares internacionales y nos da una gran satisfacción”, porque “compararnos, con apenas siete años de inaugurados, con instituciones de alta complejidad, es motivo de orgullo”.

Ángel, el hijo menor de Annedy Tribiño, de 11 años de edad, tiene una válvula mitral que le fue colocada en el Hospital de Niños JM de los Ríos. Está con su mamá y su papá en el área de ingresos del HCIL. “Ahora está presentando una coartación aórtica (estrechamiento de la mayor arteria que sale del corazón), y puede ser que la corrección se la hagan por cateterismo o por cirugía”, relató la madre, procedente del estado Barinas. “Gracias a Dios ahora me lo van a atender por aquí. Yo conocía el Cardiológico desde que lo fundaron, pero como mi niño tenía su historial en el Hospital de Niños, lo siguieron consultando allá. Como se le presentó ese nuevo problema, decidieron pasarlo para acá”.

El paciente más pequeño atendido en el centro estaba prácticamente recién nacido. El de más edad es un adolescente. A propósito de la semana aniversaria que comenzará mañana, se presentarán niños operados en el hospital que hoy son talentos con un corazón a todo tren, como un declamador y un director de orquesta.

En el HCIL se realizan a diario entre tres y cinco intervenciones quirúrgicas y entre cuatro y seis cateterismos (navegar hasta el corazón con una sonda delgada y flexible) diarios; cada semana se concretan dos procedimientos de electrofisiología, calcula Ybarra.

En el primer semestre de 2013 (entre enero y junio) se han realizado 579 intervenciones (285 cirugías cardiovasculares, 245 procedimientos de hemodinamia y 43 por electrofisiología, además de 6 no cardiovasculares), enumera la médica.

También se han efectuado 72.646 consultas especializadas, con 4.107 procedimientos para diagnóstico por imágenes (radiología, tomografía, resonancia magnética), 59.700 pruebas de laboratorio, 92 consultas odontológicas, 404 consultas de rehabilitación y 8.336 consultas de otras áreas. “Tenemos un cumplimiento de 132% de la meta programada”, comenta, con satisfacción.

BANCO Y RESIDENCIA
La residencia hospitalaria fue inaugurada el 20 de agosto de 2007. En lo que va de 2013 se han hospedado en ella 463 personas entre familiares, pacientes y estudiantes. El banco de sangre también muestra sus cifras de solidaridad con orgullo: 1.460 voluntarios en el primer semestre. “La donación voluntaria ha dado un salto cuantitativo en el sistema público nacional de salud”.

El HCIL tiene un banco de tejidos cardiovasculares, proyecto empujado con decisión por la doctora Iturria. En 2013 se han preservado 11 estructuras cardiovasculares y se han implantado cinco homoinjertos (con estructuras procedentes de cadáveres) en niñas y niños. “No se nos ha presentado rechazo, gracias a Dios”, remarca. En caso de ocurrir “tenemos estrategias farmacéuticas” y otras opciones “para contrarrestar”, manifiesta Ybarra.

El hospital evalúa a dos pacientes (una niña y un niño) a fin de que ingresen a la lista de espera para trasplante de corazón. La pequeña, de 12 años, presenta un defecto en la válvula tricúspide (que afecta la circulación dentro del corazón). El pequeño, de 5 años, tiene una miocardiopatía (su corazón no bombea la sangre como es debido) y su única opción es el trasplante. “Debemos operarlos porque se pueden descompensar”, agrega Ybarra. No hay falta de donantes, acota, pero sí es perentorio cumplir con los requisitos del protocolo de trasplante antes de dar el paso.

SEÑALES DE ALARMA
La mamá o el papá de una niña o un niño con cardiopatía congénita deben sospechar que algo anda mal si tiene dificultades para respirar, si el color de su piel es azul, si estaba practicando alguna actividad deportiva y súbitamente se desmaya. Lo usual es que la familia lo lleve a la o el pediatra, y que sea referido al cardiólogo infantil. “Le hacen su electrocardiograma y su ecocardiograma y lo evalúan integralmente, y así determinan si lo pueden manejar clínicamente o si es susceptible de una cirugía. De ser positiva la segunda opción, lo refieren al Hospital Cardiológico Infantil”, puntualiza.

Anteriormente las mamás no podían saber que su bebita o bebito se gestó con alguna cardiopatía. “Ahora la medicina ha avanzado muchísimo y se están diagnosticando más las cardiopatías congénitas”, alabó.

Yelitza Arrieche (43 años) está en el HCIL desde la semana pasada. Es la sexta vez que le toca acudir al centro asistencial, y habla de la afección de su hijo, Gabriel, con la sabiduría de una cardióloga. “El niño tiene un doble tracto de salida de ventrículo derecho (afección en la que la aorta sale desde el ventrículo derecho y no del ventrículo izquierdo)”, puntualiza. “Se lo diagnosticaron al nacer”, y cuando el bebé tenía seis meses lo ingresaron por primera vez, pero por diversas afecciones no pudieron intervenirlo antes.

Gabriel ahora tiene cuatro años y es un diablito que habla, que pregunta “¿qué es eso?” para que le expliquen qué hace una cámara fotográfica. Comparte la habitación con un bebé, y dice que hay que guardar silencio, porque si no el pequeño se despertará. Gabriel juega, hace puñito, cuenta que su papá le responde “auch” cuando le da en la mano. Va al colegio una o dos veces a la semana “donde comparte con todos los niñitos, y alborota mucho”, confía Arrieche.

INVESTIGACIÓN Y SONRISAS
Para la institución la investigación es fundamental. “Estamos haciendo un protocolo para nutrición en pacientes portadores de cardiopatías congénitas”, detalla la médica. También están elaborando el libro sobre persistencia del conducto arterioso y publicaron en la web la guía de anticoagulación, “en un lenguaje muy sencillo para padres, colegas, médicos generales” porque “a veces se presenta la disyuntiva para la familia y para los médicos en las regiones: si un niño está en tratamiento anticoagulación no saben qué comida darle, qué alimentos hacen interferencia”.

El hospital, en suma, “es una gran escuela de formación para pregrado y para posgrado”, con la preparación de especialistas en medicina crítica cardiovascular pediátrica y en cirugía de cardiopatías congénitas, además de los diversos cursos de ampliación que se ofrecen. Son especialidades que solo las estudian quienes tienen vocación y pueden soportar el dolor de ver que a lo mejor el paciente no responde.

“Desde el punto de vista económico las cardiopatías congénitas no son una mercancía, como son vistas otras especialidades”, reflexiona Ybarra. No hace falta decir que se refiere a la cirugía plástica, de alta demanda entre estudiantes de medicina. Pero siempre hay médicos como Donis, dispuestos a su mejor empeño para que el corazón de una chiquita como Camila siga latiendo.

T/ Vanessa Davies


 



Esta nota ha sido leída aproximadamente 12811 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Notas relacionadas