¿Seré yo maestro?

El pasado sábado, Chávez se encontraba reunido con sus candidatos a diputados, alcaldes y gobernadores en el Zulia, en donde dictó algunos lineamientos de lo que viene luego del 23 de noviembre.

Con mucha claridad, el presidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), aclaró a los presentes que el camino que se debe transitar en lo sucesivo es el del socialismo, “que cualquiera que piense distinto o crea que después que consiga el cargo para el cual opta va a saltar la talanquera, está equivocado”.

Chávez fue duro en su discurso, habló de traición al pueblo, habló de personas que están en cargos públicos para enriquecerse y entonces algunos presentes comenzaron a incomodarse. La escena parecía traída de aquella bíblica cuando Jesús, en su última cena, le dijo a sus apóstoles (13, porque María Magdalena estaba presente, aunque lo niegue la iglesia): “Uno de ustedes me traicionará”. De inmediato comenzó la pregunta “¿Seré yo maestro?”.

Pues bien, ni Hugo Chávez es Jesús de Nazareth, ni los candidatos son apóstoles, pero hay que pararle bola a Chávez cuando habla de esa manera. Algo sabe el Presidente. No es casualidad que esa señal lanzada por el jefe de Estado haya puesto incómodos a unos cuantos, quienes no pudieron ocultar su nerviosismo como preguntándose ¿Seré yo maestro?

Otros pusieron una cara de obnubilados ante esa comprometedora situación, como diciendo: !Coño!, ¿será que el tipo ya sabe lo mío?

En estos procesos revolucionarios la traición es uno de los signos más comunes, pues antes no existía el chavismo, sino adecos, copeyanos y otros derivados que ante las circunstancias de la historia han tenido que cambiarse y disfrazarse, pero siempre a la zaga de responder a su naturaleza.

Como dije en otra oportunidad, yo creo que Chávez está clarito. Él si sabe quien es cada quien, salvo dos o tres excepciones, incluyendo a su compadre “chuchuguaza”.

Chávez sabe que más de uno, borracho de poder y de creerse líder sin Chávez, va a intentar andar por su propio camino. Pero también sabe que es imprescindible no dejar duda ante la comunidad internacional, que el pueblo venezolano lo que quiere es el camino que  se propone: el socialismo, pues al declararnos una Nación socialista, ya la cosa no es capricho de un gobernante, sino la voluntad libérrima y soberana de un pueblo.

Y eso es lo que necesitamos para no volver atrás. Estas elecciones son el salto definitivo para romper con los viejos esquemas y saltar hacia el nuevo paradigma de gobierno.

Más conciente que nadie de la importancia de estas elecciones del 23 de noviembre está Chávez y junto con él otros líderes como Alberto Müller Rojas, Aristóbulo Iztúriz, Jorge Rodríguez, entre otros.

Es por eso que Chávez ha tenido que equilibrar, como artista de la marioneta, la situación del país, rodeado de gente que él sabe que lo acompañan es para hacer negocios y beber de las  bondades del poder.

Sin embargo, ya la estrategia está definida. El presidente también tiene derecho a utilizarlos para luego salir de ellos, como lo hizo con Miquelena, José Vicente, Pedro Carreño, entre otros.

Chávez sabe que estamos a muy poco para poder lograr lo que quiso hacer desde hace nueve años y que factores de poder le han impedido, darle el poder al pueblo.

Las condiciones están dadas: hay conciencia revolucionaria, hay apoyo popular, hay recursos económicos, hay leyes que sustenten el porvenir...sólo falta el último estacazo, teñir de rojo absoluto el país, en demostración absoluta de respaldo al proyecto, para que luego, el mismo pueblo, se encargue de limpiar la escoria y dejar funcionar las cosas bajo la tutela del gran líder.

Para comprender a Chávez hay que escucharlo con detenimiento, él nos da las oportunidades suficientes para que tomemos notas de hacia dónde va  nuestro proceso bolivariano, pacífico, socialista e inclusivo... pero sólo el pueblo salva al pueblo.

luisveramarquez@cantv.net



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