La Bendición Papal y la ca⇓da del Dψablo

 La Momia salió del Vaticano y se fue directamente al encuentro con el Dψablo, uno de blanco y el otro de negro, uno que se va y el otro que llega, el que se va, no quiere ver el reloj ni para la marcha, mas bien la está acelerando a punta del desprecio colectivo de casi 300 millones de personas. El que llega, ni con el pasito tun tun va a llegar muy lejos. Ni subirá más de allí. El Dψablo crucifica a miles de cristos menores de edad, muchos verdaderos inocentes, eso sucede en Afganistán, Irak, Colombia, Timor del Este, Danfur y en la tierra donde nació el Jesús Cristo de los católicos, es decir, en Palestina. Los huesos de los cristos se quedan en la tierra, no ascienden al cielo del Papa, ni hablan con el Dios de Bush, sus sangres lamentablemente no se beberán en el Cáliz de la iglesia pedófila, corrupta ni ortodoxa medieval del Benedicto 16. Puede ser, que en alguna liturgia en vez de incienso se queme marihuana, creo que ese olor lo transporta más rápido al cielo. ¡Ay! Si el polvo es heroína, o cocaína mas rápido es el encuentro, como lo hace Bush. ¿Por qué no? Si ambos son presidentes, él primero de la corporación más vieja del mundo y el segundo de la más grande. Para el millón de personas que anualmente pierden su casa, ninguno de los dos, serian capaces de prepararle una misa, ¿se atreverán?  Bueno, si no hay hostias ni para esos 30 millones de pobres en la nacion más rica del mundo, en el Vaticano se jactan de ella, sin que el precio del trigo les afecte 

 

¿A quién vino a bendecir el papa, quiero decir la Momia? Sería a los chicos y las chicas violadas por los curas, quizás a los educadores y maestros que fueron despedidos de sus trabajos, pues la iglesia tan caro que cobra por sus servicios educativos, que descubrió recientemente que la educación no le es rentable. Tal vez a los cientos de miles de mexicanos que mantienen a las iglesias en los EEUU, pues son sus mas fieles seguidores, creo que será por lo del muro, que como valla tiene una longitud de mas de 2 mil kilómetros, donde la separación de las familias es la paz y la justicia de la explotación capitalista del imperio y de su Dψablo. Hoy no quiero recordar a los adolescentes que son desertores de la educación media, o las niñas que salen embarazadas. Los unos, porque los salarios de sus padres no les puede ofrecer mas ni vigilar después de las 2:30 de la tarde, pues ellos deben trabajar hasta las seis o mas tarde para ganar lo poco para pagar la renta, los servicios y la vida misma, los que tienen chicas, también pierden, pues las chicas son victimas por partida doble, la primera por la cantidad de sexo que promociona la televisión. Qué cosa que hay no hay programación infantil, ni juvenil, las hay de chicos “independientes” modelan e insinúan sexo, el condón y la anticonceptiva la prohíbe el papa Momia, que vaina, el resultado brilla a la vista, claro ellos serán los rebaños que tanto quiere producir la iglesia. A los que no se mencionan, y que tanta pérdida han anunciando los medios de Wall Street: los bancos y sus inyecciones multimillonarias hechas por el buenote del Dψablo; también, las pacificas compañías que producen inocentemente todas las armas con la que se destruye Irak y Afganistán, los chicos en las pandillas juveniles, el crimen organizado, o las que portan los neonazis americanos (anti-todo). La pregunta más clara sería: quién lleva la cruz. Cuando la Momia y el Dψablo se reúnen por primera vez en la Casa Blanca.

Definitivamente, el mundo está patas a’rriba, tanto pendejos recibiendo y clamando una Momia de la Inquisición moderna. ¿Y los curas golpistas de mi país fueron invitados u olvidados al baile? ¡Santa Sede!

Como dicen los gallegos: me cago en la hostia, o sea, en la imposición, en la manipulación, en el chantaje, en el disfraz de santo cuando son demonios. ¿Quién me sigue? De Iglesia tengo mi patria Venezuela, por Fe mi lucha por la revolución bolivariana, por Cristo tengo a Simón Bolívar, y por credo:

Patria, Socialismo ó Muerte

¡Venceremos!

magosti00@ccny.cuny.edu



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Miguel Angel Agostini


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