Dice el artículo, difundido este 24 de mayo
bajo el titulo de “Speaker Pelosi’s Controversial Marxist Connections”
(en español “Controvertidas conexiones marxistas de la Presidenta de la
Cámara Pelosi” ), con la firma del editor de la AIM, Cliff Kincaid, que
el hecho de que la congresista desempeñe un cargo que automáticamente
la califica para disfrutar de facultades especiales constituye un
peligro para la seguridad de la nación por motivo de sus antecedentes y
relaciones.
Tan grave acusación es fundamentada por Kincaid en
el hecho de que Pelosi, por su cargo, es la segunda en la línea de
sucesión presidencial después del Vicepresidente y existe gran
preocupación acerca de si a ella pueden confiarse secretos de la
seguridad nacional.
Aclara el periodista que su acusación no se
basa solo en el hecho de que ella formulara recientemente acusaciones
infundadas contra la CIA a partir de lo que algunos funcionarios le
confiaron acerca del trato a prisioneros terroristas, sino por su
estrecha relación personal con la congresista pro-Castro Barbara Lee y
con la familia de “progresistas” Hallinan, de San Francisco, varios de
cuyos hijos aparecen registrados en los anales del California State
Senate Fact-Finding Subcommittee on Un-American Activities (Comité del
Senado de California para la investigación de actividades
anti-americanas) porque en cierta ocasión estuvieron sujetos a
indagación por sospechas de que realizaban trabajos de propaganda
pro-soviética.
Sobre la Representante Barbara Lee, el
articulista Cliff Kincaid considera que “es la más abierta apologista
de la Cuba comunista en el Congreso actualmente y encabeza el Caucus
congresional negro, en función de lo cual condujo recientemente una
delegación a Cuba para entrevistarse con los hermanos Castro a fin de
discutir sobre la normalización de relaciones, sin prestar atención a
los disidentes ni a los prisioneros políticos en la isla comunista”.
Dice
que Barbara Lee ha calificado a la Pelosi como “una mujer magnífica y
una de las más grandes representantes de California”, siendo que la
congresista negra inició su carrera en el legislativo californiano como
miembro secreto de los Comités de Relaciones por la Democracia y el
Socialismo creados por el Partido Comunista. También le señala a la
congresista Lee haber colaborado con funcionarios comunistas en Granada
“según documentos capturados luego de la “liberación” de esa
isla-nación por la invasión de los marines norteamericanos.
Peores
acusaciones hace pesar Kincaid sobre Pelosi por su amistad con Vincent
y Vivian Halliman, “una de las más radicales familias izquierdistas de
San Francisco en el curso de 5 décadas”.
Señala que, a la muerte
de Vivian Halliman, Pelosi dijo que ella “fue pionera, mentora y
líder”, significando lo grave que resulta el uso del término “mentora”.
Dice
que Pelosi rindió tributo a Vivian Hallinan insertando en las memorias
congresionales un artículo en el que encomiásticamente señaló que “se
opuso a la política de EEUU en Centroamérica durante el mandato de
Ronald Reagan, hizo amistad con el líder sandinista Daniel Ortega, de
Nicaragua, y se reunió con el dictador cubano Castro”.
En cuanto
a Vincet Hallinan, abogado fallecido en 1992, afirma Kincaid que fue
designado oficialmente por el Partido Comunista de Estados Unidos como
defensor de miembros clandestinos de ese partido y líderes obreros. Le
imputa haber sido candidato a la Presidencia por el Partido
Progresista, haber participado en 1953 en protestas por la ejecución de
los esposos Rosemberg, acusados de espionaje, y haber viajado a la
Unión Soviética en relación con el caso del piloto estadounidense de un
avión U-2 de la CIA, Francis Gary Powers, derribado en 1960 cuando
realizaba espionaje sobre la Unión Soviética.
Lo acusa, además,
de haber sido un “ateo rugiente” que en cierta ocasión acusó a la
Iglesia Católica de fraude, demandándole que probara la existencia del
cielo y el infierno.
Este tipo de acusaciones por delitos de
“amistades peligrosas”, aplicado a una personalidad ubicada en tan alto
nivel de dirección del gobierno como la congresista Nancy Pelosi,
permite una idea acerca de la manera como actúa hoy en Estados Unidos
el entramado “ético-jurídico” montado por los neoconservadores en los
momentos culminantes de su ejercicio del poder, con control sobre la
Casa Blanca y el Capitolio. Los efectos de las llamadas Leyes
Patrióticas sembradas con la proclamación de la supuesta Guerra contra
el Terrorismo, dotan a los ultraconservadores de elementos subjetivos
de presión que quedan impregnadas en forma de prejuicios por la acción
de los medios corporativos más allá de su vigencia oficial.